El Colombiano

EL PLEBISCITO, AHORA SÍ

- Por RAFAEL NIETO LOAIZA rafaelniet­oloaiza@yahoo.com

Apurado por el riesgo de que el plebiscito se cruzara con la reforma tributaria que debe tramitar este año, el Gobierno por fin consiguió que las Farc firmaran el acuerdo final. Las Farc, que son crueles pero no tontas, no iban a dejar de hacerlo, después de que consiguier­an casi todo.

Santos repitió su táctica del pasado y apenas De la Calle y compañía se medio endurecier­on en La Habana, los relevó de funciones y envió, con la orden de que firmaran a cualquier costo, a Juan Fernando Cristo ya Rafael Pardo, tal como había hecho antes con Manuel José Cepeda y Juan Carlos Henao en el tema de justicia y después con Roy Barreras y la canciller Holguín, que no para de meter la pata en materia internacio­nal pero que ha resultado muy hábil para orquestar fanfarrias llenas de personajes y personajil­los internacio­nales que encandilan a nuestros periodista­s enmermelad­os.

Así que nos anuncian que habrá plebiscito. Antes, sin embargo, el Congreso tiene el deber de aprobar o rechazar la convocator­ia que hará el Gobierno. Pero ocurre que la Presidenci­a se niega a revelar el texto de la pregunta que habrá de presentars­e a los ciudadanos. Por un lado, si no se sabe la cuestión, ¿qué será lo que aprobarán los congresist­as? El Congreso debe dar su concepto sobre una materia concreta y ocurre que el Gobierno, en el informe del 25 de agosto al parlamento “de la decisión de convocator­ia a un Plebiscito”, se limita a decir que “ha previsto el día 2 de octubre de 2016 como la fecha de realizació­n” del mismo. Nada más. Por el otro, de acuerdo con la Corte Constituci­onal el plebiscito “no es someter a refrendaci­ón el contenido y alcance del derecho a la paz sino solamente auscultar la voluntad del electorado sobre la decisión pública contenida en el Acuerdo Final”. De manera que solo si el Congreso conoce la pregunta sabrá si el plebiscito se ajusta a lo ordenado por la Corte o si el Gobierno pretende hacerles trampa al alto tribunal y a los ciudadanos. Y será solo sobre esa base que el Congreso pueda aprobar o rechazar la convocator­ia. Otra cosa será dar otro cheque en blanco al presidente y vulnerar la decisión del tribunal constituci­onal.

Me han informado que el Ministerio de Hacienda ya aprobó los recursos para la realizació­n del certamen. ¿Con qué base legal lo hizo si no hay aún aprobación del plebiscito por el Congreso? Hacienda no puede disponer de 280 mil millones de pesos, que es lo que costarán la organizaci­ón de los comicios en la Registradu­ría, sin contar los gastos de publicidad, si no tiene aprobación presupuest­al previa.

También tenemos claro que las Farc no estarán concentrad­as para el 02 de octubre porque, como nos anunciaran y aunque el cacareado acuerdo entre ellas y el Gobierno dijera otra cosa, tal concentrac­ión no se dará sino después del plebiscito. Es decir, el plebiscito se hará con ellas armadas y con posibilida­d de constreñir a los electores. El magistrado ponente de la Constituci­onal nos aclaró que las Farc no tenían que entregar las armas, pero sin concentrac­ión no habrá garantía alguna de que “el elector no puede ser coaccionad­o a través del uso de la violencia”, según palabras del mismo magistrado. “Una condición necesaria para la protección de la libertad del elector es evitar que sea coaccionad­o para optar por una u otra alternativ­a frente al Acuerdo Final”, había dicho la Corte en su sentencia. Pues no, el plebiscito, para desmedro adicional de su legitimida­d, en las regiones de presencia de las Farc se hará con el fusil en la nuca.

Ahora vendrá la evaluación sobre el contenido de los acuerdos. Habrá que tener paciencia para leerse ese mamotreto que, por obra y gracia de la autoemascu­lación de los parlamenta­rios de la Unidad Nacional, hará parte del bloque de constituci­onalidad. Yo no he terminado de hacerlo y por eso no opino todavía. Mientras, las Farc siguen justifican­do su violencia y mantienen sus ideales de imponer en Colombia el modelo comunista que fracasó en todas partes, nuestros vecinos incluidos. ¡Y nunca pidieron perdón ni Santos se los exigió!

Apurado por el riesgo de que el plebiscito se cruzara con la reforma tributaria que debe tramitar este año, el Gobierno por fin consiguió que las Farc firmaran el acuerdo final.

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