Ideas para salvar el campo
Un profesor y una rectora apuestan por detener la fuga de cerebros del campo hacia las ciudades. Fomentar los proyectos agrícolas desde el colegio es la clave.
Según el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp), en el país sobreviven 2,6 millones de jóvenes rurales, que están en condición de vulnerabilidad y carecen de oportunidades en sus lugares de origen. Por lógica, terminan migrando a las ciudades sin intención de regresar a sus veredas. La situación es tan grave que la Federación Nacional de Cafeteros ha manifestado que el campo se está envejeciendo y urgen acciones que detengan la fuga de cerebros. Frente a lo inevitable, unos pocos docentes, especialmente en áreas rurales, están llevando a cabo la titánica labor de enseñarle a los más pequeños las formas de emprender en el campo. Para lograrlo, están haciendo uso de los huertos o proyectos agrícolas, una estrategia pedagógica que las instituciones educativas han fomentado durante años en las zonas rurales del país. Sin embargo, lo que empezó como una simple asignatura de agropecuaria hoy es más que una materia en el plan de estudios. Pero, ¿cómo puede una pequeña huerta empoderar a un niño campesino? Hoy, cuando las directivas de un colegio crean un programa agrícola, no lo hacen solo para que sus estudiantes aprendan a sembrar leguminosas o pongan en práctica los conocimientos que ven en diferentes áreas. Para quienes están detrás de estas iniciativas, estas se ha convertido en la excusa perfecta para que los jóvenes no olviden sus costumbres y cultiven el deseo de crear empresa en las fincas donde nacieron. Semana Educación habló con un docente y una rectora sobre su empeño en retener el talento de los jóvenes campesinos a través de proyectos agropecuarios que se fomentan desde el colegio. A pesar de la falta de recursos y de la voluntad gubernamental, han logrado entusiasmar a muchos e incluso ya tienen varios proyectos de emprendimiento.