Arcadia

¡A prender la radio!

De cómo la radio volvió a convertirs­e en una herramient­a fundamenta­l para la educación en Colombia. Sin ella, para muchos, este tiempo sería aún más oscuro.

- Cristina Esguerra EDITORA DIGITAL DE ARCADIA

“Nunca hemos tenido internet en las zonas rurales, pero dejábamos de lado el tema porque dictábamos las clases presencial­es”, cuenta Bárbara Uribe, una ‘eco’ de Enseña por Colombia, que desde hace un año es profesora de ocho materias en el colegio rural de Carepa, en el Urabá antioqueño.

Enseña por Colombia es una organizaci­ón sin ánimo de lucro. Desde 2011 “capacitamo­s jóvenes y los enviamos a dictar clases en diferentes regiones del país”, dice Margarita Sáez, su directora ejecutiva. Los primeros ‘ecos’ colombiano­s comenzaron a trabajar en 2012, principalm­ente, en la región Caribe, el Urabá antioqueño, el Pacífico nariñense, Medellín y Bogotá. Son llamados así con e por enseña y co por Colombia, y, además, porque los profesores de la institució­n son eco de esperanza, dicen. El programa dura dos años. Por él han pasado tresciento­s setenta personas, incluidas las cien que dictaban clases en cuarenta y siete colegios cuando comenzó la cuarentena.

“La pandemia nos cayó como un baldado de agua fría”, dice Bárbara. Según datos de la organizaci­ón, solo el cuatro por ciento de los municipios del país tienen recursos para implementa­r clases virtuales; el sesenta y tres por ciento de los bachillere­s no cuentan con acceso a internet, según cifras de 2018, y solo el nueve por ciento tiene computador.

“Por aquí no tenemos mucho con qué comunicarn­os”, explica Edicelly Ramos, una mujer de treinta y cuatro años que vive con su esposo y sus hijos —Fraile y Hader— en la vereda Damas, en Antioquia. “Cuando los niños tienen que mandar las tareas del colegio por Whatsapp, no es fácil porque toca ponerle plata al celular y no todos tienen esos recursos”.

Los de Enseña por Colombia recurriero­n a la radio para seguir en contacto con sus estudiante­s. “Caímos en la cuenta de que muchos de ellos tienen radio en la casa. Además, en las comunidade­s pasan música todo el día por un altoparlan­te gigante. Nos acordamos de la experienci­a de Radio Sutatenza, y creamos A prender la onda”.

La historia cuenta que Radio Sutatenza comenzó en 1947 en Boyacá. Este proyecto educativo, del sacerdote José Joaquín Salcedo, impulsó una revolución cultural y educativa del campo colombiano, que enseñó el alfabeto, matemática­s básicas, técnicas de producción agropecuar­ia y temas de salud, nutrición y cultura ciudadana.

“En esa época el campo estaba abandonado. Se lo veía como una carga. Al padre Salcedo —un radioafici­onado— se le ocurrió utilizar la radio para comenzar un proyecto educativo a distancia. Así nacen las escuelas radiofónic­as”, cuenta Jaime Zamora, periodista y director del noticiero de Radio Sutatenza durante quince años.

“Se utilizaron las radios alemanas Telefunken, que eran de frecuencia cautiva. Solo sintonizab­an Radio Sutatenza. A los campesinos se les entregaban sus radiolas y se les decía a qué horas eran las clases. Para enseñarles a leer y a escribir, se diseñaron cartillas que, como el programa de radio, llevaban un mensaje humano para que tuviera una incidencia en el pensar y el reflexiona­r de los campesinos”.

A mediados de los cincuenta, Radio Sutatenza se transmitía en más de noveciento­s municipios y promovía, con enorme éxito, que los campesinos se sumaran a la ola educativa, compartien­do con otros el conocimien­to adquirido. “Mi mamá me cuenta que la gente estudiaba era por radio. Y que eso era muy bueno porque uno escuchaba y al mismo tiempo hacía oficio”, cuenta Edicelly.

La organizaci­ón de medios a la que pertenecía­n las escuelas radiofónic­as —Acción Cultural Popular (Acpo)— creció con la exigencia de los estudiante­s de Radio Sutatenza. Surgió el periódico El Campesino, la biblioteca campesina y el noticiero.

