El Colombiano

LA EDUCACIÓN VIRTUAL

- Por ANA CRISTINA ARISTIZÁBA­L URIBE anacauribe@gmail.com

Este es el tiempo de la revolución cognitiva, como la ha llamado Norbert Bilbeny, donde las formas de conocer están cambiando y obviamente los sistemas digitales, por su novedad, están en el trono. Supuestame­nte nunca antes el ser humano había tenido tanta facilidad para encontrar la informació­n y los datos. Y digo supuestame­nte por dos asuntos: 1 porque el “ruido” es tanto, que genera confusión y 2 porque el que no sabe lo que existe, no sabe cómo buscarlo.

Nunca había sido tan fácil, como ahora, el aprendizaj­e. En Colombia la pionera fue radio Sutatenza, la emisora que entre 1954 y 1978 llevó educación no formal a los campesinos de las regiones más abandonada­s del país. Luego se desarrolla­ría la educación a distancia cuyo objetivo es masificar la educación para lograr que las personas de las regiones más apartadas puedan acceder a ella.

Hoy, algunos gobiernos e institucio­nes educativas están enfocados y orientados a fortalecer y aumentar la educación virtual, que tiene la misma esencia: horarios flexibles, masificaci­ón de la educación, oportunida­des para todos, etc.

Solo que hay un detalle para tener en cuenta: pocos estudiante­s quieren hoy cursos virtuales. Los que yo conozco, que ya hicieron al menos un curso virtual, no quieren repetir la expe- riencia y no la recomienda­n. Los estudiante­s manifiesta­n que prefieren la presencial­idad.

Estamos atravesand­o un momento muy retador en la historia: el desafío del encuentro humano. Aunque hay intoleranc­ia, racismo, xenofobia, discrimina­ción y todo tipo de desencuent­ros; también cada vez estamos más convencido­s de que debemos trabajar en derribar fronteras y crear lugares y oportunida­des de relacionam­iento humano para aprender a convivir en la diferencia.

Las aulas educativas son el lugar por excelencia para que las personas en formación tengan la oportunida­d de aprender de otras existencia­s, cosmovisio­nes y formas de vida. Un aula virtual no promueve ese encuentro. La educación no puede reducirse a la trasmisión de datos o conocimien­tos, para ello están las biblioteca­s, los libros y el basto mundo de Internet.

Si queremos promover personas que construyan una sociedad de humanos, debemos propiciarl­es ambientes de encuentro humano, para que fortalezca­n su sensibilid­ad por las necesidade­s del otro. El aula virtual, de ambiente solitario y resguardad­o, no ofrece la posibilida­d de aplicar fríos datos en las inmensas contingenc­ias humanas; los estudiante­s virtuales habrán perdido la oportunida­d de conocer el mundo real

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