¿cómo se decide qué está de moda?
Los comportamientos y sentimientos actuales de la gente serán clave para dictaminar qué será moda en los próximos años.
Hubo un momento, hace siete años, en el que la moda fue optimista y pesimista al mismo tiempo. Lo evidenciaban las prendas funcionales y los colores: vibrantes para expresar el primer sentimiento y oscuros para el opuesto. La moda tomó algo generado por la crisis financiera de 2008 (desatada por la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos) y la llevó a las pasarelas. Lo llaman macrotendencia.
“El mundo de la moda nunca ha sido ajeno a las crisis financieras”, escribió Margarita Rodríguez para la BBC, contando que, en la historia, los diseñadores han encontrado inspiración en las épocas de recesión. Más allá de que las crisis los inspiren, han respondido a macrotendendencias mundiales que permean hasta los modos de vestirse de las personas.
Citando al Museo de la Moda de Chile, Rodríguez menciona que durante la primera guerra mundial el guardarropas de las mujeres estaba colmado de blusas de enfermera para socorrer a los hombres heridos y de vestidos negros para los lutos. Las prendas femeninas de esa época también estuvieron marcadas por la sobriedad y el cuero dejó de ser imprescindible en el vestuario.
Margarita Baena, ingeniera textil y doctora en materiales, indica que “la mal llamada moda, que no es algo más que el vestuario o la indumentaria” es uno de los elementos de la sociedad y la cultura, que a su vez hace parte de los 16 campos antropológicos que constituyen el entorno del ser humano, donde las macrotendencias tienen una clara y fuerte influencia.
Según Martha Cálad, directora del Laboratorio de Moda y económico de Inexmoda, las macrotendencias tienen como objetivo darle una orientación a las distintas industrias sobre adónde va el mundo en diferentes aspectos. Como el laboratorio, que determina unas macrotendencias cada año a través de un equipo de trabajo, hay diferentes firmas de consultoría y empresas especializadas que se encargan de hacer esa labor. En la ciudad, Womadt es una de ellas.
Otra firma que los hace, pero a nivel mundial, es Euromonitor international, que en 2012 precisó las 10 macrotendencias de los próximos cinco años (aplicarían hasta 2017): un futuro incierto, clases medias emergentes, la juventud descontenta, la división entre ricos y pobres, el desafío climático, un mundo que envejece, la transición urbana, gente en movimiento, un mundo más conectado y China se hace global.
Cada una de esas conceptualizaciones obedece y refleja los cambios que va teniendo el mundo y sus habitantes que, con sus comportamientos, van dictando unas acciones y sentimientos que guían a quienes tendrán la tarea de descifrar las macrotendencias.
Esos observadores, según Baena, para finalmente dictaminarlas, tienen en cuenta que surjan de un grupo de personas, que tengan un elemento que se repita y que ese a su vez sea medible. Después de ese proceso se construyen mapas “y se aterrizan a los elementos del vestido”, asegura la ingeniera textil. De esos elementos disruptores que han creado macrotendencias surgen patrones para la moda. El 9/11 y la preocupación por el cambio climático han sido dos de ellos Se centra en cómo hoy los seres humanos tienen más acceso a viajar y cómo esta acción se convierte en parte de la vida cotidiana. Según
ese viaje se transforma porque hoy las personas, al visitar un sitio, quieren vivir no solo lo turístico sino las culturas de los lugares en donde están, asumiéndolos como un factor de enriquecimiento personal que los vuelve más multiculturales. Se retoma el espíritu del tiempo de los ochenta y se le da un resignificado con narrativas contemporáneas, siendo esto un punto de partida para que las personas tengan una posición de protesta política y social en el mundo. “Ese es el reflejo de que hoy las personas, desde su pensamiento, no se están acomodando a la sociedad y al sistema y pasan a acciones colaborativas y participativas”, señala Cálad. La espiritualidad se traduce en un juego de sociabilidad en donde se explora la búsqueda del equilibrio y el bienestar para conseguir un estatus social. Comenta la directora del laboratorio que “la idea es que la austeridad material se transforme en un despliegue de excentricidad en donde se une la tradición con la modernidad. Aquí la ornamentación y el brillo brindan un bienestar interior”. Se da una aceptación por los nuevos roles y una eliminación del género. En ella se respeta a cada individuo tal como es y, además se tiene en cuenta el lugar que ocupa en la sociedad. “No quieren ser transgresores ni singulares, simplemente se muestran desde su interior cómo son y el mundo los acepta de esa manera. No hay encasillamientos, los títulos desaparecen”, comenta Martha Cálad sobre esta macrotendencia.