“Atlético Nacional juega el partido internacional más importante de sus últimos 21 años. América está pendiente de la final de la Copa Libertadores y Medellín debe ser ejemplar, se gane o se pierda”.
Atlético Nacional juega el partido internacional más importante de sus últimos 21 años. América está pendiente de la final de la Copa Libertadores y Medellín debe ser ejemplar, se gane o se pierda.
De la mano del exigente nivel deportivo y del vibrante espíritu de competición que rodea la final de la Copa Libertadores de América esta noche, con Atlético Nacional como protagonista, debe ir la conciencia de la gran oportunidad que tenemos todos los antioqueños y el país de reflejar los valores de un cambio de cultura ciudadana, en torno al deporte, que quede grabado en la memoria de los hinchas del fútbol y en especial de los niños, para quienes ojalá sea un recuerdo fabuloso, positivo, edificante.
Medellín, la ciudad toda, como un organismo vivo, en la integridad de sus habitantes, puede tener en esta jornada un motivo para celebrar en paz, sin violencia de ningún tipo. Puede dar ejemplo, así como el fútbol de Nacional lo ha sido durante este torneo continental, de respeto por el espectáculo. Qué bueno que además de sentir el reconocimiento por los logros del club verdolaga, también ganemos la admiración de la prensa del país y del extranjero por la capacidad de hacer una fiesta, inspirada en el deporte, que honre la vida.
Cabe un llamado, primero que todo para los hinchas, los que estarán en el Estadio Ata- nasio Girardot y los que estarán en sus casas, en las calles o en los establecimientos, para que agoten sus energías apoyando a Nacional, pero sin perder la tolerancia y el respeto por los demás invitados a esta final que tiene a Medellín y a América expectantes.
A la prensa deportiva también la convocamos para que antes, durante y después del partido estimule la cele- bración prudente, la comprensión de que, se gane o se pierda frente a Independiente del Valle, de Ecuador, el equipo revelación de la Copa, solo se trata de un partido de fútbol. Nada más. Que apenas se disputa la final de una competición, muy significativa, sí, pero que en ella no debe estar en juego la seguridad ni la salud ni la vida de nadie.
Ha sido muy largo el recorrido del Atlético Nacional, para llegar a posición tan destacada en el fútbol profesional del continente, como para que algún asomo de violencia lo empañe. Al tiempo, las autoridades locales y las barras vienen en un esfuerzo de cambio, de mejoría en el comportamiento dentro y fuera del Estadio, y hoy lo que se quiere es sentir esos avances perceptibles hacia una ciudad capaz de albergar un torneo de esta dimensión, con el afecto que genera el Nacional de por medio, sin que haya tacha alguna para los aficionados.
Son numerosas las frases memorables sobre la trascendencia del fútbol como espectáculo planetario de masas: que “es la cosa más importante de las cosas menos importantes”. Que por el fútbol pasa la vida misma. Y hay dos que podemos subrayar para hoy: “El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso” y “Gracias al fútbol, un país pequeño puede ser grande”.
Ojalá el incuestionable valor del partido de hoy, tan histórico para el Nacional y la ciudad, esté en que se pudo jugar bien, se pudo ganar bien y se pudo celebrar mejor. Medellín daría un paso enorme al ser capaz de agregar al notable desempeño del club verdolaga, una nota admirada de reconocimiento al considerable avance de su comunidad en términos de organización y convivencia social.
Que la nobleza del espíritu deportivo, y lo mejor de un Nacional brillante, se traslade y refleje en la gentileza con que hoy esta ciudad le dé un cierre memorable a la Copa Libertadores de América