La mirada colectiva
Covid Latam es la reunión transnacional de la fotografía documental de este continente, que registra el tiempo en que la pandemia cambió los días de todos.
¿Cómo fotografías un virus que nadie ve? Sales a la calle a buscar sus rastros y te encuentras con sus estragos. Te quedas en casa, retratas la vida íntima de los gestos cotidianos y repetidos. Vas al hospital, dejas tus temores en la puerta y entras: miras a los ojos el fin del mundo. Enfocas. Llevas el dedo al obturador. Disparas. Mañana todo vuelve a comenzar y sabes que la única certeza es la incertidumbre. Escenas que se repiten con distinto acento por toda América Latina han sido registradas por Covid Latam y compartidas en Instagram bajo la descripción “reporte fotográfico colectivo sobre los avances del coronavirus en Latinoamérica”. Lo que hay allí no es un diario más de la pandemia, es el trabajo de algunos de los profesionales más talentosos y premiados de este lado del mundo. Nueve fotógrafas, nueve fotógrafos y un virus suman diecinueve (como la denominación misma del virus) y suman, además, un propósito más allá del momento histórico que los convoca porque crean red en un oficio tantas veces solitario.
Solitario.
Como los primeros días del confinamiento.
Como cuando estuvo el vacío ocupándolo todo.
Fue en esos primeros días de la llegada del coronavirus a este continente que el argentino Sebastián Gil Miranda le propuso al colombiano Federico Ríos Escobar integrar este colectivo que se fue tejiendo entre mensajes de Whatsapp, llamadas, correos y dm. Así sumaron a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, México, Perú, Uruguay y Venezuela. Los nombres: Tamara Merino,
Rodrigo Abd, Fabiola Ferrero, Fred Ramos, Glorianna Ximendaz, Pablo Piovano, Matilde Campodónico, Ale Cegarra, Ana Carolina Fernandes, Victor Moriyama, Andrea Hernández, Daniele Volpe, Johis Alarcón, Iván Valencia, Sara Aliaga, Eliana Aponte y los antes dichos Sabastián y Federico. La diversidad no está solo en las geografías, confluyen firmas experimentadas con nuevos nombres. Alguien ahí tendrá sesenta y cinco años, alguien ahí tendrá veinticinco años. Todos tienen el deseo intacto de lograr una próxima foto que nos ayude a darle un poco de sentido a todo este sinsentido.
Después de las calles vacías empezó a desfilar el hambre.
Prometieron una nueva normalidad que se parece mucho a la vieja inequidad.
Algo cambió, claro, la bioseguridad y el miedo de estos días se visten igual.
A veces es agobiante tomar las fotos así: con dos guantes puestos sobre la misma mano, gafas empañadas y respiración entrecortada por la mascarilla de rigor con un vestido plástico que cubre todo de zapatos a cabeza. La identidad sobrevive en un carnet. Puede ser difícil también encontrar un ángulo nuevo en el día noventa y cuatro de confinamiento sin ver la calle. Cada fotógrafo escribe la leyenda que acompaña la fotografía en el feed de la cuenta. La labor de edición y curaduría del material es rotatoria en este colectivo, sano ejercicio que aporta mayor pluralidad. No tienen patrocinios, no se han planteado formalmente un después de este instante en Instagram. Si desembocará en un libro o en una exposición o simplemente quedará en esta red la memoria de estos días que vivimos. Por lo pronto han abierto la posibilidad a otras cámaras por fuera de los dieciocho nombres en Covid Latam. Los miércoles publican imágenes que aportan otros fotógrafos; les hacen llegar su trabajo con solo etiquetarlos (@covidlatam) y usar el hashtag (#Covidlatam), lo que permite conocer nuevos nombres y, de paso, ampliar el espectro más allá de los trece países representados por el colectivo.
El 24 de marzo comenzaron las publicaciones de Covid Latam con una imagen que resultó ser una declaración de principios: alguien mira, hacia afuera, por una ventana. Glorianna Ximendaz retrató en San José, en Costa Rica, la presencia de los atrapados en cuarentena con una palabra definiendo el escorzo: fragilidad.
Los atrapados somos todos.
Casi veinte mil seguidores después y luego de más de cuatrocientas publicaciones queda consignado aquí el dolor apabullante y la esperanza chiquita, el humor y el amor también, la imponente y frágil Latinoamérica de cuerpo entero. Estas fotos podrían estar en Der Spiegel, The New York Times, Le Monde, National Geographic o en agencias como Reuters
o Associated Press, que son casa habitual de muchos de los integrantes de Covid Latam, pero esta vez su apuesta ha sido tomar un camino, que puede compararse con el que transita la música independiente, generando espacios propios para la fotografía documental. Hay entre ellos quien ha ganado el premio Pulitzer, quienes han sido reconocidos con el World Press Photo, hay quien obtuvo el Days Japan… y la lista de honores individuales podría seguir, pero hoy su orgullo es estar juntos. Juntos, qué palabra necesaria. Ella dice mascarillas; aquel, barbijos. Este escribe cubrebocas, aquella enfatiza que son nasobucos, el de aquí habla de tapabocas. Todos tienen razón. La palabra cambia pero todos dejan constancia en sus fotografías de la prenda que uniformó al mundo más rápido que cualquiera otra. Ellas, ellos, han visto lo invisible. Y es arrollador.