Aronofsky se ganó al público de Cartagena
El Festival Internacional de Cine de la heroica le rindió tributo al director estadounidense.
Entró por la puerta principal del Teatro Adolfo Mejía y de inmediato se escuchó el aplauso.
Darren Aronofsky, el director de películas como Réquiem por un sueño y El cisne negro, estuvo presente en el tributo que el Festival Internacional de Cine de Cartagena le tenía preparado.
A eso de las 7: 30 p.m. del pasado jueves, el realizador norteamericano ingresó a la sala principal y saludó a quienes lo esperaron dos horas antes a las afueras del escenario para poder verlo y tal vez, hacerle una pregunta.
No se sentó adelante como uno creería. Al contrario, estuvo en unas de las filas del medio, mientras pasaban un video que combinaba en 10 minutos los momentos más recordados de sus películas.
Diana Bustamante, directora del Festival, le dio la bien- venida al director y le pidió que subiera al escenario para que por una hora aproximadamente hablara de cine, del que él hace, y tal vez decir unas cuantas palabras en español.
Aronofsky habló sobre su experiencia y dio algunos consejos. Explicó que cada película a realizar es una crisis para el director y que la magia del cine está en que se puede conectar con todo el mundo.
“Cada proyecto (filme) es una travesía que puede durar cinco o diez años. Siento en el estómago cuando una historia me gusta”, dijo en la conversación, e indagado por el público sobre si era un director muy pegado a los actores, es decir que estuviera encima de ellos, comentó: “cada actor es único y se debe respetar el proceso de cada uno, su forma de hacer el trabajo”.
Hubo hasta espacio para que Salvo Basile, presidente de la junta directiva del Festival, preguntara desde las graderías en un par de ocasiones, oportunidad que Darren vio para decirle “tome asiento”, invitán- dolo al escenario para que con el periodista Juan Carlos Arciniegas, siguieran el conversatorio. Un momento que causó risa entre los espectadores.
Al final, luego de una amena charla, el director recibió
de manos de Amparo Grisales, un trofeo como reconocimiento a su trabajo en el cine y su visita a Cartagena.
Un hombre carismático que supo ganarse al público asistente al Festival desde el principio