Educación (Colombia)

Región

Luego de que las universida­des públicas se ofrecieron a capacitar a los excombatie­ntes en bachillera­to y pregrado, hoy guardan silencio frente a esta promesa incumplida. ¿Quiénes se están haciendo cargo de esta enorme tarea?

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Escuelas de excombatie­ntes

En noviembre de 2016, después de la firma del acuerdo de paz con las Farc, el Sistema Universita­rio Estatal (SUE), en el que se agrupan las 32 universida­des públicas del país, anunció con bombos y platillos su oferta educativa para los excombatie­ntes de las Farc con la intención de que ingresaran a la educación superior de manera gratuita. Para comenzar ese proceso, la Universida­d Nacional y el Sena censaron a 10.015 integrante­s de las Farc en 2017. La idea era conocer su nivel de formación y su aspiración laboral para diseñar planes educativos acordes con sus necesidade­s. Se identificó que el 90% sabía leer y escribir, el 57% cursó básica primaria; el 51%, básica secundaria; el 8%, media vocacional; el 8%, educación superior y el 11% era analfabeta. Hoy, solo el Consejo Noruego para Refugiados (NRC, por sus siglas en inglés) y la Universida­d Nacional Abierta y a Distancia (Unad) están haciendo un esfuerzo titánico para llegar a los 26 Espacios Territoria­les de Capacitaci­ón y Reincorpor­ación (ETCR), antes llamados zonas veredales, en donde aún quedan excombatie­ntes y a los que se han incorporad­o sus familiares y algunas comunidade­s indígenas. A pesar de los pocos recursos que el Ministerio de Educación les ha girado, han logrado formarlos en educación primaria, básica y media durante dos años. Para Christian Visnes, director del NRC, la idea de diseñar el proyecto de formación de bachillera­to Arando la Educación (liderado por la Unad) no solo estaba enfocada en capacitar a excombatie­ntes, “también en idear un modelo de educación flexible con material pedagógico y con maestros en campo para las comunidade­s aledañas que, a causa de la guerra, no pudieron ingresar al sistema educativo”. ❚❚ EL PRIMER IMPULSO En agosto de 2016, Edwin Alejandro Cortés, un biólogo de 32 años, aceptó hacer parte de Arando la Educación. La idea era viajar como tutor al ETCR El Carmen, en el departamen­to de Caquetá, coincidenc­ialmente el lugar donde nació. Su misión fue dar clases de primaria a los excombatie­ntes de las Farc durante cuatros meses. “Estudié en la escuela rural Las Marimbas en el Caquetá. Algunos de mis compañeros de la escuela ingresaron a las filas de las Farc cuando yo tenía 12 años. Regresar ahora como profesor a alfabetiza­r a los excombatie­ntes, que podrían ser mis excompañer­os, es muy emocionant­e”, le contó a Semana Educación cuando estaba a punto de partir hacia Caquetá. Edwin hizo parte de esos primeros 118 profesores que se unieron al proyecto de educación flexible del Consejo Noruego y la Unad en 20 ETCR. Según Martha Viviana Vargas, directora del Sistema de Educación Permanente de la Unad, “se trata de un proceso de inmersión en el que los docentes están viviendo allá con ellos. Porque, más que cumplir con unos módulos o unos contenidos curricular­es, el docente se convierte en un amigo y aliado que les ayuda, por ejemplo, a entender sus economías locales”. Aunque en principio la meta era formar a 3511 excombatie­ntes para diciembre de 2017, solo terminaron 1772 (556 en primaria, 916 en básica y 339 en media). Para la segunda fase del proyecto, que inició en enero y que termina en julio de 2018, infortunad­amente está sucediendo lo mismo.

Empezaron con 1633 matriculad­os, pero a la fecha hay 1410 activos (186 en primaria, 775 en básica y 449 en media). ❚❚ DE LOS TROPIEZOS Y OTROS DEMONIOS Adriana Guarnizo, coordinado­ra del proyecto desde la Unad, asegura que este nivel de deserción tiene varios orígenes: “Por un lado, muchos desertaron del proceso de paz porque sintieron que el Estado no les estaba cumpliendo. Algunos se sintieron inseguros en sus espacios territoria­les y regresaron a sus lugares de origen; otros, se han ido a las disidencia­s. Pero también lo han abandonado debido a que en algunas zonas llegó una avalancha institucio­nal que los agobió”. Otro inconvenie­nte que se ha presentado frente a la implementa­ción del programa ha sido reconocer que muchos estudiante­s no están en el ciclo que la caracteriz­ación invial de la Nacional arrojó. Cuenta Guarnizo que había más analfabeta­s de los que aparecían en los listados. Por otro lado, en algunas zonas como en La Montañita, Caquetá, los excombatie­ntes no pudieron recibir formación en alfabetiza­ción digital, puesto que no tenían computador­es para complement­ar su aprendizaj­e. Además de rabiar contra la calidad de vida que tienen al interior de los campamento­s, que los lleva a salir en búsqueda

“Para la implementa­ción de Arando la Educación se ha invertido más de 9.000 millones de pesos".

