LA MÁQUINA
PSICODÉLICA
Nadie sabe cómo nació la idea, ni a quién se le ocurrió. Pudo ser producto del LSD o de cualquier otra droga. Pudo ser un simple capricho, como si algún capricho fuera sencillo, o una mala jugada de la imaginación. Lo único cierto es que un día John Lennon decidió pintar su Rolls-Royce Phantom V con toda clase de símbolos y colores esotéricos. Algunos dicen que fue Ringo el que le dijo que eso se vería bien, pero nada se sabe. Lo cierto es que en el asiento trasero de este carro, Lennon decidió que la canción que en un principio bautizó como: It’s Not Too Bad, cambiara de nombre a Strawberry Fields Forever.
Era 1964, los Beatles acababan de estrenar su álbum A hard day’ snight. Lennon tenía 24 años, estaba en la cima del mundo y, ¿por qué no?, tuvo un pequeño antojo. Sin licencia para conducir, eso era lo que menos importaba, John compró un Rolls-Royce negro, el mismo modelo que usó el rey, Elvis Presley y la reina Isabel II. Lo personalizó a su antojo. Pidió que le cambiaran la suspensión para que la aguja del tocadiscos no saltara cuando el carro estaba andando; pidió que tuviera una nevera para guardar champaña; pidió que tuviera vidrios polarizados con la única intención de que al salir de las fiestas, así estuviera de día, el carro pareciera una discoteca. Todo esto sirvió para que uno de los discos más importantes de la historia de la música viera la luz: Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Al final, Lennon donó su máquina de la psicodelia a un museo para obtener un deducible fiscal, las deudas y las obligaciones también son un problema de las estrellas de rock.