EL POETA
DE BROOKLYN
Si no fuera por la enorme camioneta de la que desciende, podría ser confundido con un neoyorquino cualquiera. Solo quienes conocen bien sus facciones se darían cuenta de que es Jay-Z, uno de los mayores empresarios del rap y del deporte: el que está en el top 50 de las celebridades más ricas del mundo, el que les vendió a Kevin Durant por 51 millones de dólares a los Golden State Warriors y el que vendió su empresa de ropa, Rocawear, por más de 200 millones de dólares en 2007. Pero el tipo no lleva las manos llenas de anillos, tampoco un reloj enorme: apenas unos tenis, una camiseta negra y un jean oscuro que cuesta menos de cien dólares. Parece normal. Entonces se da la vuelta, ayuda a salir del carro a Beyoncé, su esposa, y les da una mirada a los paparazzis antes de entrar a cine.
Su verdadero nombre es Shawn Carter y es una de las figuras legendarias para el hiphop estadounidense de los últimos veinte años. En su estudio, Roc-A-Fella Records, impulsó la edad dorada del hip hop a través de artistas como Kanye West. Además, revolucionó la cultura del mashup en 2004, cuando un DJ llamado Danger Mouse creó TheGrayAlbum y mezcló sus letras con TheWhiteAlbum, de The Beatles. EMI, representante de los ingleses, demandó, mientras que Jay-Z salió a defender al DJ y regaló públicamente sus letras.
Sus canciones ya no hablan de su infancia en Brooklyn, donde asesinaron a su tío y estuvo a punto de ser reclutado por una pandilla que vendía A veces recuerda, claro, pero también habla de su mamá –que tuvo que esconder su homosexualidad por años para no ser juzgada– o, simplemente, del equipo de baloncesto del que es dueño, los Brooklyn Nets. Y sigue caminando por Nueva York como un ciudadano normal. La única diferencia es que ahora, a pocos pasos, lo siguen un par de guardaespaldas: es el precio de la fama.