Diamante eléctrico estrena hoy “B”
La banda bogotana de rock lanza hoy su segundo álbum, con el que planean cautivar más público.
Andy (baterista), Juan (cantante y bajista), y Daniel (guitarrista), son Diamante eléctrico, una banda bogotana que lleva dos años reviviendo el sonido crudo y tosco del rock vieja guardia.
¿Por qué decidieron llamarse Diamante eléctrico?
“Cuando empezamos a ensayar, sin ninguna pretensión de nada, tocamos una canción que se llama así, Diamante eléctrico, y es una analogía de ver a una persona que hace mucho no veías y brilla como un diamante eléctrico, y nos dimos cuenta de la connotación mística que tiene un diamante, nos gustó y lo apropiamos”.
¿Cómo es Diamante eléctrico, su primer álbum, y cómo es B, que lanzan hoy?
“Diamante eléctrico tiene un sonido de ‘garage’, con sonidos muy de los 60, muy chatarrero. B sigue teniendo la esencia chatarrera de Diamante, pero tiene más colores y matices en cuestión de sonido y producción”.
¿Cómo han sentido ese ritmo de la banda?
“Ha sido intenso porque apenas llevamos tres años y ya tenemos dos álbumes, pero sentimos que lo hemos hecho es el año en que surgió para la música Diamante eléctrico, en junio. todo bien, no estamos incómodos con nada porque lo hemos hecho todo a pulso desde el comienzo, hemos sido prolíficos y seguiremos así”.
¿Cómo lograron una unidad en tan corto tiempo?
“Siempre ha habido admiración mutua entre los tres. Desde los ensayos supimos que había algo especial y todo se desarrolló naturalmente”.
¿En qué radica el éxito de la banda?
“En las canciones auténticas de la banda. Ellas son las que crean el vínculo del público con el grupo a través del mensaje que interpretan”
Gtiene un monólogo de su medida. Es su montaje teatral Dieta de amor, creada por primera vez en 1994 —esta obra es de re-creación constante; el cambio es lo único permanente en ella—, con el cual participa en el Primer Festival Nacional de Monólogos «Un cuerpo, muchas voces», que se realiza en Manizales.
Dieta de amor contiene segmentos Historia del joven celoso, Las causas de los monstruos y un hombre que era extranjero hasta de sí mismo, segmentos de este montaje que bien puede durar una hora.
Además de textos basados en el Libro de la selva y la vida de Horacio Quiroga, un hombre que estuvo signado por la muerte —mató accidentalmente a su mejor amigo, dos hermanos suyos murieron de fiebre tifoidea, su padrastro se suicidó y él mismo también lo hizo—, esta obra también incluye fracciones autobiográficas de este actor de Envigado.
“Es un personaje flaco y loco que de pronto se quita la camisa y los zapatos y la gente estremece porque ve que se muere de extrema hambruna y soledad”, comenta. El cuerpo, al que bien le rinde homenaje el certamen, es el instrumento del actor. Y con este muestra también su alma, según explica.
Por eso, en los textos que pronuncia el personaje, Gustavo incorporó unos que aluden a sus orígenes. Sus padres, un carpintero y una campesina, lo llenaban de afecto y le seguían sus juegos de improvisación, la supuesta predicación ante altares y pesebres que aquel elaboraba en su taller para deleite de Gustavo, un proyecto de cura negado en tercer debate.
Creció con dieta de amor. Luego, sus pasos habrían de torcerse de los altares a los escenarios. Cristóbal Peláez lo convenció de ser actor del Matacandelas, sentado en un barcito de Envigado, en 1983.
Y ese cuerpo, el de Gustavo, con el que muestra también el alma, se encuentra solo en un escenario ocupado por una silla, una sombrilla, un perchero, una mesa en la que descansa un candelabro y un huevo.
“Yo vengo de la escuela del rigor”, indica, Rigor para el manejo del cuerpo, de su mente, de su voz que a veces truena...