LA GENERACIÓN DEL SIN SENTIDO
Colombia está hoy ante un escenario de grandes desafíos, y no solo políticos o económicos, sino también sociales y culturales. Para variar un poco de tanta controversia que se ha generado en el país por temas políticos, es preciso trascender en qué está pasando con nuestra forma de vivir, sentir y actuar.
Hoy, estamos atravesando por un sin sentido, por un desbordamiento de valores y una pérdida de cosas que hace unos años eran tan esenciales e importantes. Ahora el problema no es tanto si eres santista o uribista, si estás o no en contra del tratado de paz, si eres homofóbico o no; ahora el problema es que le cambiamos el verdadero sentido a ser, vivir y existir; a disfrutar de las cosas simples, pequeñas, esas que no se compran con dinero plástico en cualquier tienda de la ciudad, le perdimos el sentido a compartir con nuestros seres queridos, porque ahora hasta cuando nos sentamos en la mesa a comer, nos parece más interesante lo que hay detrás de un celular que el mismo hecho de mirar a los ojos a las personas que tanto amamos. Estamos fregados desde que el engaño llegó a ser parte del amor, desde que nuestras familias pasan a estar en segundo plano, desde que una mentira a medias se convierte en verdad, desde que le tenemos el pavor a pensar y actuar diferente por el qué dirán, perdimos el sentido desde que la conversación más profunda que tenemos con al- guien es por mensaje de texto.
Sí, ahora uno de los problemas más agobiantes para enfrentar es la intolerancia y el odio con el que nos pronunciamos ante la opinión del otro, esa dificultad de la que casi nadie habla hoy es el mayor impedimento para el progreso y el desarrollo social de nuestro querido pero complicado país. Ahora, la contrariedad es que todo lo arreglamos con insultos y vulgaridades y claro, nos lavamos las manos diciendo que es “libertad de expresión”, y del mismo modo, nos sentimos muy orgullosos de deshonrar con palabras desconcertantes por medio de la internet a quienes tienen ideologías u opiniones diferentes a las nuestras, que podemos no compartir, pero sí debemos respetar… ¡valiente gracia! ocultarnos detrás de una pantalla y “arrear madre” sin escrúpulos y pretender llegar a esa paz que muy probablemente no se construirá solo con firmar en La Habana
* Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.
Ahora la contrariedad es que todo lo arreglamos con insultos.