El Colombiano

El oficio de subirse al escenario,

Hoy 27 de marzo se celebra el Día Mundial del Teatro, oportunida­d para hablar del quehacer. Tres historias.

- Por MÓNICA QUINTERO RESTREPO

Una vez decidieron que el teatro era lo suyo, que no querían hacer otra cosa que montarse en las tablas y actuar, o estar detrás de ellas y dirigir. Un oficio que los hace tan felices que no importan los sacrificio­s, que son muchos, porque, dice Victoria Valencia, directora de La Mosca, “yo creo que si no pudiera ser actriz o directora, no quisiera estar viva. Para mí la vida tiene significad­o a través del arte, de la dramaturgi­a”.

El Día Mundial del Teatro empezó a celebrarse en 1961, cuando el Instituto Internacio­nal del Teatro lo propuso. Cada país y ciudad y teatro lo celebra a su manera, aunque hay un acto general, leer la proclama del teatro, que cada vez se la piden a un personaje de la escena mundial. Este año fue al director polaco Krzysztof Warlikowsk­i.

En Medellín, desde hace cuatro años los teatros celebran juntos durante una semana de actividade­s –antes era solo un día–. Festejar por el teatro debe hacerse, por supuesto, con teatro.

También pensando en el oficio. Tres historias, entonces, de tres actores –dos además directores–, que una vez se decidieron por no hacer nada más que artes escénicas.

Diana María Fuentes Jaramillo, directora artística del Colectivo Teatral Infusión

“Te voy a hablar como actriz y directora. Es una decisión por una pasión que se convierte en un estilo de vida. Es algo muy bello dedicarse a las artes escénicas, porque en ellas se conjugan todas las artes, la plástica, la música, la poesía, la danza. En especial en el payaso trabajamos con lo más humano de nosotros mismos. Es un encuentro con uno para reflexiona­r a partir de quiénes somos y convertir esos productos artísticos en comunicaci­ón, que transmita y que la gente se pueda identifica­r con lo que se trabaja en escena.

Nosotros, los del Colectivo Teatral Infusión, somos egresados del programa de teatro de la Universida­d de Antioquia y hemos estudiado el diplomado en clown. Para ser actor hay muchos caminos, este fue el que nosotros elegimos, pero para ser actor profesiona­l es muy importante el hacer. La academia te da elementos, pero finalmente donde te formas y se puede materializ­ar es en la creación. Llevamos siete años creando, tenemos este espacio que es Casa Clown hace cuatro. Es aquí finalmente donde esta familia de artistas trabajamos para la escena.

A mí siempre me apoyaron. Tuve esa fortuna de tener unos padres que podían aceptar mis gustos, así a veces no les gustaran mucho, pero podían entender que a mí me gustara el arte, el teatro. Cuando ya me gradué decidí estudiar teatro y hasta ahora nos han apoyado. Es un proyecto que nos ocupa mucho tiempo y la familia queda un poco en el segundo plano, porque aquí trabajamos 25 horas al día. Le dedicamos nuestra vida a este oficio.

A mí no me ha parecido difícil. Yo siento que tenemos la fortuna de que en Medellín existan algunos apoyos de la empresa pública y privada. Están pidiendo mucho los productos artísticos para proyectos empresaria­les, o también en este caso, nosotros que tenemos sala, apoya la Alcaldía, con un aporte que es poco, pero es un aporte para poder sostener este tipo de espacios. También está el aspecto pedagógico: nos apoyamos desde el teatro a ofrecer talleres de formación. Entonces económicam­ente no es tan difícil, hay que decidirse. Nosotros todos renunciamo­s a trabajos externos que teníamos al principio, un poco dudando de que esto pudiera funcionar, hasta que tomamos la decisión de creer en nuestro proyecto y cuando creímos, esto empezó a florecer. Es, por supuesto, con trabajo, con mucho trabajo, pero funciona. El público viene. Nosotros estamos ubicados en Manrique Central y hemos apostado a hacer una formación de público y difusión del espacio en el sector, porque sabemos que hay mucha oferta en la ciudad, pero si estamos en un barrio, le apostamos al barrio, que la gente nos conozca y sea asequible para ellos”.

Ana María Otálvaro, actriz

“Hace aproximada­mente diez años tomé la decisión de dedicar toda mi vida y mi tiempo al teatro. Soy actriz de tiempo completo, a pesar de que estudié filología en la de Antioquia, pero como complement­o hacia la actuación. Primero es una opción de vida, una profesión entendida en todo el sentido de la palabra y ello implica una disciplina para estar constantem­ente estudiando y aprendiend­o nuevas cosas del arte teatral. Como arte exige que se estudie, que sea una labor concienzud­a, digamos teórica y práctica. Y también, por nuestra expresión del oficio como tal, de que las funciones son en las noches, que no tenemos un horario fijo, implica una serie de renuncias, por ejemplo a una vida social activa y también a una familia muy activa. Somos seres humanos normales y corrientes, yo tengo una hija, y trato de dividir mi tiempo entre mi hija y el teatro. Sí es mucho tiempo y por ende muchos sacrificio­s que se asumen con mucha alegría. No son sacrificio­s de ‘yo tengo que hacer esto’, lo asumimos porque hacer teatro, ante todo, es una pasión.

Nunca me he arrepentid­o. Hay momentos en la creación muy difíciles, cuando uno está trabajando un personaje, y uno dice, ‘no me da, no es por aquí, qué hago’. También todo el tiempo que exige, cansancio, pero eso no quita la alegría y los frutos cuando ya la obra está lista, cuando se presenta al público y a la gente le gusta. Ahí es donde realmente encontramo­s la recompensa de tanto trabajo que exige el teatro.

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Para celebrar por el teatro, vea teatro. Las salas abren sus puertas, la mayoría, con precios especiales.

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