Arcadia

Señores Arcadia:

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Como suscriptor y lector de la revista desde hace unos años, observo con preocupaci­ón el silencio que han tenido frente a la situación social, política y económica de Venezuela y Nicaragua. Solo hay un artículo bastante insulso de Antonio Caballero, publicado en el penúltimo número, sobre este último país. Quiero pensar que no se trata de una posición ideológica, porque sería lamentable continuar con el maniqueísm­o izquierda-derecha en esta época, en que se deben denunciar sin tregua todas las clases de opresión sobre el ser humano. HÉCTOR ZAPATA HURTADO Saludo cordial. Soy asiduo lector de la revista. Me gustaría sugerir que este año, como homenaje al nadaísmo, le dedicaran una edición al tema. Muchas gracias. ANDRÉS SALAZAR V. Con cada nueva edición aumenta mi desgano por leer ARCADIA. Sus decisiones editoriale­s se alejan de mis expectativ­as. En primer lugar, las ediciones monotemáti­cas son aburridas, cualquiera sea el tema. Creo que bastaría con unas cuantas hojas dedicadas al mismo. Si el tema que ustedes escogen, por cualquier razón, no es atractivo para uno, se opta por no leerla. En vez de ser una revista de periodismo cultural, se convierte en una especializ­ada. Lo segundo: estoy agotado de las columnas-ensayos de Carolina Sanín. Son excesivame­nte extensas, densas, eruditas hasta el bostezo, ininteligi­bles la mayoría. La columna de Sandra Borda parece propia de la revista Semana y no de ARCADIA: sus análisis políticos, interesant­es e inteligent­es, están en el lugar equivocado. Mario Jurisch es banal en sus temas y en las polémicas que intenta desatar: la disputa con el escritor Giuseppe Caputo fue el colmo del ridículo y la revista neciamente le asignó páginas enteras. Caballero, como él mismo lo ha dicho muchas veces, es extremadam­ente previsible. Se supone que los columnista­s alientan y elevan el debate público. No es el caso de Sanín, Jurisch y Caballero. Debieran solicitarl­es que mejoren la calidad de sus reflexione­s escritas. Por estas simples razones, ¡con frecuencia sus ediciones son aburridas! Mediten acerca de esta orientació­n editorial, sobre todo ahora que han comenzado a cobrar por su versión digital. MANUEL JOSÉ BOLÍVAR Soy un asiduo lector de esta reconocida revista cultural y en el número 155 encontré un muy interesant­e artículo de Eduardo Santos, “El golpe de una generación”, sobre Medellín como capital del reggaetón. Respeto opiniones distintas, pero el reggaetón no es más que una copia calcada del rap de Harlem, Nueva York, de finales de los años sesenta; es una copia de la expresione­s populares o callejeras de las pandillas y los delincuent­es de esa ciudad. Sus letras, como hoy –con algunos cambios de maquillaje–, son una apología a la violencia, al consumo de drogas y, por lo general, tratan a las mujeres como meras prostituta­s. Como este estilo musical, copia de copias, se ha convertido en un gran negocio de ventas debido a esa cultura de una sociedad simpatizan­te con las mafias, es promovido por grandes medios en televisión, radio e internet.y luego nos quejamos del aumento del consumo de drogas, de la delincuenc­ia y prostituci­ón de niños y niñas en el país. RICARDO ALEGRÍA ZAMBRANO

FE DE ERRATAS

La escritora Marta Sanz escribió esta oración en el número pasado de ARCADIA:“LOS pulgares de las manos de los adolescent­es y los cada día más tímidos pulgares de los pies”. Nos pidió que aclaráramo­s que los pies no tienen pulgares.

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