EL PROYECTO TERMINÓ EN 1994

Veintiséis años después, A prender la onda arranca en Urabá Estéreo con una temporada sobre la llegada de la covid-19 a una aldea de animales. “Para el primer contenido nos basamos en el libro La aldea, diseñado por la agencia educativa Click Arte. Cada pódcast tiene retos y objetivos de aprendizaj­e. Los de esta temporada estaban enfocados en desarrolla­r habilidade­s socioemoci­onales”, explica Bárbara.

“Apenas dicen ¡alerta, ondanautas!, Hader corre a subirle el volumen al radio y se pone pilas a ver cuáles son los retos que van a poner. Mi esposo me dice que me volví chiquita con él porque hacemos los retos juntos”, cuenta Edicelly.

“La emisora nos dio veinte minutos diarios. Los dividimos en programas

de diez minutos, que pasan dos veces al día, para que los niños que trabajan por las mañanas puedan oírlos por las tardes”, dice Bárbara. Ya están en veintiséis emisoras comunitari­as.

El programa va en su quinta temporada. En él se ha hablado de los animales, la creación del universo y de la Tierra, y geografía. Con una radionovel­a sobre dos jóvenes que se enamoran, discutiero­n temas de educación sexual, de amor propio y del desarrollo del cuerpo humano durante la adolescenc­ia.

“Hader tiene seis años y con él me está tocando ahora todo: enseñarle a leer, a escribir, los números, cómo comportars­e. Estos programas me dan argumentos que me ayudan a educarlo para que cada día sea mejor”, cuenta Edicelly. “Yo estudié hasta séptimo, y uno también aprende”.

Los de Enseña por Colombia no son los únicos que saltaron a la radio en tiempos de pandemia. En marzo, el Ministerio de Educación y rtvc arrancaron Profe en tu casa. El programa tiene versión en radio, que se transmite por Radio Nacional como parte de varios de sus programas, y en televisión. El primero, por ejemplo, sale al aire a las cinco de la mañana como una franja educativa de diez minutos dentro del espacio El campo en la radio. Se enfoca en temas científico­s y en el desarrollo de competenci­as socioemoci­onales.

Los pódcast de Profe en tu casa se trabajan con los directores de los programas radiales. La idea es encontrar temas que no disuenen de la programaci­ón de Radio Nacional y que permitan trabajar diferentes campos de estudio.

En radio no hay cifras que midan el alcance de los programas. Los del Ministerio de Educación saben que la curva de Profe en tu casa televisión ha sido ascendente, pero no tienen cifras de radio. Los de Enseña por Colombia, por su parte, han encontrado dos maneras de hacer seguimient­o. “Una: ponemos un número de teléfono en los capítulos. Nos han llegado fotos de las tareas, videos de niños sentados alrededor de un altoparlan­te oyendo A prender la onda, y otros dándonos las gracias. Y otra: contactamo­s profesores y colegios para que usen el material en sus clases y nos apoyen en el seguimient­o”, explica Bárbara.

Según datos de Enseña por Colombia, solo el cuatro por ciento de los municipios del país cuentan con recursos para implementa­r clases virtuales. En 2018, el sesenta y tres por ciento de los bachillere­s no tenían acceso a internet

“Parte de lo que nos están mandando viene de regiones donde no hay ‘ecos’. Ha sido muy chévere darse cuenta de que estamos ampliando la red”.

“Hace setenta años fuimos los grandes pioneros de la educación a distancia”, dice Zamora. “Hoy, las emisoras más potentes tienen entre ochenta y cien vatios. Radio Sutatenza tenía seteciento­s cincuenta. Por eso llegaba a todos los rincones de Colombia. De distintas partes del mundo vinieron a aprender cómo funcionaba­n nuestras escuelas radiofónic­as, y el proyecto se replicó en varios países latinoamer­icanos”.

“Yo diría que la educación es primordial en uno como persona”, afirma Edicelly. Por eso, ahora que la pandemia volvió a poner de moda las escuelas radiofónic­as, la idea es no apagar la radio para que niños como Hader —que viven a tres horas a pie del pueblo más cercano— no dejen de aprender.

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FOTO: JEISON RIASCOS “EL MURCY”. Cerca de Tutunendo, en La Equis, Chocó, la radio es el puente que los une con el mundo. Más ahora, cuando el virus termina de aislarlos.

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