CHICHERÍA DEMENTE
Me gustó.
Me gustó, primero, porque tiene cuatro ofertas de menú del día –eso que vendría siendo un corrientazo– a 25.000 pesos con jugo y postre. Entre las opciones están:
– Los cortes de sobrebarriga con guacamole, pimentón encurtido y huevo frito.
– El guiso de gallina, a base de leche de coco, es tremendo (aun cuando algunas veces no haya porque así es el lugar, así es el restaurante, un poco muy casual).
– También está el chili de fríjoles que es bien sabroso, pero hay que hacerle siesta.
– Y la costilla de res, bien jugosa, incluso con su parte grasa intacta y bien estofada sobre arroz.
Me gustó, segundo, porque, cuando entré la primera, vez dije “chévere hacer una fiesta aquí”. Porque los dueños apostaron por una zona diferente a las de moda y se fueron por una enorme casa esquinera de los años veinte en el viejo Chapinero (calle 69 con carrera 15, abajo de la avenida Caracas).
Y me gustó, tercero, porque eso significa que no van por las modas, sino por la comida, por un sitio para celebrar el comer platos generosos y gustosos con piqueos de entrada en el centro de la mesa para compartir, como la mazorca frita con alioli y sal de tomate. Como las empanadas de plátano con manzana y queso en el relleno. Me gustó porque los fuertes son de verdad fuertes, como el cordero roastbeef con una robusta salsa de chiles y suero, o como el conejo yerk con un picante al estilo jamaiquino, o como el corte de res con mantequilla de ajo negro que viene en sus jugos, o como la gallinita asada en la que sobre todo se exalta el golpe de achiote. Ojo al corte de cerdo, también es muy rico.
Me gustó también porque sus precios son razonables y me gustó porque hay una apuesta por viejas técnicas, como los encurtidos, los ahumados y los confitados. Una cocina rústica.
Me gustó Demente más allá de los desajustes en el servicio, de que un día no haya cerveza y que al otro todo sea un poco despelotado, incluida la presentación de los platos.
Con todo eso, me gustó y vuelvo, seguro que vuelvo.