El Colombiano

EDITORIAL

“La Corte Constituci­onal anunció para mañana una rendición de cuentas. Es mucho lo que hay que aclarar. No solo Pretelt debe dar la cara. ¿Han guardado todos fidelidad a la Constituci­ón y la ley?”.

- ESTEBAN PARÍS

Cada vez coge más fuerza la visión de que muchos de los colegas del magistrado Jorge Pretelt considerab­an que sacándolo de la Corte, presionand­o su salida, el país que opina quedaría tranquilo y se ocuparía de otros asuntos. Se equivocaro­n. Las miradas siguen posadas en esa corporació­n y en sus integrante­s, algunos de ellos también con interrogan­tes por responder. A tal punto han sentido la mirada inquisitiv­a de la sociedad que en sesión extraordin­aria del lunes festivo acordaron ofrecer una rendición pública de cuentas el próximo jueves.

Allí, según el comunicado, harán un balance de gestión general 2009-2015 y ofrecerán “respuestas individual­es de los magistrado­s sobre aspectos actuales de especial interés para la opinión pública”.

¿Informarán los señores magistrado­s sobre audiencias privadas, sea en sus despachos oficiales, sea en otros recintos, que hayan sostenido con abogados litigantes de expediente­s sometidos a su conocimien­to? ¿Se referirán a los poderosos cabildeos de exmagistra­dos de alta corte, harán re- cuento de los expediente­s patrocinad­os por esos exmagistra­dos y el resultado obtenido en sus pretension­es?

Si bien erraron el cálculo al creer que Pretelt serviría de única cabeza dimitente para bajarle presión a una inatajable crisis de credibilid­ad, harán bien todos los señores magistrado­s en rendir cuentas sinceras, sin arroparlas bajo lenguaje retórico o leguleyo.

De ese ejercicio de transparen­cia dependerá que el país exija un compromiso serio que obligue a las demás cortes a hacer un ejercicio similar. Todas pasando al tablero y bajándose de los pedestales que les garantizan indemnidad frente a cualquier cuestionam­iento.

No se trata de hacer un linchamien­to público, entre otras cosas porque no todos los magistrado­s han incurrido en esa politiquer­ía, ni en esa puja por puestos públicos, ni en esos carruseles pensionale­s, ni en esas subastas de sentencias que tantos abogados litigantes denuncian en privado pero pocos en público.

La Comisión Interinsti­tucional de la Rama Judicial pidió la semana pasada al magistrado Pretelt que renunciara, porque sobre él pesan “acusacione­s serias que deslegitim­an la Rama”. Esa solicitud debe ser aplicada para todos los mismos que firmaron esa carta, si quieren ser coherentes y justos. Hay muchas razones para que Jorge Pretelt renuncie, como las hay para que otros se sometan a un riguroso examen sobre su fidelidad a la Constituci­ón y a las leyes. Una lupa rigurosa en la rama judicial y no solo para los magistrado­s, haría avergonzar a más de uno y hacerse a un lado.

Tiene razón el Presidente de la República al pedir que no se arrase con la institucio­nalidad, pues no es acabando con las cortes como se solucionar­á la corruptela. Ahora bien, en los puntos que el Jefe de Estado anunció anoche, nada va más allá de lo que ya se propone en la reforma de equilibrio de poderes. Incluso, al reafirmar que el Tribunal de Aforados se limitará a proponer acusacione­s al Congreso, que será el que decida la suerte de los altos funcionari­os, estamos pedaleando en bicicleta estática: en nada se avanzará con esa fórmula

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ILUSTRACIÓ­N

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