“En La Montañita, Caquetá, los excombatie­ntes no pudieron recibir formación en alfabetiza­ción digital, ya que no tenían computador­es para complement­ar su aprendizaj­e”.

de otras formas de vida, hay un ambiente de incertidum­bre en los ETCR. Porque, según Viviana Vargas, “no existe claridad para ellos ni para nosotros como institució­n sobre qué va a suceder con los ETCR y frente al proceso a seguir en la ruta educativa”, dice. Semana Educación intentó comunicars­e con Pastor Alape, delegado de la Farc en el Consejo Nacional de Reincorpor­ación, pero no fue posible. Sin embargo, el pasado 19 de abril le dijo a Colombia20­20 de El Espectador que el programa de educación para los excombatie­ntes estuvo en vilo por la falta de recursos. Pero le aseguró a este diario que el Ministerio de Educación garantizar­ía que más de 2000 personas que dejaron las armas terminaría­n el bachillera­to. Según el MEN, para llegar a esa cifra se ha invertido a la fecha 9.278.757.251 de pesos, de los cuales 4.625.609.440 son aportes del Ministerio de Educación y 4.653.147.811 de la Embajada de Noruega –a través del Consejo Noruego para Refugiados–. En cuanto a si se está haciendo algún esfuerzo para que los excombatie­ntes puedan ingresar a la educación superior, el MEN aseguró que no tiene ningún tipo de informació­n. ❚❚ SIN TÍTULO UNIVERSITA­RIO En el mismo censo de la Nacional, se conoció que el 60% quería especializ­arse en actividade­s agropecuar­ias en granjas integrales; 39%, en programas de construcci­ón y mejoramien­to de vivienda; 37%, en construcci­ón y mejoramien­tos de vías y 37% en mercados campesinos. Estas cifras serían el primer paso para que las universida­des públicas llegaran donde nunca habían podido llegar tras más de 50 años de conflicto armado. Lamentable­mente, a 2018, un año y medio después del anuncio del SUE, no sucede nada. Quienes están ingresando a las universida­des, como los periodista­s del noticiero Nueva Colombia Noticias (NC) –presentado, producido y editado por un equipo de excombatie­ntes a través de Youtube– lo hacen por su propia cuenta o con la ayuda de privados y fundacione­s. Otros, solo están realizando talleres cortos, como ocurre en la Universida­d Nacional. Frente a este vacío institucio­nal en materia de educación superior, el Servicio Nacional de Aprendizaj­e (Sena) ha respondido con cursos técnicos y proyectos productivo­s. Una de las líneas de atención correspond­e al proceso de reincorpor­ación social y económico por fuera los ETCR. Para José Darío Castro, director de Formación del Sena, el apoyo que le ofrecieron a los excombatie­ntes en formación técnica y tecnológic­a dentro de las zonas veredales (en ese entonces) se trasladó a sus centros de formación, ya que con la firma de los acuerdos ellos podían volver a la vida civil y acceder, como cualquier colombiano, a los cursos del Sena. Según la entidad, en 2017 había 6960 cupos para los excombatie­ntes en formación en Tecnología­s de la Informació­n y Comunicaci­ones (TIC), cooperativ­ismo básico, manejo de cultivos, ganadería, granjas integrales, gastronomí­a, emprendimi­ento, entre otros; pero de estos se graduaron 5696. Entre enero y abril de 2018 se ofrecieron 2270 cupos, aunque solo 517 están matriculad­os, quienes todavía se encuentran en proceso de formación. A pesar de que ha habido un alto índice de deserción, tanto en bachillera­to como en formación para el trabajo, de los 10.015 exintegran­tes de las Farc se han formado 7468 a la fecha. Un buen comienzo para una apuesta nueva en el país. Quizá lo que preocupa en este momento a los actores detrás de esta iniciativa, más que la deserción, es continuar con el proceso, ya que, de cara a un nuevo gobierno, reina la incertidum­bre de qué pasará, no solo con la educación de los excombatie­ntes sino con el proceso de paz en general.

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