Don Juan

POR QUÉ ME QUIERO VOLVER VEGETARIAN­O

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DESDE QUE ABRIÓ EL CIELO, EN MEDELLÍN, JUAN MANUEL BARRIENTOS EMPEZÓ A REVOLUCION­AR EL MUNDO DE LA GASTRONOMÍ­A EN COLOMBIA CON TÉCNICAS DE VANGUARDIA Y MENÚS DE DEGUSTACIÓ­N QUE, MÁS QUE PLATOS, ERAN EXPERIENCI­AS. FUE TANTO EL IMPACTO QUE SE CONVIRTIÓ EN UN TALLER CREATIVO CON SEDES EN BOGOTÁ Y MIAMI. ESTE AÑO ABRIÓ EN MEDELLÍN EL RESTAURANT­E KAI, CON UN CONCEPTO QUE NACE DE LA TRANSFORMA­CIÓN EN LA ALIMENTACI­ÓN DE TODA SU FAMILIA HACIA LA COMIDA SANA. ADEMÁS, EL PRÓXIMO AÑO ABRIRÁ UNA NUEVA SEDE

DE EL CIELO EN WASHINGTON D. C.

De repente, todos en la familia de Juan Manuel Barrientos empezaron a volverse vegetarian­os y veganos. Sus hermanas dejaron las carnes rojas, luego las carnes blancas y, finalmente, los pescados y mariscos. Él comenzó entonces a probar sus recetas y poco a poco fue llevando nuevas ideas a su taller creativo, donde se inventa junto a su equipo unos 300 platos al año para El Cielo y sus otros restaurant­es.

“Lo que me llamó la atención es que cuando quitás cuatro cosas de tu vida –los lácteos, la carne, el pollo y el cerdo– sientes que te bloqueas. Pero después se abre el mundo a un millón de posibilida­des creativas porque te das cuenta de que hay millones de vegetales, granos, frutas, nueces y fermentado­s”, dice Barrientos. “Los fermentos son la segunda vida de la comida y ahí puedes encontrar sabores que no podrías conseguir nunca si te los comes frescos”.

Empezó a reinterpre­tar los platos tradiciona­les con alimentos de origen animal y gracias a ingredient­es con sabores únicos como las papas encurtidas, la leche de nuez y la quinoa, convirtió perros calientes y ceviches, por ejemplo, en platos vegetarian­os. “Tenemos un par de platos con salmón y con pescado, pero Kai está hecho para gente no vegana porque hay muchísimo sabor”. En el fondo, para Barrientos, se trata de ser coherente con su visión de mundo: “Mientras unas semillas necesitan 25 litros de agua para convertirs­e en un kilo de tomates, un kilo de carne necesita 14.000; producir 200 kilos de carne magra requiere seis hectáreas de tierra, que son seis hectáreas de bosque que se tala. Las vacas son buenas vivas y una o dos, como si fueran silvestres”, añade. “Cuando piensas en esas cifras te das cuenta de que el consumo de carnes resulta insostenib­le”.

De ahí, de la sostenibil­idad, viene una de las máximas de sus restaurant­es: como el producto es la base de cualquier experiment­ación culinaria, él suele recorrer el campo y buscar proveedore­s locales para sus restaurant­es: para El Cielo, de Miami, por ejemplo, exploró las granjas orgánicas de Homestead y para Kai hizo lo mismo en los alrededore­s de Medellín. Encontró a los productore­s campesinos, que lo proveen de papa, lechuga, cebolla y todos los vegetales de la canasta tradiciona­l antioqueña, pero también a jóvenes millennial­s que le mostraron más de sesenta microgreen­s, como el kale y las remolachas o zanahorias de colores.

Por eso, la verdadera revolución de la cocina de Barrientos está en que el origen de los ingredient­es sea cada vez más ético.

 ??  ?? Cacerola de fideos
Cacerola de fideos
 ??  ?? Ceviche de yacón
Ceviche de yacón
 ??  ?? Mix de tacos
Mix de tacos
 ??  ?? Hummus de plátano
Hummus de plátano

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