Los líos de Colombia Bilingüe
Docentes que no saben enseñar inglés, formadores extranjeros que no entienden de pedagogía y un programa que no cumplió las metas. La gran estrategia de bilingüismo que se va por la puerta trasera.
Este gobierno lleva cuatro años tratando de mejorar el nivel de inglés en los estudiantes de colegios públicos. La inversión económica ha sido monumental. Las estrategias se han basado en otros programas nacionales e internacionales que han funcionado, especialmente en colegios privados e instituciones de educación superior, en donde el docente extranjero es fundamental en el aprendizaje del inglés. Pero, a pesar del esfuerzo, según un informe publicado por el Diálogo Interamericano a finales de 2017, los estudiantes en Colombia se ubican en las categorías de dominio de inglés: “bajo” o “muy bajo”.
¿QUÉ PASÓ?
Teniendo en cuenta que el país no tiene un currículo único que exprese lo que debe aprender un estudiante en cada nivel educativo y en cada asignatura, el inglés no fue una excepción. Durante muchos años, los docentes enseñaron lo que creían que se debía enseñar: los verbos to be y to have, traducir palabras, llenar espacios en blanco para completar oraciones. Como afirmó Clara Amador-watson, experta en bilingüismo y PH.D. en Educación de la Universidad de California, en una entrevista para el diario El Tiempo, “se adoptó una estructura gramatical obsoleta”. Pero no solo se descubrió que la metodología no era la correcta. Como si se tratara de un mal chiste, los docentes, al igual que sus estudiantes, no saben hablar inglés. Para tratar de arreglar esa metida de pata del sistema, el Ministerio de Educación (MEN) lanzó en 2015 el programa Colombia Bilingüe, con la premisa de mejorar el nivel de inglés de los docentes y de los estudiantes de los grados noveno a undécimo. Frente a este reto, se adoptaron tres grandes estrategias. La primera fue formar al docente para que, por lo menos, alcanzara un nivel B2. La segunda, crear un currículo sugerido de inglés para que el profesor, si así lo quería, lo usara en su clase. Y la tercera táctica, quizá la más controversial, fue reclutar extranjeros de diferentes profesiones con la intención de ayudar al docente a mejorar su nivel y a cambiar la metodología de su clase. De ellos, según el MEN, solo el 30% tiene experiencia pedagógica y el 70% es profesional de cualquier área. Asombrosamente, fue así como se logró pasar del 1% de estudiantes que estaban en B1 en 2014 a 5,6% en 2016. Según la directora de Calidad para la Educación Preescolar, Básica y Media y encargada actual del programa, Olga Zárate, se espera que el 8% de estudiantes llegue a B1 para 2018. Cifra que se conocerá una vez presenten las pruebas Saber, el 12 de agosto de este año. En cuanto a los docentes, la meta a 2018 es que los 15.300 profesores de inglés lleguen a nivel B2 o superior, pero a 2017 solo 3370 lo habían logrado. Y eso no es todo. Para llegar a estas cifras, se ha invertido entre 2015 y 2018 la voluminosa suma de $92.596.704.884 en todo el programa de Colombia Bilingüe, el cual aún no ha ayudado a que los estudiantes superen ese nivel bajo del dominio del inglés en relación con otros países de América Latina.
¿NECESITAMOS MAESTROS EXTRANJEROS?
Semana Educación habló con algunos expertos en el tema sobre las estrategias que adoptó el Ministerio de Educación y a las que les invirtió un grueso presupuesto público. Específicamente, sobre la vinculación de formadores nativos extranjeros, que tuvo una inversión de $52.723.084.496 en estos cuatro años de política de gobierno.
