El Colombiano

TRUMP, EL CANDIDATO CÓMICO INSULTADOR

- Por CHRIS KELLY redaccion@elcolombia­no.com.co

“El comediante de hoy carga una cruz que él mismo construyó. Un comediante de la vieja generación hacía una actuación y le decía al público, ‘Este es mi acto”. El comediante de hoy no está actuando. El público asume que está diciendo la verdad”.

Ese fue Lenny Bruce, quien murió este mes hace 50 años, al describir un problema de la comedia en particular- la desconexió­n entre el comediante y el público, la cual él identificó hace mucho tiempo.

Bruce (anteriorme­nte de apellido Schneider) nació en Mineola, Long Island, a solo un par de salidas de distancia de Do

nald Trump. La semejanza termina ahí. Por un lado, uno generalmen­te se daba cuenta de cuándo Bruce estaba charlando. Se ha convertido en un juego de adivinanza el saber cuando Trump está haciendo un chiste.

Después de que pasó un año viajando con éxito, Trump está buscando hacer show en escenarios más grandes, pero su nuevo público nacional bipartidis­ta no siempre entiende. El término profesiona­l para los comediante­s que no están logrando la reacción que quieren es “comiéndolo”. Esto le pasó a Trump varias veces recienteme­nte y, peor aún, ha entrado en el hábito del comediante desesperad­o de explicar sus chistes.

Después de que dijo que quería que Rusia hackeara los emails de Hillary Clinton, explicó “obviamente fue dicho de manera sarcástica”. Alrededor del mismo tiempo, después de que dijo que le gustaba el sonido de un bebé llorando en un rally, aclaró: “En realidad, solo estaba bromeando, puede sacar al bebé de aquí”. Después de que dijo que el presidente Obama fundó al Estado Islámico, explicó: “Obviamente, estoy siendo sarcástico, pero no tan sarcástico, para ser honesto con ustedes”.

Y después de que Trump dijo que “tal vez hay algo” que aquellas “personas de la Segunda Enmienda” pueden hacer para frustrar la oportunida­d de Clinton para apuntar jueces de la Corte Suprema, tuvo que explicar que no estaba bromeando. Obviamente quiso decir que los apoyantes de la Segunda Enmienda tienen “tremendo poder porque están tan unidos”. No porque están armados con armas.

Obviamente. ¿Este micrófono está prendido? El humor de Trump ahora es demasiado ‘en la onda’ para el auditorio. Y con el ‘auditorio’ quiero decir CNN. El problema no es su material; el problema es que su acto está tan bien elaborado después de viajar un año con él, y el intérprete lo personific­a tan completame­nte, que al público se le olvida que está jugando un papel.

No sabemos cuál es el chiste, porque hemos perdido la distinción entre el artista y el papel. Es como si el 40 % del país de repente decidió nombrar a Wi

lliam Shatner presidente de los Jefes del Estado Mayor Conjunto porque hizo tan buen trabajo al luchar contra los Klingons.

La campaña de Trump ha alcanzado ese horrible momento que los comediante­s conocen demasiado bien- cuando dejan de buscar risas y quieren respeto. Bruce entendió esa desesperac­ión, y sabía que los comediante­s en esa condición harían cualquier cosa, cuando empiezan a perder al público.

Él sube al escenario en Londres y es un desastre. No consigue nada. El booker de la casa le dice que debe reducir sus pérdidas y regresar a casa, pero Dell ni lo considera. “Tengo muchos actos”, le dice al booker. Una vez más, Dell no consigue risas. Finalmente, desesperad­o por conseguir que el público inglés esté de su lado después de que todo lo demás ha fracasado, dice. “Qué tal esto...AL CARAJO CON IRLANDA”.

Al público le encanta. Un espectador grita: “Eso es lo más chistoso que usted ha dicho en toda la noche. Es correcto. ¡AL CARAJO CON IRLANDA!”. Y luego el público de repente agitado empieza a arrancar los asientos del balcón.

Como cuando Trump grita que prohibirá la entrada de musulmanes al país y deportará a los mexicanos, en su último intento por conseguir la Casa Blanca, el auditorio con más clase de todos, Frank Dell da comienzo a algo que no puede controlar. Ruega por la calma. “Tómelo con calma, compañero, es solo una broma”, dice, mientras la muchedumbr­e destroza el teatro

Se ha convertido en un juego de adivinanza el saber cuando Trump está haciendo un chiste.

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