UN PEQUEÑO LEÓN
Esteban Duperly*
El niño que aparece en esta foto llegaría a tener pipa, barba y boina. Se trata de León de Greiff cuando tenía dos años, a juzgar por la fecha original del negativo, que es de 1897. Resulta, por supuesto, irreconocible. El pelo largo y rubio, y el vestidito con falda y pliegues, hacen que parezca una niña, aunque aquello fuese bastante común en la época. Imágenes similares de infantes abundan en las colecciones de fotografía patrimonial.
Pero si observamos la foto con un poco más de atención, es posible comenzar a reconocer en el rostro de ese personajito, que posa frente a un telón afrancesado, las facciones primordiales de quien luego se convirtió en un gran poeta y en un bohemio que andaba casi siempre envuelto en humo. Los ojos tan abiertos y redondos, que no habían visto el mar, son idénticos a los que aparecen en los retratos que le hicieron ya de adulto, con bigote y chivera. Solo se le cerraron y apagaron un poco al final, quizás por el peso de las gafas.
Resulta por lo menos curioso conocer en esta pose y atuendo tan inocentes a quien la iconografía nos ha acostumbrado a ver casi siempre en función de un cigarrillo, un trago o un café.
* Periodista y fotógrafo