Según Pamela Wilkie, directora del programa de Aprendizaje de Lenguas de la Universidad de los Andes, “la idea de traer extranjeros expertos en pedagogía para que hablen con los estudiantes en inglés es pertinente, ya que los docentes colombianos muchas veces dan su clase de inglés en español y no saben que los estudiantes necesitan expresar sus ideas en inglés. Sin embargo, un extranjero sin experiencia pedagógica no servirá de nada”. Para llegar a esta estrategia, el Ministerio de Educación se basó en varios ejemplos en el mundo en los que se ha usado la figura del formador nativo extranjero. Es el caso de Chile, con el Programa de Inglés Abre Puertas (PIAP) que empezó a funcionar desde 2004 y que irá hasta 2019. Sus estrategias se centraron en la formación de docentes y de estudiantes a través de cursos de inglés en línea. Igual que Colombia, también cuenta con extranjeros de habla inglesa que le ayudan al profesor en el aula. Sin embargo, en este caso son contratados directamente por el Ministerio de Educación de Chile. Estos reciben unos beneficios económicos como vacaciones pagas y festivos pagos; alojamiento en casa de una familia anfitriona y seguro de salud. En Colombia, funciona un poco distinto. Como la idea no es reemplazar al docente, se planteó la necesidad de un asistente que ayude al profesor cuando tiene dudas sobre el idioma o sobre su metodología. Por ejemplo, “el docente colombiano le enseña a sus estudiantes un vocabulario básico por medio de una sopa de letras y luego el formador conversa en inglés con los estudiantes a partir de ese vocabulario aprendido”, explica la docente Liliana Barro, mentora de los formadores nativos extranjeros que llegan al colegio Luis Carlos Galán en Bucaramanga. Pero según Liliana, de los cuatro formadores nativos extranjeros que han llegado a su colegio, solo se ha sentido a
gusto con dos, ya que únicamente ellos han tenido experiencia en el aula. A diferencia de Chile, el Ministerio de Educación realiza cada año un convenio con una empresa dedicada a reclutar extranjeros que desean dar clases de inglés en el país. Para este año, la Universidad CUN se ganó la alianza para traer 455 extranjeros con un presupuesto público de $9.941.694.182. En este caso, a quienes cumplieron los requisitos (tener más de 21 años, certificado de estudios, nivel C2 y que su lengua madre sea el inglés) se les prometió un sueldo de $1.500.000. Esa facilidad que tienen los extranjeros para ingresar al sistema educativo del país no la tiene el docente de inglés colombiano. Este debe pasar por un proceso largo para ser nombrado por el ministerio. Primero, tiene que presentar una evaluación; después, subir su hoja de vida al Banco de la Excelencia en donde evalúan sus conocimientos. Quien corra con la suerte de encontrar una plaza disponible, recibe un sueldo entre $1.800.000 y $2.000.000.
LA CAÍDA DE UN PROGRAMA INSIGNIA
Este año el programa Colombia Bilingüe terminó en medio de un gran escándalo. La FM denunció hace unas semanas que la Universidad CUN no cumplió con el convenio que tenía con el Ministerio de Educación de traer 455 formadores nativos extranjeros. Hasta la fecha han llegado 301 y queda un mes para que el programa termine. Frente a este grave incumplimiento, el MEN respondió que está adelantando un proceso de evaluación de la llegada de los restantes formadores. Con el afán de presentar los 455 extranjeros, en febrero de este año (así lo exige el convenio entre el MEN y esta universidad) la CUN fue la responsable de tratar de ingresar al país personas con problemas judiciales. Fuentes de la Cancillería le aseguraron a la FM que muchos de esos formadores no entraron al país porque representaban un problema para la seguridad nacional. Aunque Semana Educación intentó comunicarse con Saide Paola Acevedo, la persona encargada de esta operación, no hubo respuesta. Frente a estas declaraciones, Olga Zárate le respondió a esta publicación: “depende exclusivamente de la Cancillería que este formador nativo no represente ningún problema para la seguridad de los estudiantes”. Luis Enrique García, exviceministro de Preescolar, Básica y Media y fundador de Voluntarios Colombia, organización que se encargó por algunos años de la selección de los extranjeros, asegura que la Universidad CUN mintió sobre su experiencia en la selección y capacitación de los formadores. Por otro lado, denuncia que su organización no se presentó a la convocatoria en la que ganó la CUN porque sabían que sería muy difícil traer 455 extranjeros en enero, ya que para esa fecha las personas interesadas ya han aplicado para otros concursos en el mundo. “Es una crónica del inclumplimiento anunciado. Era imposible cumplir con los tiempos del MEN. Varias organizaciones nos retiramos del concurso por eso. Entonces, es el colmo que ahora el MEN diga que en este caso el número de extranjeros no es importante, que lo que importa es la calidad del inglés”, expresó García.