EL JEFE
DE LA MODA
“Soy un diamante negro, en bruto. Los diamantes negros son inusuales, difíciles de tallar y cortar y, por lo tanto, poco comerciales”. Eso dice el hombre que se inventó los cuellos altos en las camisas para ocultar las arrugas: Karl Otto Lagerfeld, uno de los diseñadores más influyentes de las últimas décadas. Y va por más.
Siempre que aparece en público se esconde tras sus gafas oscuras y se recoge su largo pelo blanco. Lo reconocen por haber sido diseñador para marcas como Fendi y H&M y por tomar las fotos de un calendario Pirelli. Pero la base de todo fue la transformación de Chanel. Cuando llegó en 1983 rompió con la línea clásica de la marca y la convirtió en un referente del lujo y el glamour. Las topmodels más importantes de esa década –desde Claudia Schiffer hasta Inés de la Fressange– desfilaron su versión moderna del tweed y del icónico bol- so 2.55. “Lo que yo he hecho, Coco Chanel nunca lo habría permitido. Ella lo habría odiado”, dijo él. “Después de todo, Coco odiaba las minifaldas y si empiezas a estar contra la moda de una época, tienes un problema”.
Es polémico desde que tiene uso de razón. Lo heredó de su madre, que lo amenazaba con castigos para obligarlo a dar respuestas brillantes. Y tiene tanto poder que nadie lo detiene cuando hace comentarios sobre los demás: de Adele dijo que estaba “un poco demasiado gorda, pero con una cara preciosa y una voz divina”, de la princesa Diana que fue “guapa y dulce, pero estúpida” y de Pippa Middleton que “debería aparecer siempre de espaldas”.
Hace años perdió más de cuarenta kilos solo para poder salir al final de sus pasarelas y mostrar a sus modelos mientras viste la colección que Hedi Slimane diseñó para Dior. Por eso, además, le ha declarado la guerra a quienes critican a sus modelos hiperdelgadas. Pero pocos comentarios fueron tan incendiarios como los que hizo en contra del movimiento #MeToo: “Si no quieres que te bajen los pantalones, no te hagas modelo”.