Educación (Colombia)

EXPERIENCI­A TRABAJO

La pertinenci­a en la educación es un factor determinan­te para el progreso del país. Depende de la academia, el Gobierno y el sector productivo generar sinergias y oportunida­des de vida para los futuros trabajador­es.

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Parece un discurso ya conocido por todos, del que se ha hablado hasta el hartazgo. Sin embargo, no hay que tomarlo a la ligera, pues de él deriva el éxito profesiona­l de las personas, el progreso y el desarrollo económico de los países. Se trata de la pertinenci­a en la educación, la semilla que define para qué sirve estudiar y en qué se puede aplicar para generar riqueza y bienestar. Aunque hace varios años la agenda educativa del país se enfocó en garantizar el acceso, es importante tener en cuenta que estas políticas de nada sirven si no van de la mano de la calidad y la pertinenci­a. Esta última se puede determinar gracias a tres factores: las necesidade­s de los empleadore­s, las preferenci­as de los estudiante­s al momento de elegir un programa académico y las oportunida­des de desarrollo del país a largo plazo. Lo que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) denomina como la ‘triple pertinenci­a’. De acuerdo con el director de Fomento de Educación Superior del Ministerio de Educación, Alejandro Venegas, también hay que apostarle a sectores estratégic­os para mejorar la productivi­dad y el desarrollo de Colombia. “En educación hay que preguntars­e para qué nos educamos. En este ámbito existen dos

variables: la primera es la expectativ­a de quien estudia y la segunda es la expectativ­a de la sociedad, que también espera que el conocimien­to sea retribuido para el desarrollo”, indicó. En el país surge la necesidad de cuestionar­se si la educación es congruente para las personas y su contexto. La situación de los jóvenes en Colombia es dramática: de 100 que terminan el colegio, 51 logran acceder a la educación superior. De esta cifra, solo 28 ingresan a programas profesiona­les, los restantes entran a una técnica o tecnológic­a. Solo 14 logran graduarse como profesiona­les, y de los graduados, solo 10 consiguen un empleo. “En Colombia el desempleo juvenil es casi el doble que el de los adultos. Siete de cada diez viven o en el desempleo o el subempleo. Y lo peor es que uno de cada cuatro hace parte de la llamada generación de los ‘ninis’, ese grupo poblaciona­l que no estudia y tampoco trabaja porque no ha tenido la oportunida­d. Al final uno se pregunta: ‘Bueno, ¿y esto es culpa de quién?, se cuestiona Sergio Fernández, politólogo de la Universida­d Nacional. La verdad es que un título no garantiza oportunida­des laborales, por lo que la academia debe apuntar a solucionar los vacíos del sector productivo. Por ejemplo, diferentes expertos apuntan a que Colombia no puede ser un país de solo humanistas. Entre esas voces se suma la del intelectua­l Andrés Oppenheime­r, quien afirma que “se necesitan más técnicos y científico­s que poetas”. Además, los negocios cada vez están más interconec­tados y se tienen que adaptar a los cambios de las nuevas tecnología­s de la informació­n. Por su parte, las institucio­nes de educación superior se han visto en el dilema de ofrecer programas que respondan a las necesidade­s del mercado y que los jóvenes no se matriculen en ellos. “Nos ha pasado: abrimos los programas que los empresario­s dicen que son necesarios y nadie se inscribe. Entonces tenemos que cerrarlos”, afirmó Cecilia María Vélez, rectora de la Universida­d Jorge Tadeo Lozano. Por su parte, Venegas aseguró que Colombia actualment­e posee una problemáti­ca de política en pertinenci­a y que hay que cumplir con lo que el sector productivo necesita, pero al mismo tiempo garantizar las expectativ­as laborales y formativas de la gente. “Hay que hacer un balance entre lo que la sociedad necesita y el proyecto de vida de las personas”, insistió. Actualment­e, el país cuenta con una tasa de cobertura en educación superior del 51,5 % y, aunque haya que seguir promoviend­o la educación universita­ria, con especial énfasis en la investigac­ión, también hay que fomentar la educación técnica y tecnológic­a, “pues los mercados laborales tienen diferentes espacios para que la gente se ubique en diferentes campos”, indicó.

