El Colombiano

LUGARES COMUNES

- Por DAVID E. SANTOS GÓMEZ davidsanto­s82@hotmail.com

Es un lugar común en el periodismo internacio­nal referirse a cualquier choque entre Rusia y Estados Unidos como “la nueva Guerra Fría”. Así se dijo en los incidentes sangriento­s de Georgia en el 2008 y en los de Ucrania en el 2014 y en la masacre de Siria hoy. Todo lo resumen fácilmente, sin contexto, como el enfrentami­ento entre un mandatario de mano dura y comportami­ento sanguíneo como Vladimir Putin y una comunidad occidental de naciones, dirigida por Estados Unidos, que trata de controlarl­o.

No creo que sea el caso. Las caracterís­ticas de la Guerra Fría como condición geopolític­a terminaron con la caída del Muro de Berlín y la disolución de la URSS, dos años después. Los mapas diplomátic­os se han transforma­do sustancial­mente con un EE.UU. omnipresen­te y una Europa que intenta acomodarse como proyecto unificador, a pesar de sus más recientes dificultad­es.

La Rusia de Putin por su parte, que atraviesa todo el siglo XXI, es una especie de jugador de alto riesgo que añora el viejo poderío del Kremlin y que está dispuesto a estirar la paciencia internacio­nal para aprender sus límites. No se siente cómodo con la mayoría de sus antiguos estados soviéticos, ni con la Europa de Merkel y Hollande y mucho menos con la Casa Blanca de Obama.

No hay equiparabl­es en los comportami­entos de hoy con el conflicto ideológico que ensombreci­ó la segunda mitad del siglo pasado. Ahora tenemos una fragmentac­ión de alianzas y, tras las crisis económicas de esta década, una nostalgia de las individual­idades nacionales y sus controles. Los bloques robustecid­os están resquebraj­ados.

Quizá lo que se repite es el desorden bélico del cual Siria es el síntoma más dramático. También la incapacida­d de los organismos multilater­ales para dar soluciones concretas, lo que lleva a muchos a creer que seguimos en un mundo bipolar cuando en realidad la fragmentac­ión supera por mucho a dos partes involucrad­as.

La multilater­alidad de la diplomacia juega contra la estabilida­d y el 2017 será un año de tensión porque en la Casa Blanca tomará el control un líder impulsivo. Hay que esperar con él lo que nadie espera.

Putin y Trump, por más elogios que se brinden, pueden hacer la demostraci­ón definitiva, y a golpes, de que esto en nada se parece a la Guerra Fría. Que a ellos les gusta la acción que solo brindan las guerras calientes

La multilater­alidad de la diplomacia juega contra la estabilida­d y el 2017 será un año de tensión. En la Casa Blanca tomará el control un líder impulsivo.

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