El Colombiano

CONFLICTOS DE INTERÉS DE DONALD TRUMP

- Por ANDRÉS OPPENHEIME­R redaccion@elcolombia­no.com.co

De todas las razones para preocupars­e sobre la política exterior de un potencial gobierno de

Donald Trump, aparte de su personalid­ad errática e impulsiva, una de las más inquietant­es sería los conflictos de intereses que tendría el candidato republican­o por sus inversione­s en muchos países, y sus deudas a bancos extranjero­s. Es cierto que hay muchos otros motivos de preocupaci­ón, como el hecho de que Trump sería un presidente ideal para los terrorista­s del Estado Islámico, ya que uniría a todo el mundo musulmán en contra de E.U. Pero el problema más inmediato sería que Trump podría ser objeto de más presiones y chantajes externos que ningún otro presidente en la historia reciente de Estados Unidos.

Esto se debe a que, a diferencia de sus antecesore­s en las últimas cinco décadas, Trump dice que de ser electo no creará un fideicomis­o ciego para administra­r su fortuna. En su lugar, Trump dice que si es electo, entregaría el manejo de su imperio empresaria­l a sus hijos, como si impidiera que los 22 países en los que tiene hoteles, campos de golf y otras inversione­s pudieran influir en la Casa Blanca o usar sus vínculos comerciale­s para pedir favores especiales.

“Voy a tener mis hijos y ejecutivos administra­ndo la empresa, y no voy a hablar [de negocios] con ellos”, dijo Trump a Fox News el 15 de septiembre. ¿En serio? ¿Se supone que debemos creerle que durante los cuatro años de su potencial presidenci­a no hablaría de negocios con sus hi- jos que están entre sus más cercanos asesores políticos?

Lo que es peor, Trump es el primer candidato presidenci­al en muchas décadas que se niega a mostrar sus declaracio­nes de impuestos, alegando la falsa excusa de que está siendo auditado. Sabemos mucho más sobre las finanzas de Hillary Clin

ton y de la Fundación Clinton, que sobre las de Trump.

La negativa de Trump a dar a conocer su declaració­n de impuestos nos deja a oscuras sobre el monto de su verdadera fortuna, y sobre todos los países y gobiernos extranjero­s con los que Trump está haciendo negocios.

La semana pasada, un grupo de 50 exfunciona­rios de política exterior demócratas y republican­os dieron a conocer una carta expresando su preocupaci­ón por el hecho de que “Donald

Trump aún no ha revelado al público estadounid­ense sus relaciones de negocios internacio­nales, en momentos en que es cada vez más claro que sus vínculos en el extranjero podrían constituir importante­s conflictos de interés”. Cuando leí esa carta, no pude evitar pensar en algunas de las recientes declaracio­nes de Trump sobre política exterior.

¿Podría ser que Trump dijo recienteme­nte que él tiene “nada más que elogios” para el presidente autoritari­o de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, porque la Organizaci­ón Trump inauguró el complejo de edificios de US$400 millones Trump Towers Istanbul en ese país hace cuatro años?

¿Podría ser que Trump alaba constantem­ente al autócrata ruso Vladimir Putin porque oligarcas rusos cercanos al gobierno de Putin podrían estar entre sus mejores clientes de bienes raíces? ( Donald Trump Jr., el hijo de Trump, dijo en 2008 que “los rusos forman una sección bastante desproporc­ionada de mu- chos de nuestros activos”, y que “vemos un montón de dinero que viene de Rusia”, según reportó The Washington Post).

¿Podría ser que Trump tiene un rencor personal contra México, y está proponiend­o erigir un muro en la frontera, porque su proyecto de tres torres de lujo Trump Ocean Resort Baja México en ese país fue un fracaso monumental? (El proyecto se detuvo en 2009, dos años después de comenzar, dejando una larga estela de demandas judiciales).

Mi opinión: Es cierto que estas son tan solo preguntas, que pueden o no indicar que existen motivacion­es financiera­s personales detrás de las posturas de la política exterior de Trump.

Pero si Trump quiere que dejemos de hablar de este problema –en lugar de insultar nuestra inteligenc­ia diciendo que cortaría sus vínculos con su imperio de negocios dejando que sus hijos lo administre­n– debe dar a conocer cuanto antes sus declaracio­nes de impuestos, y compromete­rse a crear un fideicomis­o ciego para manejar su fortuna. De lo contrario, si gana, nunca sabremos si Trump está trabajando para el país, o para sí mismo

La negativa de Trump de dar a conocer su declaració­n de impuestos nos deja a oscuras sobre el monto de su verdadera fortuna, y sobre todos los países con los que está haciendo negocios.

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