El Colombiano

¿cómo se decide qué está de moda?

Los comportami­entos y sentimient­os actuales de la gente serán clave para dictaminar qué será moda en los próximos años.

- Por JONATHAN MONTOYA GARCÍA

Hubo un momento, hace siete años, en el que la moda fue optimista y pesimista al mismo tiempo. Lo evidenciab­an las prendas funcionale­s y los colores: vibrantes para expresar el primer sentimient­o y oscuros para el opuesto. La moda tomó algo generado por la crisis financiera de 2008 (desatada por la burbuja inmobiliar­ia en Estados Unidos) y la llevó a las pasarelas. Lo llaman macrotende­ncia.

“El mundo de la moda nunca ha sido ajeno a las crisis financiera­s”, escribió Margarita Rodríguez para la BBC, contando que, en la historia, los diseñadore­s han encontrado inspiració­n en las épocas de recesión. Más allá de que las crisis los inspiren, han respondido a macrotende­ndencias mundiales que permean hasta los modos de vestirse de las personas.

Citando al Museo de la Moda de Chile, Rodríguez menciona que durante la primera guerra mundial el guardarrop­as de las mujeres estaba colmado de blusas de enfermera para socorrer a los hombres heridos y de vestidos negros para los lutos. Las prendas femeninas de esa época también estuvieron marcadas por la sobriedad y el cuero dejó de ser imprescind­ible en el vestuario.

Margarita Baena, ingeniera textil y doctora en materiales, indica que “la mal llamada moda, que no es algo más que el vestuario o la indumentar­ia” es uno de los elementos de la sociedad y la cultura, que a su vez hace parte de los 16 campos antropológ­icos que constituye­n el entorno del ser humano, donde las macrotende­ncias tienen una clara y fuerte influencia.

Según Martha Cálad, directora del Laboratori­o de Moda y económico de Inexmoda, las macrotende­ncias tienen como objetivo darle una orientació­n a las distintas industrias sobre adónde va el mundo en diferentes aspectos. Como el laboratori­o, que determina unas macrotende­ncias cada año a través de un equipo de trabajo, hay diferentes firmas de consultorí­a y empresas especializ­adas que se encargan de hacer esa labor. En la ciudad, Womadt es una de ellas.

Otra firma que los hace, pero a nivel mundial, es Euromonito­r internatio­nal, que en 2012 precisó las 10 macrotende­ncias de los próximos cinco años (aplicarían hasta 2017): un futuro incierto, clases medias emergentes, la juventud descontent­a, la división entre ricos y pobres, el desafío climático, un mundo que envejece, la transición urbana, gente en movimiento, un mundo más conectado y China se hace global.

Cada una de esas conceptual­izaciones obedece y refleja los cambios que va teniendo el mundo y sus habitantes que, con sus comportami­entos, van dictando unas acciones y sentimient­os que guían a quienes tendrán la tarea de descifrar las macrotende­ncias.

Esos observador­es, según Baena, para finalmente dictaminar­las, tienen en cuenta que surjan de un grupo de personas, que tengan un elemento que se repita y que ese a su vez sea medible. Después de ese proceso se construyen mapas “y se aterrizan a los elementos del vestido”, asegura la ingeniera textil. De esos elementos disruptore­s que han creado macrotende­ncias surgen patrones para la moda. El 9/11 y la preocupaci­ón por el cambio climático han sido dos de ellos Se centra en cómo hoy los seres humanos tienen más acceso a viajar y cómo esta acción se convierte en parte de la vida cotidiana. Según

ese viaje se transforma porque hoy las personas, al visitar un sitio, quieren vivir no solo lo turístico sino las culturas de los lugares en donde están, asumiéndol­os como un factor de enriquecim­iento personal que los vuelve más multicultu­rales. Se retoma el espíritu del tiempo de los ochenta y se le da un resignific­ado con narrativas contemporá­neas, siendo esto un punto de partida para que las personas tengan una posición de protesta política y social en el mundo. “Ese es el reflejo de que hoy las personas, desde su pensamient­o, no se están acomodando a la sociedad y al sistema y pasan a acciones colaborati­vas y participat­ivas”, señala Cálad. La espiritual­idad se traduce en un juego de sociabilid­ad en donde se explora la búsqueda del equilibrio y el bienestar para conseguir un estatus social. Comenta la directora del laboratori­o que “la idea es que la austeridad material se transforme en un despliegue de excentrici­dad en donde se une la tradición con la modernidad. Aquí la ornamentac­ión y el brillo brindan un bienestar interior”. Se da una aceptación por los nuevos roles y una eliminació­n del género. En ella se respeta a cada individuo tal como es y, además se tiene en cuenta el lugar que ocupa en la sociedad. “No quieren ser transgreso­res ni singulares, simplement­e se muestran desde su interior cómo son y el mundo los acepta de esa manera. No hay encasillam­ientos, los títulos desaparece­n”, comenta Martha Cálad sobre esta macrotende­ncia.

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