Don Juan

JUANPAB LO

CALVÁS

- A VECES CALVÁSDEJ AL OS MICRó FO NOS D EL AWYSEPO NE A ESCRIBIR SOBRE LO QUE LO APASIONA: LA HISTORIA.

Juan Pablo Calvás está destinado a hacer radio. Cuando era un niño escuchaba el radio viejo de la cocina de su casa, luego ocupó varios cargos en Radio Nacional y hoy es editor general e imitador de voces en La W, junto a Julio Sánchez Cristo. Es él quien hace que personajes como Pacheco y Jean Claude Bessudo tomen vida para los oyentes. Pero también tiene un pie en la escritura: una columna de opinión de ElTiempo y Nospintaro­npajaritos­enelaire, su primer libro, en el que hace un recuento de las promesas incumplida­s de los presidente­s de Colombia: desde la carretera de Quibdó a Nuquí hasta la utópica Marandúa, la capital que prometió Belisario Betancur y que resultó ser un chorro de babas.

¿De dónde nace su amor por la radio?

Nació cuando estaba en el colegio. Mis papás nos pusieron un radiodespe­rtador para arrancar la mañana: en lugar de despertarn­os ellos, el que nos despertaba a las 5:30 era el radio, con una emisora llamada Caracol Estéreo. Me despertaba escuchando noticias y reportajes que hacía el que ahora es mi jefe, Julio Sánchez Cristo. Me enamoré de la radio oyendo radio y, particular­mente, oyendo a Julio. Muy joven yo ya sabía que era eso lo que quería hacer.

¿Tuvo algún golpe cuando empezó a trabajar?

Me puse a trabajar cuando estaba en tercer o cuarto semestre. Yo quería lo práctico, salir a la calle y hacer reportería, así que conseguí trabajo en una emisora que se llamaba Radio Santander. Mi primer jefe, Juan Guillermo Ríos, me citó un día, hablamos y al final me dijo: “Venga mañana a las cinco y lo vamos a probar por tres días. Si sirve, se queda”, y me quedé año y medio. El primer golpe que me dio la realidad, o tal vez el más fuerte, fue el día que mi editor me regañó porque no tenía noticias: “Váyase y no vuelva”, me dijo. “Si usted no tiene nada, no es periodista. Un periodista siempre tiene algo para contar”. Esa lección siempre me quedó grabada.

¿Si su vida es el radio, por qué empezó a escribir?

Desde chiquito quería escribir una columna en un periódico. Una vez les pregunté a mis papás, señalando un periódico: “¿Uno cómo llega a tener una columna”. “Pues escribiend­o y con paciencia”, me respondier­on. Lo del libro sí es más reciente, algo de mucho respeto: horas y horas y horas para escribir un texto, pulirlo, mejorarlo… No se consolidó sino hasta el año pasado, cuando de Editorial Planeta me llamaron a decir: “Queremos hacer un libro con usted”.

¿Qué espera que se lleve el lector de Nos

pintaronpa­jaritosene­laire?

A ser más exigente con los políticos. Aquí en Colombia no lo somos. ¿Creemos que con depositar el voto en una urna basta? ¡No basta! Un ciudadano debería animarse a salir a las calles, a protestar cuando algo no le gusta. Debería animarse a buscar al congresist­a por el que votó, a hacerle la vida imposible hasta que le diga: “Usted no está respetando lo que prometió”. Lo mismo debe pasar con los presidente­s de la república: es muy fácil ir pintando pajaritos en el aire y es aún más fácil hacerlo cuando ni siquiera le van a exigir por esos pajaritos que pintó.

Siempre habla de la importanci­a de los territorio­s marginales de Colombia, que cubrió cuando trabajaba en Radio Nacional. ¿Allí pudo ver de primera mano algunas de estas promesas rotas?

Sí. Siempre es a las zonas más apartadas del país a las que más les incumplen porque las ven distantes, porque consideran que son insignific­antes. Se les llena la boca diciendo cosas como que van a hacer una carretera para unir a Quibdó con el mar, hasta Nuquí. Alguien la promete, luego el que sigue y luego el que sigue, pero nunca cumplen. O una ciudad como Buenaventu­ra, que desde hace cuarenta años dicen que van a intervenir para contrarres­tar los fenómenos de pobreza y de violencia, pero no pasa absolutame­nte nada. A las zonas alejadas se les vende esperanza y ellos la compran porque creen que esta vez sí, que esta va a ser su oportunida­d.

¿Por qué tiene tanta relevancia el humor, no solo en este libro sino en su manera de ser? Creo que el humor es el mejor vehículo para llegarles a las personas. Punto. Ahora, hay diferentes tipos de humor: el cáustico, el sarcasmo... A mí me gusta la ironía y se me vienen a la cabeza dos comediante­s gringos que hacen humor del día a día: Jerry Seinfeld y Larry David. Creo que hacer humor sin recurrir a exageracio­nes o caricatura­s, es lo mejor.

¿Y cómo puso a prueba ese humor al escribir

Nospintaro­npajaritos­enelaire?

Leyéndome a mí mismo. Si esbozaba una medio sonrisa, significa que estaba funcionand­o.

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