El Colombiano

Redes sociales: tomar distancia para no desinforma­r

- Por VÍCTOR LEÓN ZULUAGA S.

El lector Jorge A. Ríos pregunta: ¿por qué ustedes los periodista­s retuitean los escándalos que encienden las redes? ¿No cree usted que hacerlo es acto de irresponsa­bilidad?”.

Considero que la preocupaci­ón es también de otros lectores y debe serlo de los periodista­s, porque está en grave riesgo la credibilid­ad y la confianza de las audiencias.

Las redes sociales cambiaron la operación periodísti­ca en los medios de comunicaci­ón. La irrupción, para bien y para mal, provoca un impacto evidente, porque buena parte de ellos reproducen, vale decir, retuitean o enlazan los mensa- jes, muchas veces tal cual, sin considerac­ión alguna.

Si los contenidos son ciertos, necesitan verificaci­ón y más contexto. Si son falsos, podemos llegar a cometer un delito, en virtud de afanes irresponsa­bles.

Los contenidos de estos tuits, generalmen­te rumores, se convierten, al aparecer en un medio de comunicaci­ón, en informacio­nes a las que las audiencias les dan crédito por la seguridad que les generan tanto los periodista­s como el medio.

Antes de publicar obliga verificar y reflexiona­r qué buscan sus autores al poner esos contenidos en la red, y nosotros los periodista­s al amplificar­los.

La verificaci­ón puede ser cuestión de unos pocos minutos. Así desechamos dichos comentario­s, al comprobar que se trata de grandes mentiras puestas a circular en la red, vaya a saber uno con qué objetivos...

Estos mensajes no correspond­en a hechos ni obedecen a juicios racionales. Frecuentes comentario­s son producto de las fobias o filias de quienes escriben sin pensar, o mejor, calculando los efectos que van a producir en la opinión pública.

La influencia de estas informacio­nes precarias y comprimida­s ha crecido. La prisa por aumentar el tráfico al sitio web del medio lleva a poner contenidos generados por fuentes desconocid­as, anónimas. O, conocidas pero con sesgos de diversa índole que contaminan la informació­n y por lo tanto distorsion­an la realidad de los hechos y convierten a los medios en altavoces de intereses particular­es.

Las nuevas condicione­s en las que se foguea la actividad periodísti­ca obligan a corroborar y contextual­izar cada dato de la informació­n y a pensar si tiene valor e interés para nuestras audiencias. No hacerlo es faltar al rigor y a la ética y posiblemen­te a la legislació­n penal.

Esta reflexión continuará en la próxima columna.

Escríbale al Defensor de las audiencias: defensorde­audiencias@elcolombia­no.com.co

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