¡Feliz Navidad!
Ojalá este día de villancicos nos inspire a diferenciar entre ideología y filosofía, e invite a la coherencia y a recuperar la sindéresis de las buenas voluntades.
Esta noche de Navidad se reúnen junto al pesebre las familias… Y es tan triste saber que nuestra incapacidad de convivencia hace que los días más violentos del año en esta región sean precisamente aquellos en los que se comparte con este círculo íntimo. Y es tan alegre saber que hace pocos días, y cuando nos lo proponemos, fuimos capaces de unir la voz en un estadio entero para sanar el dolor chapecoense y el propio.
Quizás, si esta noche misteriosa nos preguntáramos honestamente el por qué y el para qué de nuestra existencia encontraríamos en las respuestas más elementos de unión que de separación. Tal vez, si hacemos que el alma sea coherente con la retórica de esta época, tengamos conversaciones verdaderas y alegres, donde se escuche con atención y se miren los ojos de frente, pues quienes hablan son el corazón y la conciencia.
Este año ha sido tarea noble, pero demoledora, defender el respeto y la libertad. Hemos tenido falsos sabios en todos los frentes que reclamando ser dueños de una verdad única, buena y garan- tizada, han seducido y confundido a la sociedad; pero lo grave no son ellos, lo realmente lamentable es la ausencia de debate intelectual, generoso y sereno entre la sociedad y eso les dio la capacidad de seducir, dividir y alejar este núcleo fundamental. ¿Por qué merecieron tanto poder?
Fernando Savater, filósofo español, dice que necesitamos hacernos preguntas para saber cómo resolver nuestros problemas. Requerimos que aparezcan brotes de bondad y cuestionamientos inquietos que triunfen sobre los titiriteros perversos que manipulan e hipnotizan la raza humana. Esta noche, en la que suelen dejarse ver más las estrellas, es una oportunidad mágica para recuperar la sindéresis y renacer desde lo mejor de nosotros mismos.
Hoy, durante la bella ceremonia católica del nacimiento del Niño Dios, podemos elegir reafirmar el compromiso humano, tanto individual como colectivo, de ser trascendentales, de tal manera que como contraste se neutralicen los errores, las decepciones y los detonadores que se han posicionado destrozando la mágica aventura de la niñez, el poder noble y la belleza íntima de la mujer, el caleidoscopio creativo de las diferencias y la satisfacción del trabajo detrás del verdadero éxito.
Ojalá este día de villancicos nos inspire a diferenciar entre filosofía e ideología. La primera, abierta, anima a pensar, busca el conocimiento y la sabiduría, sirve al hombre. La segunda, por su parte, es cerrada, no cambia de postura, desalienta cualquier pensamiento contrario, atrapa al hombre.
Es posible que esta noche les demos la bienvenida a las palabras de Chila, una de las protagonistas del documental de Catalina Mesa, Jericó el infinito vuelo de los días, que dice: “Hay que vivir de las esperanzas. A la vida hay que ponerle un granito de dulzura”. Quizás esta noche de Navidad, cuando se reúnan las familias frente al pesebre, renazca el verdadero sentido de la palabra comunidad.
Desde esta casa, que se compromete con la sociedad y trabaja sin descanso porque cree en la construcción de las esperanzas, les deseamos a todos una Feliz Navidad