Redes sociales: tomar distancia para no desinformar
El lector Jorge A. Ríos pregunta: ¿por qué ustedes los periodistas retuitean los escándalos que encienden las redes? ¿No cree usted que hacerlo es acto de irresponsabilidad?”.
Considero que la preocupación es también de otros lectores y debe serlo de los periodistas, porque está en grave riesgo la credibilidad y la confianza de las audiencias.
Las redes sociales cambiaron la operación periodística en los medios de comunicación. La irrupción, para bien y para mal, provoca un impacto evidente, porque buena parte de ellos reproducen, vale decir, retuitean o enlazan los mensa- jes, muchas veces tal cual, sin consideración alguna.
Si los contenidos son ciertos, necesitan verificación y más contexto. Si son falsos, podemos llegar a cometer un delito, en virtud de afanes irresponsables.
Los contenidos de estos tuits, generalmente rumores, se convierten, al aparecer en un medio de comunicación, en informaciones a las que las audiencias les dan crédito por la seguridad que les generan tanto los periodistas como el medio.
Antes de publicar obliga verificar y reflexionar qué buscan sus autores al poner esos contenidos en la red, y nosotros los periodistas al amplificarlos.
La verificación puede ser cuestión de unos pocos minutos. Así desechamos dichos comentarios, al comprobar que se trata de grandes mentiras puestas a circular en la red, vaya a saber uno con qué objetivos...
Estos mensajes no corresponden a hechos ni obedecen a juicios racionales. Frecuentes comentarios son producto de las fobias o filias de quienes escriben sin pensar, o mejor, calculando los efectos que van a producir en la opinión pública.
La influencia de estas informaciones precarias y comprimidas ha crecido. La prisa por aumentar el tráfico al sitio web del medio lleva a poner contenidos generados por fuentes desconocidas, anónimas. O, conocidas pero con sesgos de diversa índole que contaminan la información y por lo tanto distorsionan la realidad de los hechos y convierten a los medios en altavoces de intereses particulares.
Las nuevas condiciones en las que se foguea la actividad periodística obligan a corroborar y contextualizar cada dato de la información y a pensar si tiene valor e interés para nuestras audiencias. No hacerlo es faltar al rigor y a la ética y posiblemente a la legislación penal.
Esta reflexión continuará en la próxima columna.
Escríbale al Defensor de las audiencias: defensordeaudiencias@elcolombiano.com.co