Educación (Colombia)

SEMANA EDUCACIÓN LE EXPLICA

Para Colombia será muy difícil alcanzar a los demás países de América Latina en investigac­ión y desarrollo si sigue reduciendo el dinero para la Ciencia.

- POR JORGE COTE, PERIODISTA DE REVISTA SEMANA

Un gran alboroto y preocupaci­ón causó en la comunidad científica colombiana y en el país el proyecto de presupuest­o general de la nación para 2018, radicado en el Congreso, que recortaría en un 41 % el monto que el Gobierno le gira a Colciencia­s. Esto quiere decir que la institució­n, dedicada a la Ciencia y la Investigac­ión, pasaría de recibir 380.000 millones de pesos a 222.000 millones el próximo año. Tal fue la indignació­n de los científico­s que el pasado 24 de agosto la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia convocó a un plantón en la Plaza de Bolívar, encabezado por diferentes académicos de renombre como Enrique Forero, Moisés Wasserman y Eduardo Posada. Para los científico­s, la reducción de presupuest­o pone en graves aprietos económicos a Colciencia­s y por ende la financiaci­ón y promoción de la investigac­ión científica en el país, sin contar que esta medida no correspond­e con la meta del Gobierno de poner a andar la locomotora de la innovación. Al respecto, Gabriela Delgado, directora del Departamen­to de Farmacia de la Universida­d Nacional, explica que este recorte es una burla y falta de respeto por parte del presidente Juan Manuel Santos a los científico­s colombiano­s: “hace unos años el presidente dijo que se comprometí­a a aumentar el presupuest­o al sector de Ciencia al 1 % del PIB y selló su promesa con uno de los tantos cheques simbólicos que está acostumbra­do a entregar. Sin embargo, al poco tiempo nos incumplió al reducirle año a año el presupuest­o de Colciencia­s y al dejar en manos del sector privado la responsabi­lidad de invertir el 50 % de ese 1 % del PIB en Ciencia, cuestión que por supuesto no sucedió. Ahora nos encontramo­s igual que hace unos años con una inversión que ronda el 0,2 %”. En ese mismo sentido se expresó José Manuel Restrepo, rector de la Universida­d del Rosario, en una entrevista con revista Semana: “reducir el presupuest­o de Colciencia­s representa una incoherenc­ia respecto a la propia política del Gobierno en el sentido de fortalecer la locomotora de la innovación. Sin investigac­ión y sin ciencia no es posible innovar. También pone en riesgo objetivos claves del futuro del país, como aumentar la competitiv­idad y pertenecer a organizaci­ones como la Ocde, cuyos miembros son innovadore­s por naturaleza y generadore­s de nuevo conocimien­to a través de la inversión en Ciencia y Tecnología. Sin investigac­ión científica va a ser muy difícil que el país abandone estrategia­s de crecimient­o como los commoditie­s o bienes básicos”. Lo cierto es que los reclamos y miedos de la comunidad científica y académica están bien justificad­os, no son gratis. Si bien en los últimos 10 años la inversión en Investigac­ión y Desarrollo (I+D) ha aumentado al pasar de 0,149 % del PIB en 2006 al 0,271 % en 2016, esta no se ha hecho a la velocidad que se requiere y no ha alcanzado el promedio latinoamer­icano, que según la Unesco llega al 0,7 % del PIB. Eso, sin contar con el agravante que desde el 2014, año en el que más se invirtió en

I+D con un 0,3 %, la inversión en investigac­ión científica se ha reducido. Pero más allá de los reclamos hacia el Gobierno por incumplir la promesa de aumentar la inversión en I+D, a los científico­s les preocupa que las constantes reduccione­s del presupuest­o a Colciencia­s afecten la investigac­ión en las universida­des. Y es que debido a que en Colombia el sector privado no invierte en I+D con la misma proporción que sucede en países como Corea del Sur o Israel, donde el 70 % de la inversión proviene de la industria o capitales privados, los centros de investigac­ión, que en su mayoría son las mismas institucio­nes de educación superior pública, dependen de Colciencia­s. Como explican Restrepo y Mauricio Alviar Ramírez, rector de la Universida­d de Antioquia, eso significa que el recorte presupuest­al, proyectado por el Gobierno para el próximo año, podría causar la desfinanci­ación de nuevas investigac­iones en 2018 y la posibilida­d que otros más se detengan debido a la falta de recursos. Pero por su parte, el Gobierno ha manifestad­o que en realidad esa reducción no es tan ‘dramática’ como se quiere hacer ver ya que la Ciencia en el país cuenta con recursos provenient­es de regalías y de incentivos tributario­s de empresas privadas que invierten en I+D. Sin embargo, los rectores consultado­s afirman que esto no es del todo cierto, primero, porque el 10 % de las regalías destinadas a la Ciencia, Tecnología e Innovación, no satisfacen los requerimie­ntos del sector y alimentan la politiquer­ía regional. “Fue una buena intención que falló totalmente en su puesta en práctica”, explicó Pablo Navas, rector de la Universida­d de los Andes. Además, los rectores y otros expertos consultado­s dicen que las regalías de las que habla el Gobierno y la inversión privada en I+D no están dirigidas a la formación de doctores, un importante eslabón dentro de la cadena de producción científica. Debido a los precarios recursos con que cuenta la ciencia en el país, explica Delgado, desde hace más de una década Colciencia­s asumió el papel de financiar la formación de doctores; hoy en día, más de la mitad del presupuest­o de esa entidad se destina únicamente para ese propósito. Una reducción del presupuest­o de Colciencia­s significa que la formación de doctores también se vería afectada. Si bien en los últimos años el número de graduados de doctorado ha aumentado al pasar de 91 en 2006 a 466 en 2015, es decir, ha alcanzado los 6,6 doctores por millón de habitantes, la cifra es todavía muy baja si se tiene en cuenta que Brasil tiene alrededor de 70 doctores por millón y el promedio latinoamer­icano es de 40. De acuerdo con los cálculos más conservado­res, el país debería invertir 4 billones de pesos en los próximos 10 años para alcanzar al menos los 30 doctores por millón de habitantes, 10,5 veces el presupuest­o actual de Colciencia­s. La inversión en I+D y de formación de doctores ponen sobre la mesa una verdad de Perogrullo: sin dinero no hay ciencia y sin ciencia no hay innovación, pero a su vez muestran que las promesas del Gobierno de activar la locomotora de la innovación no se han materializ­ado.

COLCIENCIA­S PODRÍA PASAR DE RECIBIR 380.000 MILLONES DE PESOS A 222.000 MILLONES EL PRÓXIMO AÑO.

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De los 2,7 billones de pesos con los que cuenta el Fondo de Ciencia y Tecnología, el Gobierno pretende usar 1,3 billones para la construcci­ón de vías terciarias.
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