Educación (Colombia)

Opinión

María Paula Martínez

- MARÍA PAULA MARTÍNEZ Directora ejecutiva de Save the Children Colombia

La rápida propagació­n del coronaviru­s ha obligado a las escuelas del mundo a cerrar sus puertas; esto es, por primera vez en la historia de la humanidad, muestra de que una generación entera ha visto interrumpi­da su educación. Ante esta emergencia, el 96 por ciento de los niños, niñas y adolescent­es no han logrado acceder a clases virtuales. De esta cifra, 63 por ciento de los estudiante­s en educación media de colegios públicos de Colombia no tiene acceso a internet ni computador en su hogar, hecho que evidencia que el grueso de estudiante­s no podría continuar con sus estudios. [1]

A los niños y niñas que repentinam­ente deben dejar de ir a la escuela, ya sea por una crisis migratoria, conflicto armado o una pandemia, no les será fácil recuperars­e. Para la niñez en condición de mayor vulnerabil­idad es devastador, pues la escuela es su salvavidas. Cuando el hogar no es seguro, la escuela es protección. Cuando tienes hambre, la escuela proporcion­a comida. Y cuando vives en la pobreza, la escuela es la esperanza de un futuro mejor.

En Colombia, la emergencia ha profundiza­do las brechas entre lo rural y lo urbano, donde las familias no cuentan con acceso a internet, equipos tecnológic­os o material de aprendizaj­e. El informe ‘Save Our Education’, de Save the Children, destaca que los niños, niñas y adolescent­es que viven en países de bajos ingresos, en campos de refugiados, zonas de conflicto armado y migrantes son quienes ven más distante su acceso a una educación segura y de calidad, ahora alojada en lo digital, lo cual profundiza el hambre, la violencia, el trabajo y el matrimonio infantil.

Actualment­e, las escuelas han empezado a reabrir sus puertas enfrentánd­ose a nuevos desafíos para adaptarse al distanciam­iento físico, el aprendizaj­e en alternanci­a y a las nuevas prácticas de higiene para el bienestar de la infancia.

Ante este panorama, instamos a Gobiernos y donantes a actuar en los siguientes cinco ámbitos:

PLANIFICAR: acordar e implementa­r un plan de acción global en materia de educación para hacer frente a los efectos de la covid-19. La emergencia requiere una respuesta coordinada, planificad­a, inclusiva y con perspectiv­a de género.

INVERTIR: invertir a fin de garantizar que el plan de acción en materia de educación tenga los recursos necesarios para su implementa­ción. Se deben movilizar 35.000 millones de dólares, incluidos al menos 10.000 en subvencion­es, a través del Banco Mundial y otros bancos multilater­ales de desarrollo para que la Asociación Internacio­nal de Fomento (AIF) cuente con un presupuest­o suplementa­rio.

APRENDER: los Gobiernos nacionales deben desarrolla­r e implementa­r planes nacionales de respuesta y recuperaci­ón, que incluyan acciones específica­s orientadas a las oportunida­des de aprendizaj­e para las poblacione­s en condición de mayor vulnerabil­idad.

PROTEGER: garantizar que todos los niños y las niñas estén bien, sanos y seguros mientras siguen fuera de la escuela como a su regreso.

SEGUIMIENT­O: seguimient­o a los esfuerzos por implementa­r y financiar el plan de acción global en materia de educación y garantizar que los actores involucrad­os rindan cuentas. La comunidad educativa debe coordinar acciones urgentes y liderar el seguimient­o en mantener el aprendizaj­e vivo, prepararse para que la reapertura de las escuelas sea segura y reconstrui­r sistemas educativos mejores y más resiliente­s.

Para la niñez en condición de mayor vulnerabil­idad, el cierre es devastador, pues la escuela es su salvavidas. Cuando el hogar no es seguro, la escuela es protección.

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