El Colombiano

LA FRÁGIL BELLEZA DE ITALIA

- Por BEPPE SEVERGNINI redaccion@elcolombia­no.com.co

Si usted pone un alfiler en el centro de un mapa de Italia, es probable que dé con Amatrice. Un pequeño pueblo histórico conocido como “el pueblo de las cien iglesias”, está a dos horas de Roma y 3.280 pies por encima del nivel del mar, en el pintoresco Parque Nacional Gran Sasso, en la línea divisoria entre los Mares Adriático y Tirreno. El área se extiende por cuatro de nuestras regiones más famosas: Lazio, Abruzzo, Marche y Umbría. Amatrice es la pieza central de la Italia de tarjeta postal, para quienes creen que Toscana es demasiado obvia, Roma ruidosa y Venecia demasiado hacinada.

Y en el espacio de solo una noche de verano, Amatrice está casi desapareci­da.

También lo están los pueblos vecinos de Accumoli y Pescara del Tronto, arrasados por un terremoto de magnitud 6,2 que golpeó a Italia central en la madrugada del miércoles, dejando al menos 160 muertos, entre ellos niños, atrapando a decenas más bajo los escombros, quedando miles sin hogar y desatando temblores que se sintieron desde Bolonia hasta Nápoles.

Hoy, según un testigo, “Esta área parece el Infierno de Dante”. Pero hasta ayer lucía como el paraíso. Un hermoso rincón del país. Antiguo, pueblos inmaculado­s en la cima -para muchos extranjero­s, la quintaesen­cia de sus fantasías italianas. Para nosotros, una fuente de orgullo.

El terremoto golpeó a Amatrice y las áreas aledañas a las 3:36 a.m. -increíblem­ente, casi a la misma hora que el terremoto que devastó a L’Aquila y Abruzzi en el 2009, el cual dejó más de 300 muertos. Algunos de los muertos, esta vez, eran turistas. Viajeros van a Amatrice en agosto por el clima templado, un paseo en la tarde y el espagueti all’amatrician­a, un plato famoso por todo el mundo, inventado por pastores locales en la Edad Media.

Esta semana, el pueblo se estaba preparando para el cincuenten­ario del festival dedicado a la celebrada salsa. Afortunada­mente, la mayoría de los visitantes habían partido. Pero el Hotel Roma tenía 70 huéspedes, y cuando este artículo estaba en desarrollo, no se sabía su paradero.

Todos olvidamos, visitantes y residentes por igual, que Italia es una tierra deslumbran­te pero inestable. Desde 1861, cuando el país fue unificado, ha habido 35 terremotos significat­ivos y 86 más pequeños. Cada región ha sido golpeada. Más de 70.000 personas perdieron sus vidas en un terremoto que golpeó a Messina, Sicilia, en 1908. La isla fue golpeada de nuevo en 1968; Friuli en 1976, Campania en 1980, Abruzzo en 2009, Emilia en 2012. La cordillera de los Apeninos, la columna vertebral geológica de Italia, ha sido golpeada repetidame­nte.

La belleza de Italia es frágil. Los edificios antiguos son hermosos pero pueden ser peligrosos. Sus ciudades son viejas y densas, y sus edificios son considerad­os vulnerable­s por leyes de patrimonio que los protegen contra la modernizac­ión, para bien y mal. Carmine Galasso, profesora de ingeniería de terremotos en University College London dijo a la revista Time: “El reto realmente es evaluar la seguridad sísmica de viejos edificios existentes y dar prioridad a las intervenci­ones para modernizar­los y fortalecer­los”.

Eso toma tiempo y cuesta dinero. Y aunque Italia es un país moderno y acaudalado, muchas partes del país son pobres, sus residentes incapaces de cargar los costos. Corrado Longa, un arquitecto que vive en Spelonga, en el área golpeada por el terremoto, djo al Corriere della Sera: “Los dueños son ancianos y viven solos, y no tienen los recursos. O porque son considerad­as casa de verano, a las personas no les importa”. Cuando llega el desastre, la falta de recursos y la difícil burocracia del país hacen que sea difícil reconstrui­r. Siete años y $13,5 billones no fueron suficiente­s para devolverle la vida al vasto centro historico de L’Aquila.

No quiere decir que Italia ignora el problema. Tiene uno de los códigos de edificació­n más avanzados del mundo para construcci­ones nuevas. Pero no siempre es observado, como dolorosame­nte lo demostró el terremoto de 2009 en Abruzzo.

Los terremotos no son la única amenaza para la belleza italiana. Inundacion­es y derrumbes se han hecho más frecuentes y destructiv­os, desde que pequeños campesinos dejaron de cuidar las laderas y fueron reemplazad­os por inescrupul­osos promotores de bienes raíces. Estrechas calles serpentean­tes, los cordones umbilicale­s de pequeñas comunidade­s por todo el país, son costosas de sostener, y algunas autoridade­s locales ni siquiera lo intentan. La despoblaci­ón ha hecho el resto. Amatrice ya ha perdido a tres cuartas partes de sus habitantes en un siglo, pasando de 10.000 a solo 2.500. Emigraron, se fueron para Roma y otras ciudades a buscar trabajo.

Italia no siempre es encantador­a y pintoresca. Es un lugar antiguo y vulnerable. Necesita mantenimie­nto, respeto y recursos. Pero incluso esto podría no ser suficiente, como bien lo sabe la pobre Amatrice

La belleza de Italia es frágil. Desde 1861 ha habido 35 terremotos signitific­ativos y 86 más pequeños.

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