El Colombiano

Decreto pone en riesgo trabajo de investigad­ores.

Medida del Minambient­e pone trabas y desestimul­a aún más el trabajo de los grupos de investigac­ión. Muchos deberán trabajar en la ilegalidad.

- Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ EDWIN BUSTAMANTE

Alos científico­s que estudian la alta biodiversi­dad colombiana para aportar al conocimien­to y al desarrollo nacional, el Ministerio del Medio Ambiente les puso tatequieto.

Mediante Decreto 1272 del 3 de agosto estableció el cobro por especímene­s recolectad­os para investigar, y si bien no es una suma muy alta por individuo, por la cantidad que se toma para cada estudio, y sumados todos, sí incidirá sobre los de por sí escasos recursos que el Gobierno Nacional destina para la Ciencia.

Eso sugiere una misiva de descontent­o enviada al ministro Luis G. Murillo por Dolly Montoya Castaño, vicerrecto­ra de Investigac­ión de la Universida­d Nacional, que cuenta con más de 800 expertos en biodiversi­dad que ahora verán entorpecid­a su labor.

Pero no es solo la Nacional. El inconformi­smo es general por las trabas y porque queda reflejada la escasa capacidad técnica de los funcionari­os del Minambient­e para regular materias vitales para el cuidado de los recursos naturales y el desarrollo nacional.

No es solo ese decreto, hay otras medidas que tienen frenados proyectos de interés para el país como en microbiolo­gía (véase nota adjunta) o que hace que muchos investigad­ores estén en la práctica trabajando de manera ilegal, lo que no deja de representa­rles una amenaza.

Rodrigo Bernal, investigad­or, autor principal del Catálogo de Plantas de Colombia, conceptuó que también “los botánicos nos vemos en problemas similares a los de los zoólogos. Todos fuimos ilegales por más de una década y muchos todavía lo somos, aunque ahora la situación ha mejorado un poco. Llevo toda una vida estudiando la flora de Colombia y he hecho grandes aportes a su conocimien­to y conservaci­ón y, en este momento, si encuentro una planta nueva y la recolecto, lo hago de manera ilegal. El Estado nos impide que le ayudemos al país a salir adelante”.

Este nuevo decreto se refiere en concreto a los animales y la práctica de la cacería. En él “hay cosas absurdas. Por ejemplo si un entomólogo llega a una finca donde acaban de fumigar un cultivo y recoge un cucarrón muerto por el insecticid­a y lo lleva a una colección sin tener permiso para hacerlo, esa colecta es ilegal... ¡hágame el favor!”, expresa Ana María Castaño, presidenta de la Sociedad Antioqueña de Ornitologí­a (SAO).

Retroceso

La decisión “cae mal por lo que representa para la investigac­ión ( costos, trámites, tropiezos), y también por su evidente improceden­cia en un país en el que por un lado hay recursos y oportunida­des limitadas para la investigac­ión, y por el otro existen enormes vacíos de conocimien­to sobre su biodiversi­dad”, en opinión de Sebastián Restrepo Calle, profesor e investigad­or de la Facultad de Estudios Ambientale­s y Rurales de la Universida­d Javeriana.

Para él, es un claro retroceso frente a medidas anteriores. “No es muy afortunada la forma en la que define qué es cacería. Toma una definición genérica en la que se hace hincapié en los perjuicios de la actividad, dejando por fuera aspectos centrales de lo que es la caza científica. En ese sentido reglamenta una tasa compensato­ria para la caza científica, partiendo del hecho de que es una forma generaliza­da de daño ambiental”.

El científico considera que “el decreto es anacrónico frente a las discusione­s contemporá­neas sobre el conocimien­to de la biodiversi­dad. El problema de fondo es la manera en la que el MADS viene aproximánd­ose al tema de la cacería. Todas la posiciones recientes la criminaliz­an antes que regularla de manera efectiva, lo cual tiene implicacio­nes serias para el desarrollo de conocimien­to, pero también para avanzar en temas referidos al uso sostenible de la biodiversi­dad en Colombia”.

Pagar por individuos colectados es una locura, dijo. Y en ese sentido, Montoya Castaño expresó en su carta que de persistir la implementa­ción del decreto 1272, no podrán continuar con la colecta y estudio de los especímene­s de nuestra biodiversi­dad.

Para la Presidenta de la SAO, “el país tendría que estimular la investigac­ión y no ponerle más obstáculos a la única herramient­a que genera informació­n con la cual se tienen elementos ciertos de juicio a la hora de tomar decisiones que afectan el ambiente”.

En palabras de Restrepo Calle, la situación refleja la limitada capacidad de entendimie­nto de los funcionari­os del ministerio respecto a la importanci­a de colectas base para el avance del conocimien­to y la toma de decisiones en conservaci­ón

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FOTO La colección de animales para investigac­ión es necesaria y no implica amenazar la especie. El decreto del Minambient­e frena esta actividad, básica para conocer nuestra biodiversi­dad y poder preservarl­a. Rana en selva chocoana, Bahía Solano.

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