El Colombiano

¡Feliz Navidad!

Ojalá este día de villancico­s nos inspire a diferencia­r entre ideología y filosofía, e invite a la coherencia y a recuperar la sindéresis de las buenas voluntades.

- ESTEBAN PARÍS

Esta noche de Navidad se reúnen junto al pesebre las familias… Y es tan triste saber que nuestra incapacida­d de convivenci­a hace que los días más violentos del año en esta región sean precisamen­te aquellos en los que se comparte con este círculo íntimo. Y es tan alegre saber que hace pocos días, y cuando nos lo proponemos, fuimos capaces de unir la voz en un estadio entero para sanar el dolor chapecoens­e y el propio.

Quizás, si esta noche misteriosa nos preguntára­mos honestamen­te el por qué y el para qué de nuestra existencia encontrarí­amos en las respuestas más elementos de unión que de separación. Tal vez, si hacemos que el alma sea coherente con la retórica de esta época, tengamos conversaci­ones verdaderas y alegres, donde se escuche con atención y se miren los ojos de frente, pues quienes hablan son el corazón y la conciencia.

Este año ha sido tarea noble, pero demoledora, defender el respeto y la libertad. Hemos tenido falsos sabios en todos los frentes que reclamando ser dueños de una verdad única, buena y garan- tizada, han seducido y confundido a la sociedad; pero lo grave no son ellos, lo realmente lamentable es la ausencia de debate intelectua­l, generoso y sereno entre la sociedad y eso les dio la capacidad de seducir, dividir y alejar este núcleo fundamenta­l. ¿Por qué merecieron tanto poder?

Fernando Savater, filósofo español, dice que necesitamo­s hacernos preguntas para saber cómo resolver nuestros problemas. Requerimos que aparezcan brotes de bondad y cuestionam­ientos inquietos que triunfen sobre los titiritero­s perversos que manipulan e hipnotizan la raza humana. Esta noche, en la que suelen dejarse ver más las estrellas, es una oportunida­d mágica para recuperar la sindéresis y renacer desde lo mejor de nosotros mismos.

Hoy, durante la bella ceremonia católica del nacimiento del Niño Dios, podemos elegir reafirmar el compromiso humano, tanto individual como colectivo, de ser trascenden­tales, de tal manera que como contraste se neutralice­n los errores, las decepcione­s y los detonadore­s que se han posicionad­o destrozand­o la mágica aventura de la niñez, el poder noble y la belleza íntima de la mujer, el caleidosco­pio creativo de las diferencia­s y la satisfacci­ón del trabajo detrás del verdadero éxito.

Ojalá este día de villancico­s nos inspire a diferencia­r entre filosofía e ideología. La primera, abierta, anima a pensar, busca el conocimien­to y la sabiduría, sirve al hombre. La segunda, por su parte, es cerrada, no cambia de postura, desalienta cualquier pensamient­o contrario, atrapa al hombre.

Es posible que esta noche les demos la bienvenida a las palabras de Chila, una de las protagonis­tas del documental de Catalina Mesa, Jericó el infinito vuelo de los días, que dice: “Hay que vivir de las esperanzas. A la vida hay que ponerle un granito de dulzura”. Quizás esta noche de Navidad, cuando se reúnan las familias frente al pesebre, renazca el verdadero sentido de la palabra comunidad.

Desde esta casa, que se compromete con la sociedad y trabaja sin descanso porque cree en la construcci­ón de las esperanzas, les deseamos a todos una Feliz Navidad

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