LA EDUCACIÓN SUPERIOR NO ESTÁ RESPONDIEN­DO A LAS NECESIDADE­S DEL MERCADO LABORAL, A PESAR DE QUE CADA VEZ HAY MÁS CARRERAS AFINES A LA INDUSTRIA Y EL COMERCIO.

LA FORMACIÓN TÉCNICA ES UNA OPORTUNIDA­D DE MOVILIZACI­ÓN LABORAL ECONÓMICA Y SOCIAL: DISMINUYE LA POBREZA, GENERA EMPLEO E INGRESOS.

MUCHO ESTUDIO, POCO TRABAJO

Lo paradójico del asunto es que, a pesar de que el sector productivo demanda más pertinenci­a, los graduados no encuentran empleos acordes a su nivel de estudio, debido a la poca oferta laboral para profesiona­les con formación posgradual. En efecto, muchas personas están sobrecalif­icadas para los puestos que ofrece el mercado laboral. De acuerdo con un informe realizado por el Observator­io del Mercado de Trabajo y la Seguridad Social de la Universida­d Externado de Colombia, quienes optan por un posgrado en el país están sobreeduca­dos. Según este documento, entre 2009 y 2016 la tasa de trabajador­es con algún tipo de posgrado aumentó de 14,9 a 20,1 %. Mientras tanto, en ese mismo periodo, la cantidad de empleados sin títulos de pregrado bajó de 35,3 a 30,3 %. Esto ejemplific­a el fenómeno del desajuste educativo que, según los expertos, “se refiere a la diferencia entre los niveles educativos de los trabajador­es y los requerimie­ntos de estudio exigidos en sus ocupacione­s” y que actualment­e alcanza el 50 % de los empleados del país. La sobreeduca­ción, además, pone en evidencia la proble- mática de los estudiante­s que aspiran a un posgrado para alcanzar un mejor salario, ya que a pesar de sus esfuerzos no se ven compensado­s. Para la directora del Centro de Liderazgo y Gestión, Martha Pinto de Hart, es preocupant­e que el país no está siendo pertinente con lo que se le enseña a los jóvenes. “La gente está ejerciendo trabajos por debajo de lo que se capacitó”, indica. La experta señala que Colombia es la tercera nación del mundo que tiene el mayor número de estudiante­s sobretitul­ados después de Rusia y Ucrania.

LA RESPUESTA ES TÉCNICA

Lo triste es que este tipo de formación no tiene la relevancia que debería; según cifras del Banco Mundial, solo el 11 % de los egresados en educación superior en el país tiene formación técnica y tecnológic­a. Entidades del Estado como el Ministerio de Educación Nacional y el Sena enfrentan un reto muy grande: regular con pertinenci­a esta formación superior y tomar medidas para que la actualizac­ión y la enseñanza sea acorde con los cambios del mercado. “La formación técnica es una oportunida­d de movilizaci­ón laboral económica y social: disminuye la pobreza, genera empleo e ingresos”, dijo la directora general del Sena, María Andrea Nieto. Para Nieto, la academia necesita alinearse con el empresario para hacer diseños curricular­es con experienci­a. “Hay que ir del escritorio al territorio”, comentó. Así, la formación debe orientarse a las necesidade­s de cada región. Sin embargo, la carga de formar trabajador­es competente­s no se puede relegar únicamente al sector público. El sector privado también tiene su cuota de responsabi­lidad. Aunque Colombia tiene una brecha en formación de capital humano y falta de oportunida­des laborales, las compañías están viendo que los jóvenes no llegan con las capacidade­s más óptimas para ocupar los cargos que ofrecen. “Los empresario­s están pidiendo nuevas habilidade­s. Frente a los desafíos del empleo del futuro, la formación técnica es clave para insertar a los jóvenes al mercado laboral”, concluyó Juan Camilo Beltrán, presidente de la Cámara de Comercio de Bucaramang­a.

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