CONVIVENCIA Lila, la perra que detecta la fauna
Fue amaestrada en Bogotá para luchar contra el tráfico de fauna silvestre, y enviada a Medellín. Ya registra hallazgos.
Inquieta y juguetona. Pero sobre todo inteligente y lista. Así es Lila, la perra Golden Retriever que en la Policía Metropolitana acaba de asumir la tarea de detectar fauna silvestre, la primera con esta función en Antioquia y que está dando buenos resultados.
Así lo considera la subteniente Erika Ortiz, comandante de la Policía Ambiental y Ecológica, que halló en Lila una aliada efectiva para luchar contra el tráfico de fauna silvestre, una actividad muy común entre los viajeros, pero que es prohibida por la ley y se castiga con cárcel y multas.
“Lila viene de Bogotá, fue amaestrada desde los tres meses, entrenada solo para esta actividad, llegó hace dos meses y ya ha dado muchos positivos”, comenta la oficial Ortiz.
Mientras ella habla, en las instalaciones de la Terminal Norte de Medellín, Lila se roba la atención de los viajeros y el público. Su porte y belleza y su corretear por los pasillos, se convierten en un espectáculo.
Lila se arrima a cada maleta o paquete que ve en el piso. Tiene esa obsesión por oler todo lo que ve. Pero a la vez juguetea y no deja de distraerse. Un año y siete meses todavía no le han dado la postura seria de los canes que ya prefieren la calma y serenidad.
En las terminales de buses y en los aeropuertos, que son los puntos por donde ingresa la mayoría de animales silvestres a Medellín, Lila trabaja como una empleada ejemplar.
“Ella llegó directo a la Unidad de Fauna y Flora Silvestre, se amaestra constantemente, hemos tenido incautaciones de aves y reptiles principalmente”, señala la oficial Ortiz.
Prueba superada
Para comprobar la eficiencia de Lila, los uniformados de la Policía la suben a un bus intermunicipal a escarbar bajo las sillas y a olfatear los bolsos y paquetes. Lila corre por todo el bus. Se detiene en cada lugar solo unos segundos y en alguno de todos, se estaciona a oler con más insistencia y agita más su cola. Vuelve donde su adiestrador, el patrullero José Eduardo Pinzón Gómez, y regresa al mismo paquete que llamó su atención.
Pinzón Gómez, que no se considera el amo sino su ami- go o compañero de trabajo, asume que la perra halló algo.
“Ella, sin que yo la mande, busca sola y me avisa”, comenta. Dice que todo obedece a un entrenamiento riguroso, pues por sus características de raza a Lila se le destinó esta tarea. Y la desempeña con éxito.
En la caja del bus, Lila detectó una tortuga, que es una de las especies más traficadas.
“Ella se inició en la escuela a los tres meses, la entrenamos diario, usamos una pelota con el olor de las sustancias de los animales y así se crea un lazo de amistad”, explica Pinzón. Como la pelota es su juguete, ella al oler la caja siente que está ahí adentro, pero el que está es el animal.
Jesús Herrera, conductor de Coopetransa, afirma que le toca ver pasajeros que se suben con pájaros y tortugas, “pero uno no puede hacer nada, no está bien transportar animales en carros”, recalca.
Eliécer Henao, conductor de servicio interdepartamental, subraya que los animales no deben sacarse de su hábitat: “uno ve que los suben enguacalados, que sufren, pero le toca quedarse callado”.
La subteniente Ortiz recuerda que el tráfico de fauna es uno de los delitos que más genera lucro a nivel mundial, “ocupa el tercer lugar y es un
delito que muta para evitar controles”. De allí la importancia de tener ejemplares como Lila, pues en Antioquia hay gran riqueza faunística sometida a maltrato y tráfico ilegal, especialmente en regiones como Urabá y Bajo Cauca. Lila ya ha detectado aves, tortugas, iguanas y otras especies. Es tan efectiva como los que detectan explosivos o drogas.
Según el Ministerio de Ambiente, en Colombia se incautan, en promedio, 113 animales diarios. Las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) reportaron 211.571 animales decomisados entre 2009 y 2012.
En solo Semana Santa, la Policía Ambiental y el Área Metropolitana incautaron 500 individuos, entre tortugas y aves. Hasta el pasado mes de junio, la Policía Ambiental había recuperado 1.656 animales silvestres, varios de ellos entregados voluntariamente por sus tenedores