PORQUE EL CAMPO SÍ ES BUEN NEGOCIO
Una pregunta recurrente entre los jóvenes de Chaparral, en el sur del Tolima, es qué hacer luego de terminar la escuela. ¿Irse a Bogotá o Ibagué para buscar un trabajo? ¿Prestar el servicio militar? ¿Olvidar la idea de ingresar a la universidad porque no es posible por razones económicas y de distancia? Arlis Montilla, rector de la Institución Educativa Camacho Angarita de la vereda El Limón, entendió que la nueva generación de campesinos necesita oportunidades en la región y que en los negocios agrícolas está la solución para que no abandonen sus tierras. Este profesor buscó recursos de organizaciones internacionales y respaldo de agencias del Gobierno para promover la financiación de empresas rurales creadas por los estudiantes. Los jóvenes, con el apoyo de los docentes de la institución, aprenden a gestar proyectos productivos (siembra de café, ganadería, piscicultura, entre otros). Luego de armarlos, ellos los presentan ante un comité que elige los mejores para ser financiados. “El año pasado terminamos un proyecto de ganadería y a cada muchacho le tocaron 950.000 pesos libres. Uno de ellos utilizó ese dinero para costear parte del primer semestre de la universidad”, comenta Montilla.