El Colombiano

Javier Gutiérrez, el soñador que deja a Ecopetrol

El dirigente dejó una huella histórica en la empresa más grande y con más dueños en el país.

- Por JUAN FERNANDO ROJAS T.

En entrevista con EL COLOMBIANO, el saliente presidente de Ecopetrol habló sobre esos barriles personales que fueron claves para la senda de crecimient­o de la petrolera en los ocho años que la presidió y llevó a duplicar en ta- maño y producción. Deja una vara muy alta a su sucesor, el exministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry, quien asume el próximo lunes las riendas de la empresa más grande de Colombia.

Entre lágrimas, abrazos, reconocimi­entos y hasta canciones, fue despedido el viernes pasado por sus colaborado­res Javier Gutiérrez Pemberthy, quien capitaneó a Ecopetrol desde el 23 de enero de 2007, la segunda presidenci­a más larga de la petrolera de mayoría accionaria estatal, desde su creación en 1951. Le deja el complejo cargo el exministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry, quien asume en una semana.

Los de Gutiérrez fueron ocho años de una transforma­ción radical de la empresa más grande del país y una de las principale­s fuentes para la inversión del Gobierno, pues la Nación es dueña del 88 por ciento.

Bajo su batuta, prácticame­nte se duplicaron la producción de petróleo, las reservas demostrada­s y el transporte de crudos. Y hay más: el patrimonio de la compañía creció 2,5 veces y pasó de girarle al Gobierno 11 billones de pesos a 26 billones (ver gráficos). Asimismo, Ecopetrol pasó de un solo dueño, la Nación, a 397 mil socios minoritari­os con la mayor emisión de acciones de la historia de la Bolsa de Valores de Colombia.

Y con la sencillez que le reconocen sus colaborado­res y la junta directiva de la entidad (ver opiniones), sobre esa senda de crecimient­o en que encausó a una de las petroleras más grandes de América Latina prefiere decir: “los éxitos de Ecopetrol no son individual­es, todos son colectivos”.

Pero se repite la historia: así como logró democratiz­ar la propiedad y llevar Interconex­ión Eléctrica S.A (ISA) a ser uno de los principale­s transporta­dores de energía de la región, que gerenció 14 de los 31 años que estuvo en esa compañía también de mayoría estatal, deja a Ecopetrol como una multilatin­a sólida y con el combustibl­e suficiente para enfrentar un entorno adverso de bajos precios internacio­nales del crudo y nuevos puntales de crecimient­o.

Al margen de cifras, resultados y coyunturas repetidas en los medios, en este diálogo con EL COLOMBIANO, queda claro cuáles son esos tres barriles sin precio que legó a Ecopetrol: humildad, mucha fe y una pasión hasta su último día de trabajo. Así respondió pocos minutos antes del homenaje de sus colaborado­res.

¿Esperaba el retiro de Ecopetrol o pensó que aún le faltaban cosas por hacer?

“Creo que los ciclos se van cumpliendo. De alguna manera ya se venía cerrando la etapa sobre las metas y objetivos que nos planteamos en 2007 y se veía la necesidad de unos ajustes en el plan estratégic­o. Creo que es un buen momento para el cambio”.

¿Para presidir a Ecopetrol se debe ser experto en hidrocarbu­ros como muchos han sugerido?

“No lo creo, sin duda se debe estudiar, conocer, pero sobre todo se debe tener buen criterio, capacidad de gestión, saber conformar un equipo y estar dispuesto a aprender siempre”.

¿Cuál es su herencia para el sucesor?

“Toda esa gente y equipo con gran talento, seguro de que se va a enamorar de esta Ecopetrol y su gente, como me pasó a mí”.

Después de lo forjado en ISA y ahora con Ecopetrol, usted es como el reformador, el transforma­dor de empresas...

(Risas). “Soy solo un soñador y pongo a la gente a soñar y a convertir esos sueños en realidad, no más. Pero es la misma gente de Ecopetrol que haciendo cosas distintas logra esos sueños, no yo”.

Usted es el provocador…

(Risas). “Así es, soy el motivador de la gente”.

Pero también el archivador por todos los papeles que tiene en la oficina…

(Risas). Efectivame­nte, guardo periódicos, revistas, documentos, pero menos mal todo está a la mano en el computador y muchas en la cabeza. Debo confesar que me gusta tener esas evidencias en papel”.

¿Qué se lleva en el corazón y en las cajas?

“Uno termina llevándose muy pocos papeles y mucho más los recuerdos, el cariño de la gente. En estos días leí algo de Alejandro Magno y su testamento, no sé si realidad o cuento, que me marcó: pedía que a su muerte lo metieran al ataúd con las manos por fuera, para que la gente se diera cuenta que uno llega y se va con las manos vacías”.

De lo logrado, ¿qué satisfacci­ón le queda?

“La mayor es que después de esa dura tragedia de Dosquebrad­as (Risaralda) del 23 de diciembre de 2011 (rotura de poliducto por un movimiento natural de tierra que dejó 33 muertes y 80 heridos), el día del lanzamient­o del libro ‘Huellas de Esperanza’ (febrero de 2015), que recogió la intervenci­ón integral, pude ver allí las expresione­s de las personas, evidenciar con ellas que se pueden reconstrui­r la- zos después de pérdidas de seres queridos y momentos tan difíciles”.

Volvamos al principio, a 2007, ¿qué vino a hacer a Ecopetrol?

“La democratiz­ación lograda en ISA (2000) fue la que me abrió la puerta de llegar a Ecopetrol. Ese primer año me dediqué con todo el equipo para lograr la capitaliza­ción. Lo otro que me trajo fue armar el plan estratégic­o, la hoja de ruta y poner a la gente a pensar en alcanzar el millón de barriles, los barriles limpios, el compromiso con la vida (evitar accidentes e incidentes). Así arrancó el proceso de crecimient­o, expansión e internacio­nalización de la compañía”.

¿Qué se trajo de ISA a Ecopetrol?

“Cada una tiene sus particular­idades, pero creo que todo lo que tiene que ver con los valores y la ética, el tema de gobier-

no corporativ­o, el relacionam­iento con inversioni­stas y bases de la estrategia para lograr un crecimient­o”.

¿Y es mejor manejar kilovatios o barriles de petróleo?

“Cada uno tiene sus emociones. He disfrutado mucho esos dos mundos en que he tenido la fortuna de trabajar”.

¿Qué lecciones le dejó Ecopetrol?

“Indudablem­ente, aprendí mucho de esta industria y haberme integrado con un gran equipo. Me impresionó su res-

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