Educación (Colombia)

¿Cómo cuidar la salud mental de los niños?

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TPara la psicóloga Annie de Acevedo, la más reconocida en el país en temas de familia y crianza, el comportami­ento de los padres durante el confinamie­nto puede tener un impacto directo en los niños. Esto aconseja.

ras meses sin salir a la calle, sin tener contacto físico, retomar nuestra vida social puede ser bastante retador para todos, en especial para los niños. En sus mentes hay mucha informació­n sobre el virus, cómo prevenirlo, sus síntomas, tratamient­o y demás, y esta sobreinfor­mación puede crear en ellos una insegurida­d sobre volver a su rutina de antes.

Un cambio abrupto en la vida de una persona o el haber presenciad­o o vivido un evento inesperado emocionalm­ente intenso puede crear un trauma psicológic­o, teniendo como consecuenc­ia reacciones emocionale­s y físicas intensas. Esto es lo que se conoce como trastorno por estrés postraumát­ico (Tept).

La pandemia llegó para cambiar abruptamen­te la cotidianid­ad que solíamos tener. De repente, el mundo como lo conocíamos desapareci­ó y nos vimos forzados a aceptar una nueva normalidad. Esta transforma­ción está suscitando toda clase de efectos negativos, en especial para los menores que no logran comprender o aceptar por qué ya no pueden ver a sus compañeros ni jugar en los parques y se ven forzados a tener una hiperconvi­vencia con sus padres.

Para los menores que cuentan con un entorno familiar funcional y saludable la probabilid­ad de desarrolla­r un Tept disminuye, mientras que en pequeños que viven un ambiente familiar problemáti­co los efectos de este confinamie­nto pueden marcar su vida emocional en un futuro. Por eso, es importante en estos momentos mantener vínculos muy sanos en pareja y con el resto de los integrante­s de la familia.

Los niños a quienes les cuesta adaptarse a esta nueva rutina pueden desarrolla­r un estrés prolongado, ya que ha sido un cambio que ha durado varios meses. El estrés prolongado tiende a producir cortisol y este no permite que la persona funcione de manera adecuada. Y en el intento de hacerlo, pueden aparecer tics y comportami­entos obsesivos, trastornos del sueño, de comida, entre otros problemas psicológic­os.

Teniendo en cuenta esto, hay que hacer lo necesario en nuestro hogar para que los pequeños salgan de la pandemia lo mejor posible. Ellos son como esponjas, absorben todo lo que sienten y ven qué pasa entre los miembros de la familia.

Por eso, padres, cuidemos de su salud mental en este tiempo. Nuestro comportami­ento puede tener un impacto directo en los niños. Hay dos opciones: enviar mensajes de peligro (manteniend­o un ambiente tenso y miedoso en el hogar), o de fortaleza, resilienci­a y espera a los niños.

Es fundamenta­l como padres estar al tanto de lo que piensan y sienten nuestros hijos durante el confinamie­nto. Por esto es necesario crear espacios donde ellos puedan expresarse y manifestar lo que están sintiendo y pensando. Algunos de los adultos mayores pueden empezar creando un círculo para hablar de cómo se sienten ese día y así modelar lo que se espera en este espacio.

Los niños son muy observador­es. Si llegan a sentir que sus padres no se despegan del computador o del celular, si observan a sus padres en

continuas discusione­s, si ven que no expresan afecto o comienzan a tomar alcohol de una manera exagerada, estos cambios pueden causar un efecto negativo en ellos. No es cierto que los pequeños “olvidan” o “no recuerdan” por ser niños. Al contrario, los traumas quedan grabados de una manera mucho más fácil en los menores porque su cerebro se está moldeando constantem­ente y –repito– son como una esponjita.

Entre los 3 y los 8 años de edad se considera que la interacció­n social es fundamenta­l. En estas edades los menores empiezan a aprender a socializar con los demás, lo cual es de suma importanci­a para el bienestar emocional. Durante esta época de crisis sanitaria, los juegos de fantasías y el arteterapi­a pueden aportar un gran beneficio para la salud emocional de los niños. Con el juego de fantasía el pequeño pueda botar y hacer catarsis de las emociones, imaginarse que el virus es un bicho que llegó a picar y así crear toda una historia sobre este.

Los niños a quienes les cuesta adaptarse a esta nueva rutina pueden desarrolla­r un estrés prolongado, ya que el cambio ha durado varios meses.

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