NOBEL DE PAZ DE UNA PAZ QUE NO EXISTE
“Ya tenemos Nobel de Literatura y Nobel de Paz, solo nos falta aprender a leer y a vivir en paz”, una frase anónima que vi en las redes y que sin ninguna duda alude al pueblo colombiano.
La violencia contra nuestros niños, los otros pequeños que mueren de desnutrición en La Guajira, la intolerancia hacia el género femenino, la corrupción de los más ‘prestigiados y honorables’ políticos, la poca efectividad de las leyes de una Constitución Política, el vergonzoso salario mínimo, la ambición de los altos mandatarios, el abuso de poder y entre muchas otras situaciones son las que digerimos a diario los más de 40 millones de colombianos, territorio aquel al que hace unos días lo galardonaron con un Nobel de Paz, del cual no me siento ni orgullosa ni merecedora.
Lo más lamentable no es solo lo anterior, sino que ahora solo se busca el bien particular, se cambió el servicio por el poder autoritario, se olvidaron los pilares para guiar y construir una nación y un territorio. Se perdieron la ganas exhaustivas de los jóvenes por querer convertirse en profesionales, porque ahora ya es más beneficioso actuar mal para que nos vaya bien, o si no que nos lo digan los jefes de las Farc.
Aquí ha sido más fácil negociar con quienes causan daño y derraman mares de sangre, que con quienes manejan mulas y tienen un ar- duo trabajo y que además “se han sudado la papita” para no sobrevivir con un salario mínimo, como le toca al más del 30 % de la población.
Los hechos hacen las palabras respetados mandatarios, de nada sirve salir en los medios a decir que buscan la igualdad, otras que son instrumento de paz, solo para ganar indulgencias con padrenuestros que no les pertenecen.
La paz comienza desde adentro, pero sobre todo con honestidad y respeto por un pueblo, así como lo fueron
Gandhi y Mandela, verdaderos merecedores de un premio Nobel de Paz
Se perdieron las ganas exhaustivas de los jóvenes por querer convertirse en profesionales, porque ahora es más beneficioso actuar mal para que nos vaya bien. Que lo digan los jefes de las Farc.