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¿Quién se niega a una galleta recién horneada o recién hecha? Crujientes, esponjosas, húmedas, rellenas, delgadas como una hostia o densas e intensas como una bola de energía y hechas en miniatura o para comer en varios mordiscos, las galletas son pequeñas masitas hechas a base de harinas de distintos tipos, algún tipo de grasa (usualmente mantequilla o aceite), semillas, nueces, endulzantes o sales de distintos tipos, frutas, conservas, cremas y más. Los límites de sabores, texturas y formas en el mundo de las galletas están por saberse y a ellas se asocian leyendas, creencias, deseos, mensajes, sueños y, por supuesto, el más cotidiano y sensorial antojo; las famosas galletas de la fortuna y las ‘animal crackers’; las japonesas que pueden tener algas, ajo y ánguila seca; las lenguas de gato; con chips, chips y más chips, en sándwich o en forma de rollo, etéreas como el algodón o perfectamente crujientes y secas para humedecer en el café como un biscotti... Todo un universo de pequeñeces e infinito a la vez.