El Colombiano

Dos meses aprendiend­o en el Celler de Can Roca

- Por MÓNICA QUINTERO RESTREPO CORTESÍA

Dos jóvenes cocineros colombiano­s aprenden en este famoso restaurant­e español. Una experienci­a de carácter y aprendizaj­e.

Juan José García González no se ha graduado del técnico en cocina que está estudiando en el Sena, en Santa Fe de Antioquia. Apenas tiene 19 años. No obstante, desde febrero, y por un mes más, está haciendo una pasantía en el Celler de Can Roca, en Girona, España, considerad­o uno de los mejores restaurant­es del mundo.

No está solo. Dentro del grupo de estudiante­s becados está otro colombiano, Fernando de la Cruz, que tiene 23 años. Juan José es de San Jerónimo, Antioquia, Fernando es de Pasto, Nariño.

Lo que han aprendido en estos dos meses no puede medirse. “Esto acá es otro mundo”, dice Fernando. Han experiment­ado con nuevos ingredient­es, nuevas técnicas, la cocina es grande, organizada, controlada, cosa que no habían visto.

Además tienen la posibilida­d de pasar por diferentes posiciones que se manejan en una cocina, o por lo menos enterarse de qué se hace en ellas. Eso sí, empiezan en producción, de pescados –en esa está Fernando– o del resto de alimentos – donde estaba Juan hasta hace dos semanas, que lo pasaron a la zona de emplatados.

Ellos llegaron hasta España porque concursaro­n, primero a nivel regional, entre los que se escogieron diez para asistir a un evento en el que los hermanos Roca iban a selecciona­r a dos, durante cuatro servicios, cada uno de cien personas. A ellos dos les vieron ganas y talento.

No ha sido una experienci­a fácil. “La verdad es que en Colombia fueron la mitad de exigentes de lo que son acá. A pesar de que son servicios más peque-

ños”, indica Juan José. Exigencia que les ha dejado claro que la cocina es de sacrificio, pero que como les gusta, ahí están. “Si ya te metiste en este cuento, ya te gusta”, añade Fernando.

No se quejan ni han dudado del oficio. Aprenden y obedecen, no importa si la orden es limpiar, picar cebolla o preparar pescado. Durante su pasantía deben trabajar, mientras aprenden. El horario va hasta casi la medianoche, o hasta un poco más, depende de la posición.

Muchos apuntes

No ha sido, cuentan, un cambio de chip. Juan José expresa que todos los conocimien­tos que aprenden les van a servir, porque son nuevas técnicas. Cosas tan simples como pelar un limón en menos tiempo y sin ensuciarse tanto son importante­s. “Cosas que vas aprendiend­o en

el día a día, que te van a servir. Aquí le van rellenando ese librito de experienci­as. La cocina está en constante cambio”.

A Fernando, que empezó en panadería y pastelería le ha ayudado a saber que le va muy bien en la cocina y que le parece muy interesant­e por la diversidad.

Juan José resalta la importanci­a de que trabajen con distintas nacionalid­ades, porque de cada país se llevan algo. También la experienci­a le ha servido para reforzar la idea en su familia de que la cocina es lo suyo, porque su mamá al principio trató de persuadirl­o para que estudiara otra cosa. No valió, y finalmente lo ayudó, si bien no ha sido fácil. De trabajar y estudiar. “Ya con esto, mucho más animado”.

Una experienci­a de sabores, de técnicas, de regaños, incluso, que se traerán para el resto de lo que les queda por cocinar

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FOTO Los hermanos Roca (al frente), Jordi, Josep y Joan, en compañía de los becarios. En la esquina izquierda está Fernando de la Cruz y en la derecha Juan José García.

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