LOS ÚLTIMOS DE LA FILA
Entre en el laberinto de su memoria, recuerde su llegada al puesto de votación: el tarjetón, la estructura de cartón del cubículo, el marcador. Es el momento supremo del poder deliberante.
Si bien la democracia está colmada de imágenes sublimes, desde la escuela nos han dicho que, bajo nuestro modelo democrático, el pueblo vota y quien ejerce el poder desde un cargo representa a los sufragantes.
Pero, ¿acaso al votar solo nos representamos a nosotros mismos? ¿Somos un eco solitario? ¿Qué significa ser el primero de la fila en las urnas?
Dejemos de lado el empalago publicitario: 1). El plebiscito no aprueba o rechaza la gestión de Santos: consiente o no unos acuerdos. 2). No se votará por “la paz”, ese derecho ya está consagrado en la Constitución. 3). Ningún político porta la verdad incuestionable sobre los acuerdos: cada ciudadano tiene la responsabilidad de buscar información de fuentes verificables (esto es: originales) sobre los puntos que se firmarán entre el gobierno y las Farc. 4). Votar “Sí” no asegura un país perfecto (¿existe alguno?). 5). Votar “Sí” es reconocer que fracasaron los intentos de solución por la vía armada al conflicto con las Farc. 6). Votar “Sí” asegura el desarme del grupo guerrillero que más daño le ha causado al país (y si algunos de sus integrantes no se acogen a los acuerdos o reinciden serán tratados como delincuentes comunes; no es ‘ interpretación’ mía: es un asunto consignado). 7). Votar “Sí” acredita que las Farc hagan política sin balas.
¿Quién vota cuando usted vota?
El reloj de población del Dane indicaba anoche que somos 48’789.165 colombianos. 33’820.199 estamos habilitados para votar.
¿Cuántos menores de edad (sin voz en la “gran” democra- cia), enfermos postrados en una cama, ciudadanos que desconocen los mecanismos democráticos o que viven en zonas apartadas, hacen fila detrás de usted para que represente su voz?
En el cubículo, sobre su hombro, lo verán marcar el tarjetón sus ancestros que migraron a la ciudad expulsados por las violencias; 7’787.279 víctimas directas del conflicto armado (1’060.691 solo en Antioquia). Detrás de usted estará el espíritu de las ideas liberales que han crecido entre estas montañas, y de quienes ya no están con nosotros, desde Fidel Cano Gutiérrez hasta Carlos Gaviria Díaz. La abstención no es una alternativa responsable. La jornada electoral de este plebiscito es un compromiso histórico.
Esta refrendación fue aprobada por instancias del poder pero puede ser desaprobada en las urnas: el “No” es una posibilidad que solo se puede enfrentar con el “Sí” en el tarjetón. (La Registraduría no hace escrutinio en redes sociales: ¡a pararse del sofá!).
Votar “No” significaría reiniciar una negociación que es imperfecta, pero que ha recogido las lecciones aprendidas en procesos anteriores.
Usted nunca vota solo. Su voto resume una Historia de luchas propias y ajenas. El primero de la fila siempre ostenta un deber ético ineludible: ¡recordar a los últimos!