¿Y cómo estudian en el campo?
Con el cierre de las instituciones educativas por la pandemia, quedaron claras las enormes brechas en acceso a tecnología y conectividad entre los estudiantes. En especial, los del campo carecen en su inmensa mayoría de la posibilidad de continuar virtualmente.
Según el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Pontificia Universidad Javeriana, el 96 por ciento de los municipios del país no están en capacidad de implementar lecciones virtuales en colegios oficiales.
Además, el 63 por ciento de los estudiantes en educación media de colegios públicos de Colombia no tienen acceso a internet ni computador en su hogar. Eso evidencia la dificultad de cientos de miles de alumnos para continuar estudiando en medio de la crisis sanitaria.
Por eso, los profesores e instituciones educativas en las zonas rurales tuvieron que afrontar una situación casi sin precedentes, continuar el proceso educativo con los colegios cerrados y los niños en casa. ¿Cómo lo hicieron?
LAS HUERTAS SE CONVIRTIERON EN SALONES
El municipio de Güicán de la Sierra se alza a 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar. Hay cóndores, ovejas, lagunas, glaciares y una famosa virgen de rasgos indígenas que los pobladores llaman con cariño la Morenita. Allí, en el oleaje de montañas de la cordillera Oriental, los estudiantes de la Normal Superior Nuestra Señora del Rosario cambiaron computadores y tabletas por el azadón, el metro y la piqueta.
El colegio entregó semillas a las 550 familias de los 800 estudiantes de la institución. Aunque la mayoría tiene su pedazo de tierra para sembrarlas, muchos niños, en especial los del casco urbano, plantaron las suyas en botellas plásticas o en bolsas de leche, que, por el lado revés, sirven de improvisadas materas donde crecerán sus plantas.
Yahén Sandoval, profesora de matemáticas en la escuela de Güicán, es una de las abanderadas para que en la cuarentena los niños no dejen de recibir sus clases.
Yahén decidió utilizar la emisora del pueblo, Radio Güicán, para contrarrestar este problema. Ella se encarga de enviar los audios, y todas las mañanas, entre las nueve y las once, los niños sintonizan la frecuencia 89.6 FM y escuchan por los parlantes la voz de su profesora, en un espacio bautizado El maestro llega a tu casa. En el programa da instrucciones para que los niños aprendan matemáticas, al medir la tierra; ciencias, al estudiar el ciclo de vida de las plantas; y español, al redactar informes de los avances del cultivo. Cada 15 días, personal del colegio recoge las tareas asignadas.
Maestros, padres y alumnos esperan que en unas semanas, cuando las semillas florezcan y los niños recojan su cosecha de lechugas, zanahorias y cilantros, las puertas del colegio ya estén abiertas
LAS TAREAS LLEGAN CON EL LECHERO
En el páramo del Almorzadero, en la cordillera Oriental, ir a la escuela siempre ha sido una odisea. Los niños que viven en este sector forman parte de la llamada población dispersa. Las clases empezaban a la seis de la mañana, así que se levantaban a las cuatro para llegar a tiempo; algunos debían caminar hasta una hora y media mientras el frío les calaba los huesos.
La pandemia ha vuelto este proceso aún más complejo. Los niños ya no pueden ir a la escuela, deben aprender en casa, pero, lo que es difícil para cualquier estudiante, para ellos lo es más todavía. Mientras que muchos aprenden por medio de llamadas grupales o Whatsapp en las ciudades, o a través de la radio o la televisión en las zonas rurales, en el páramo de Santander los niños no tienen señal de radio, de televisión ni de celular. Mucho menos acceso a internet.
Doña Leonor tuvo que caminar más de una hora para subir a una loma y encontrar la señal de celular. Necesitaba preguntarle a la profesora qué
LA RADIO, LA GRAN ALIADA
El municipio de Hato Corozal, en Casanare, cobija extensas sabanas que se extienden por 5.000 kilómetros cuadrados, atravesados por ríos, caños y quebradas. Solo el 40 por ciento de los estudiantes tienen acceso a internet y apenas el 10 por ciento de las familias cuentan con un paquete de pago mensual con algún operador. Muchos hogares solo poseen un teléfono, que pasan de mano en mano y recargan en misceláneas, mercados y otros comercios, que hoy permanecen cerrados.
Por eso, cuando las clases presenciales se suspendieron, Wilver Alexánder Tovar, rector del colegio Luis Hernández Vargas, no hallaba cómo dictar las clases virtuales. Hoy, con una corta frase explica lo que sintió cuando empezó la cuarentena: “La conectividad nos mató”.
Tovar sabía que las clases no eran una opción. Entonces, decidió pedir ayuda al director de la emisora del pueblo, Deyler Escalante, consciente de que allí la señal de radio llega a donde internet no: a las 16 veredas del municipio. Con la ayuda de Escalante, en Capibara Stereo 107.7 FM se abrió un espacio de
Para muchos, las clases por radio y correspondencia constituyen una vuelta al pasado: a los tiempos de Radio Sutatenza, aquel proyecto radial de la Acpo.
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