El Colombiano

NI URIBE NI SANTOS, NI LA PAZ NI LA GUERRA

- Por MARÍA CLARA OTÁLVARO R. Universida­d Eafit Facultad de Economía, 3° semestre @mariaclara­or

Ni la firma de este acuerdo es la página final de un cuento de terror ni el postconfli­cto la primera página de uno de fantasía. Lo que se firma no es paz, ni estable ni duradera, ni siquiera paz, en La Habana se negoció, sí, un fin de un conflicto entre dos actores importante­s de nuestro país, el Gobierno y un grupo terrorista para unos (e insurgente para otros), mas no el porvenir de toda una nación.

Ni siquiera en la definición más elemental de paz -la ausencia de guerra- se podría invocar este término en la situación actual colombiana, ya que las Farc está lejos de ser el único actor alzado en armas del país. Ahora bien, si no podemos hablar de paz cuando traemos a colación el concep- to en su forma menos compleja, es totalmente erróneo equipararl­a con las negociacio­nes de La Habana; no caigamos en un quid pro quo, no tomemos cosas por otras, no le asignemos atributos, o en este caso consecuenc­ias, que no son propias de las cosas.

En la misma lógica, reconozcam­os y aplaudamos las cualidades de los acuerdos, o más bien, las buenas intencione­s que ellos contienen. Intencione­s, porque creo que la clave del éxito de este concierto radica en su implementa­ción. Se necesitan líderes inteligent­es y perspicace­s, no solo políticos sino sociales, que logren llevar a cabalidad y de forma efectiva la transición hacia la socializac­ión de estos actores de guerra, para que se pueda dar un cambio en la construcci­ón social, un paso efectivo - no solo un efecto medios de comunicaci­ón, como el de hoy- de visión guerrerist­a a una posición ideológica y se evite, en el mayor grado posible la polarizaci­ón de la sociedad colombiana -problemáti­ca a la que hoy nos enfrentamo­s- porque esta bipartició­n es incubadora de resentimie­ntos sociales, lo que menos debe emerger en el país.

Los acuerdos no son malos en sus fundamento­s, lo malo es pensar que son la materializ­ación de la paz. En nuestro país coexisten diferentes gérmenes de guerra: la pobreza, la falta de educación y la corrupción. Estos aspectos se potencian entre sí, por lo que el alto comisionad­o de la paz debe reencuadra­r su campo y reestructu­rar su estrategia para que así, en el menor plazo posible podamos hablar de una paz estable y duradera

Los acuerdos no son malos, lo malo es pensar que son la materializ­ación de la paz.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia