En un techo de Medellín cultivan peces y verduras
Con una granja acupónica, seis jóvenes buscan disminuir la brecha alimentaria en los barrios más vulnerables de la ciudad.
Un amigo de la universidad que vive en el barrio Conquistadores me contó que en la terraza de su edificio hay una granja acuapónica; el hecho llamó mucho mi atención porque nunca había escuchado hablar de la acuaponía, además, siempre he pensado que las granjas están llenas de animales y se ubican en el campo o espacios muy grandes.
Preguntando, encontré que el dueño del cultivo ubicado en el piso 11 de Ocho Ríos es Diego Zapata, un economista y activista que junto a cinco amigos adelanta este proyecto, que nació para ayudar a suplir la inseguridad alimentaria en los sectores más necesitados de Medellín.
Y no es para menos, porque según un estudio publicado el mes pasado, solo en la comuna 2 (Santa Cruz) esta situación afecta al 77,9 por ciento de las familias.
Al encontrar que esta problemática impacta a más de seis comunas y teniendo en cuenta que los techos pocas veces se utilizan, estos amigos vieron la posibilidad de aprovechar el espacio al mismo tiempo que se resuelve una dificultad tan lamentable como la escasez de alimentos.
“Nosotros tenemos, básicamente, un tanque donde están los peces, un filtro donde hay unos microorganismos que transforman las heces de los peces en alimentos para las plantas y unos soportes donde están las plantas”, me explicó Diego.
La granja mide un metro cuadrado y tiene capacidad para 40 peces y 93 plantas. En este momento tienen cultivos de albahaca, estragón, tomate, lechuga, apio y cebolla de rama. También hay 40 tilapias rojas y plateadas.
“La acuoponía es un método de producción que combina la acuicultura (crianza de animales acuáticas) con la hidroponía, (cultivo de plantas en soluciones acuosas)”, me aclaró Diego.
El gasto generado por la granja es muy mínimo, solo se millones de pesos ha invertido el grupo de amigos para desarrollar el piloto acuapónico en el barrio Conquistadores.
debe reponer 14 litros de agua, que son los que se evaporan, y que equivalen a una ducha diaria. Además, como es un sistema de abono cerrado, lo único que debe hacerse es alimentar a los peces y revisar el estado de las plantas.
El proyecto que entró en funcionamiento desde hace cuatro meses, aún no ha llegado los barrios, sin embargo el grupo de amigos tiene claro el impacto que se busca crear en la población; entre ellos generar empleo, abastecer de alimentos a la comunidad y crear programas de educación alrededor del cuidado del ambiente. Además, ya se adelanta un piloto en interiores.
Me alegra que jóvenes como Diego, Carlos, Juan, Andrés, Andrea y Manuela le apuesten a este tipo de iniciativas y espero que puedan ser llevadas a los barrios más vulnerables de la ciudad