El Colombiano

EL CUARTO DE HORA PARADÓJICO

- Por ARTURO GUERRERO arturoguer­reror@gmail.com

Esta es la semana de la paz a presión. Comenzó el lunes con la firma del Acuerdo en Cartagena, termina este domingo cuando se sepan resultados del plebiscito.

Entre esos dos términos se celebran toda clase de eventos, campañas y ceremonias auspicioso­s de la paz. La nación está en estado alterado de conciencia, no se habla de nada distinto, nadie sueña sino con los debates del Sí y el No.

Es como un mundial de fútbol, a escala nuestra. La presencia de tantos jefes de Estado y la agitación de la prensa internacio­nal nos catapulta a las primeras páginas de periódicos en todos los idiomas.

Colombia es el país de mostrar en Naciones Unidas. Por primera vez este matade- ro es puesto como ejemplo para otros similares como Siria, Irak, varios en África. La guerra más larga enseña a las guerras recientes el modo de acabar con la guerra.

Vienen los gurús de largo pelo desordenad­o y ojos de águila. Opinan lo que siempre han predicado: hay que meditar para dejar el estrés. Cantan los cantantes de fama, instalados en audífonos ensimismad­os. Víctimas y mujeres son por primera vez centro de atención.

La población se siente concernida. Más valdría decir “las” poblacione­s, pues el Acuerdo cercenó en dos el tenue acuerdo nacional. Esta partición no es fruto de la naturaleza de las cosas, es una siembra. Alguien enardeció las mentes de una minoría ca- rente de afectos, y esta tropa blasfema regó su bilis.

Entonces muchos cayeron en la trampa. Las imposturas, y la manera insolente de plantearla­s, cundieron como el miedo, fácil combustibl­e de la desconfian­za y de la ira. En el resto del planeta nadie entiende este incendio, originado precisamen­te en este momento de clausura de las armas.

Así que el cuarto de hora de Colombia ante el mundo es al mismo tiempo inquina entre los colombiano­s. Los fusiles que se fundirán han dejado una herencia quemante en la mirada fratricida.

He aquí la importanci­a del plebiscito dentro de cuatro días. Se votará frente al desarme físico pero se decidirá frente a la exaltación de los espíritus. De él saldrá un paso no antes visto hacia la concordia pública o la disposició­n mental que abonará las guerras sucesivas.

¡Ah Colombia paradójica e infeliz ante cada paso de hipotética felicidad! País que no sabe subir al cielo sin antes crucificar­se

Así que el cuarto de hora de Colombia ante el mundo es al mismo tiempo inquina entre los colombiano­s.

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