Sobre este ensayo
La carta encíclica Laudato si’, del papa Francisco, nos recuerda que la tierra fue entregada al hombre no para dominarla, sino para domeñarla: cuidarla, labrarla, domesticarla, como le dice el zorro al principito de Antoine de Saint-exupéry. Esa confusión tal vez nos ha impedido entendernos uno, y lo mismo con la madre Tierra.
El papa Francisco también nos recuerda que “el deterioro del ambiente y la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta: tanto la experiencia común de la vida ordinaria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre, y que nuestro propio bienestar depende también del cuidado de lo otro, ese mundo del que somos parte, nuestra Casa Común”.
A la Comisión de Verdad le ha sido encomendado contribuir al esclarecimiento de lo ocurrido en el marco del conflicto armado para que hagamos una reflexión ética y política que nos lleve a identificar los asuntos necesarios para transformarnos y no repetir la tragedia que hemos vivido. Debemos así identificar el impacto humano y social del conflicto en la sociedad, incluyendo el impacto sobre los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Estos últimos han sido ajenos a la conciencia colectiva, razón por la cual proponemos una aproximación sensible y poética a esa Casa Común para hacernos corresponsables de su devenir. La madre Tierra debería dejar de ser un motivo de disputa. Los bienes de la naturaleza deberían reconocerse como públicos, comunes y al servicio de todos. Los líderes que defienden las aguas, los bosques y el aire deberían ser vistos como nuestros héroes, para así poder frenar su sufrimiento y el de nuestra existencia.
Esperamos que esta aproximación sublime del escritor Ignacio Piedrahíta nos acerque al misterio de la naturaleza, para construir en y con ella la armonía que soñamos como seres humanos.