Educación superior
El Ministerio de Educación y varios expertos diseñaron una herramienta que cambiará el Sistema de Aseguramiento de la Calidad. Para que funcione, es necesaria una reforma que, de ser aprobada antes de finalizar este gobierno, proyecta grandes cambios.
Cambios en la acreditación de alta calidad
Desde hace 25 años, el Sistema de Aseguramiento de la Calidad ha evaluado a todas las instituciones de educación superior por igual. No se han tenido en cuenta las diferencias entre la formación técnica, tecnológica y universitaria; de maestría y doctorado. Una fórmula errónea que ha llevado a que esas entidades inviertan enormes recursos para ofrecer lo que el sistema les exige. Esta homogeneización ha afectado especialmente a las instituciones con menos recursos que tienen como misión formar profesionales, técnicos y tecnólogos, ya que el sistema es tirano con las que no producen conocimiento. Esto se debe a que el Ministerio de Educación (MEN) asumió la producción de investigación como un referente de calidad. Es decir, hoy se le exige a una técnica el mismo nivel de investigación de una universitaria, cuyo objeto es la investigación pura y dura. Esto ha ocasionado que de los 11.900 programas de pregrado y posgrado que existen, solo 957 estén acreditados, y de las 288 instituciones de educación superior que hay en el país, solo 49 cuenten con la acreditación de alta calidad. Pero, además de que el sistema ignora la diversidad de la educación superior, hay otros problemas igual de graves. Por un lado, no hay una coordinación entre el Consejo Nacional de Acreditación (CNA) –que evalúa, otorga y renueva la acreditación de las instituciones o programas para que sean reconocidas como de mayor nivel– y la Comisión Nacional Intersectorial de Aseguramiento de la Calidad de la Educación (Conaces) –que se encarga de evaluar, otorgar y renovar los registros calificados–, es decir, una licencia indispensable para que cualquier institución ofrezca un plan académico. Esa poca coordinación se evidencia cuando un programa obtiene la acreditación en alta calidad por el CNA, pero, si solicita la renovación de su registro calificado, Conaces lo niega. Por otro lado, los encargados de hacer esa evaluación en muchos casos hacen un dictamen subjetivo, porque el mismo sistema se los permite. Según la viceministra de Educación Superior, Natalia Ruiz Rodgers, “el par académico puede asegurar que el programa o la institución es una maravilla, pero después Conaces o el CNA tienen la posibilidad de decir que no es bueno y no se le otorga la acreditación o el registro”. Como si fuera poca la responsabilidad del par académico, él es quien se encarga, además, de evaluar el sistema financiero de las instituciones, aunque no cuente con ninguna experticia en el tema. Así las cosas, lo ocurrido con la Fundación Universitaria San Martín y la Universidad Autónoma del Caribe era de esperarse.
EL CAMBIO
Para corregir estos tropiezos, el MEN lanzó una propuesta que, según sus creadores, es un paso importante para transformar el sistema actual. Se trata de una matriz que evalúa a las instituciones por niveles educativos. Es decir,
de ellas deberá cumplir unas condiciones teniendo en cuenta su naturaleza y su diversidad. Sin embargo, aunque muchas se declaren como entidades de formación, esto no las exime de desarrollar investigación. Según Miryam Ochoa, profesora emérita de la Universidad Externado de Colombia y una de las expertas que ayudó a diseñar esta herramienta, al sistema se le fue la mano en estos últimos 25 años al pedirle a las universidades de menor desarrollo que hicieran lo mismo que las de mayor desarrollo. “Ahora se les va a valorar desde sus propias misiones y a exigir que cumplan con lo que prometen, según sus posibilidades. Obvio que deben desarrollar pesquisas, porque es propio de su naturaleza, pero con un peso distinto al de las universidades, que se declaran de investigación”. Para Mauricio Alviar, exrector de la Universidad de Antioquia y otro de los especialistas que ayudó a la creación de este nuevo referente, el grave problema del Aseguramiento de la Calidad está en la evaluación. “Cuando los pares académicos están evaluando y verifican que la institución concuerda con lo que dice tener, en ese momento encontramos que los instrumentos que se estaban utilizando no eran los más adecuados”. Pero se espera que esta matriz reemplace esos instrumentos. Según el MEN, este mecanismo ya viene con 14 condiciones que el par debe evaluar, las cuales estarán en manos de los rectores y vicerrectores, quienes antes de que soliciten la evaluación ya sabrán qué esperan de ellos y qué deben mejorar. Por lo tanto, ya no habrá espacio para la subjetividad. Además, el MEN enviará a un grupo de expertos, aparte de los pares, para que evalúen específicamente cómo la institución está planeando su financiación e infraestructura, etc. Para que exista una mejor coordinación en el sistema, la ministra de Educación, Yaneth Giha, explicó que si una institución quiere abrir por ejemplo un programa de logística de puertos en Barranquilla y replicarlo, con el mismo plan de estudios, en Buenaventura, este llevaría el sello de calidad de la institución y no tendrían que hacer una nueva solicitud de evaluación.
¿UN SALUDO A LA BANDERA?
La buena intención de esta herramienta podría quedarse solo en eso, buena intención. Para que esta propuesta transforme realmente el sistema y no se convierta en el gran saludo a la bandera, el MEN debe modificar el Decreto Único Reglamentario del Sector Educación 1075 de 2015 antes de agosto de este año, fecha en la que se termina este gobierno. Según la viceministra de Educación Superior, “la propuesta de modificación ya se presentó a las instituciones. Se corrigieron algunas cosas, y ahora solo falta presentarla a la ministra para que ella tome la decisión”. De no hacerlo, la idea de respetar la diversidad de las mismas, coordinar las salas de Conaces y el CNA y eliminar la subjetividad en la evaluación solo se quedará en un proyecto que bien puede ser tirado a la basura por los pares académicos. A pesar de que promete ser una buena iniciativa, para Carlos Mario Lopera, director del Observatorio de la Universidad Colombiana, para modificar el decreto “no hubo un sondeo real entre el sector, ni un análisis efectivo de costos, tiempos, situación legal e impactos para solucionar el tema. Hay buenas ideas, pero se necesita convencer al sector”. Pero, además, esta propuesta ha dejado en evidencia un tema que no parece cambiar mucho, y que Semana Educación ha denunciado antes: la calidad de los pares académicos. Según Miryam Ochoa, actualmente hay pares que ni siquiera saben escribir un informe o exigen condiciones que no son propias de la universidad que visitan. Por eso, dice Ochoa, esta herramienta no puede ir sola,“se requiere capacitación en evaluación como requisito para su selección, y que sean igualmente evaluados”.
“Los pares necesitan capacitación, pero antes de ser seleccionados, no después, como se hace actualmente”.