El Colombiano

Agro requiere innovación más práctica

El manejo orgánico de la tierra es ejemplo de ello y la tecnología por sí sola no garantiza la competitiv­idad.

- Por JUAN FELIPE SIERRA SUÁREZ

No es ninguna novedad que el campo colombiano requiere una reconversi­ón profunda para ser realmente productivo de cara al mercado internacio­nal.

Para ello la innovación es la respuesta, pero no necesariam­ente solo con adopción tecnológic­a e importació­n de maquinaria de última generación. Hacer cambios simples en los procesos le pueden brindar la competitiv­idad que la industria agropecuar­ia requiere para tener impacto mundial. Incluso, si se quiere ser la verdadera punta de lanza de las exportacio­nes colombiana­s.

Juan Manuel Ospina, gerente de Biomezclas de Colombia, empresa dedicada a la producción de material orgánico explica que el país no se ha dedicado a desarrolla­r tecnología­s aptas para colombiano­s, simplement­e traen esquemas desde el exterior pero sin darle valor agregado a los procesos.

Según él, se debe volver a prácticas del siglo XVIII en el manejo de tierras, porque el país contaba con los mejores suelos de Latinoamér­ica, suelos como los de Urabá, los de la Mojana (Sucre) como los del Sinú (Córdoba). Permitiero­n sostener una agricultur­a extractiva y abusiva por muchos años. Pero a la vez permitió descubrir que la vida del suelo no es solo materia orgánica.

“Eran suelos que tenían altos contenidos orgánicos porque eran de selva recién cortada, pero en 50 años nos gastamos esa tierra que la naturaleza tardó 20 millones de años en formar. Ahora varias empresas se han metido al negocio de volver a darle vida productiva a esas tierras devastadas”, indicó Ospina.

Está el caso de cultivador­es de papa que con gallinaza buscan nutrir de nuevo la tierra o los bananeros que hicieron aplicacion­es de materias orgánicas y empezaron a tener muy buenas respuestas. “Se dieron cuenta que estaban manejando mal los suelos, usando fertilizan­tes inadecuado­s y si seguían así iban a terminar acabando el cultivo. Por eso a los empresario­s inquietos han seguido adelante con la producción orgánica”.

No obstante, dice el gerente

de Biomezclas, que debería haber empresas apoyadas y no afectadas por las autoridade­s ambientale­s. “Preocupa cuando a uno lo llama un Corantioqu­ia porque se espera alguna multa. Se vuelve muy complicado el asunto porque si trabajamos con estiércol no podemos oler a flores”.

Diferencia de suelos

Otro elemento que parece obvio pero termina siendo innovador es el manejo de la materia orgánica, la cual no puede ser un genérico, debe ajustarse a a las necesidade­s de cada suelo. “No es la misma materia orgánica que se va a utilizar en el páramo de San Félix a la que se va a utilizar en Urabá. Los nutrientes de cada una son distintas y eso nos hizo entender lo que estaba pasando con los suelos de Colombia”, que utiliza los mismos fertilizan­tes importados para diferentes tierras.

Por ejemplo, se habla que la producción de banano en Urabá no es la misma de hace 30 años, se ha desmejorad­o la productivi­dad.

“Cuando se inventaron los fertilizan­tes nitrogenad­os después de la segunda Guerra Mundial se nos olvidó que Colombia tenía muchos años de experienci­a en su manejo. Una tierra se compraba y se estiercola­ba para hacerla productiva, pero ahora no, se tumba el monte y le echamos urea”.

Para el gerente de Biomezclas se olvidó ese manejo de años y se destruyero­n los suelos, “eso es muy grave porque los suelos no son un recurso renovable totalmente, solo parcialmen­te”.

Casos como Villa de Leyva, que era la despensa de Bogotá por su alto valor productivo, ahora es más turístico y menos agrícola con tierras improducti­vas. Es quizá el secreto que los agricultor­es no entienden, que las prácticas innovadora­s no provienen solo desde la tecnología y el uso de productos im-

portados. Suelos como el de la Meseta del Tolima se han deteriorad­o por el uso de agroquímic­os, los cuales han salinizado la tierra, le han hecho perder su Ph y eso se ve reflejado en el rendimient­o de cultivos como el arroz, maíz y algodón.

Por eso la recuperaci­ón de tierras para la agricultur­a en Colombia es fundamenta­l para que haya verdadera innovación en el agro.

El empresario agrícola Juan

Santiago Vélez, quien tiene experienci­a en producción frutícola en Colombia y también a nivel pecuario como expresiden­te de Asocebú, dice que diariament­e el país importa unos 30 contenedor­es solo de fruta. “Ahí es donde uno dice: Y porqué Chile puede exportar manzanas, peras, uvas, nectarines, ciruelas, duraznos y nosotros qué. Si la exportació­n de frutas tropicales colombiana­s llegará si acaso a 3 contenedo-

res, entre uchuvas, pitayas.

Es posible que con limón Tahití haya posibilida­des de exportar en grande pero hace falta mucha pedagogía en mejores prácticas y tecnificac­ión en las fincas del país.

“Al campesino hay que formarlo de cara al mercado internacio­nal. A que utilicen cajas nuevas y no recicladas. Las cajas viejas tienen hongos y así se movilizan las frutas, no hay interés de manipular mejor la

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