HERZOG, UN “PRÍNCIPE” POCO CARISMÁTICO
Dirigente del Partido Laborista israelí desde 2013, Herzog ha sabido reconducir la formación tras años de caída libre, hasta situarla en la primera posición en intención de voto de cara a las elecciones del 17 de marzo. En buena medida debe esta recuperación a que ha sabido atraer a su plataforma electoral a Tzipi Livni, líder del centrista Hatnuá, tras su destitución en diciembre por Benjamin Netanyahu como titular de Justicia y jefa negociadora con los palestinos. Los sectores más radicales lo han caricaturizado luciendo “kufiya” por sus declaraciones a favor del diálogo con los palestinos, y suele aparecer en un popular programa televisivo como un niño que se arropa detrás de Livni, parodiado con su característica voz algo nasal. Sus detractores lo tachan de pusilánime y de no gozar de experiencia en materia de seguridad, por lo que no habría de confiarse en él -ni en Livni- en situación de guerra. No obstante, Herzog goza de unas credenciales sin las cuales nunca habría llegado a estar tan cerca de saborear el triunfo. Y es que este abogado de 54 años pertenece a un linaje que aglutina aristocracia política, religiosa y militar, lo que le convierte en un “príncipe” que, pese a su discreción, por primera vez tiene posibilidades reales de alcanzar el trono.