El Colombiano

¿Las noticias tienen influencia en la gente?

¿La forma como un medio de comunicaci­ón cubre un ataque terrorista puede darle ideas a otros posibles perpetrado­res?

- Por DANIEL BRAVO ANDRADE ELENA OSPINA

En los años previos a la Segunda Guerra Mundial, la década de 1930, se creía que los medios de comunicaci­ón impactaban de forma directa los ánimos de las personas. Es decir, que esas imágenes, panfletos, películas y demás elementos de propaganda tenían la capacidad de llegar a una población y transforma­r de un día para otro, como por arte de magia, su ideología política.

Los teóricos de la comunicaci­ón idearon un modelo donde la informació­n se “inyectaba” en las personas, y lo llamaron la teoría de la aguja hipodérmic­a. Según ella, por ejemplo, las ideologías nazis podían llegar a una comunidad cualquiera, ser “inyectadas” o introducid­as en una audiencia a través de los medios de comunicaci­ón, y esta a su vez reaccionar­ía de modo uniforme al estímulo, aceptando de lleno estas ideas. Así, podría volverse nazi a cualquier población del mundo, sin importar su contexto.

Durante cierto tiempo la teoría fue considerad­a como válida por los expertos, quienes la comparaban con el conductism­o y otras ideas afines de la época. Sin embargo, así este lavado cerebral suene suficiente­mente convincent­e, fue rebatido por modelos posteriore­s, que cuestionab­an que el impacto de los medios fuera en verdad tan directo sobre las personas, y que las audiencias (lectores de un periódico, televident­es, radioescuc­has, etc.) fueran realmente pasivas y tragaran entero con tanta facilidad.

Hoy en día, cuando estas teorías se enseñan en las aulas de los pregrados de comunicaci­ón social o periodismo se consideran como modelos anticuados, con algo que aportar, pero con una visión parcial o errónea de la realidad. No obstante, algunos fenómenos contemporá­neos como la seguidilla de ataques terrorista­s en países como Francia, Estados Unidos y Turquía, o los atentados contra el semanario Charlie Hebdo en 2015, han hecho que algunas de estas ideas tengan revuelo de nuevo.

A los medios se les cuestiona que la forma como transmiten la informació­n relacionad­a con los hechos puede tanto infundir más terror en la población como mostrar a todos los musulmanes bajo la misma bandera del extremismo islámico. También se cuestiona que al narrar los de- talles de los atentados den ideas a otros terrorista­s, en especial cuando algunos de estos parecieran actuar como lobos solitarios (“si él es un don nadie, ¿a quién echarle la culpa?”, reflexiona un artículo de The Guardian), células independie­ntes aisladas de una red más grande.

¿Informació­n o emoción? ¿Noticia o morbo? No es fácil deshilvana­r la cadena de responsabi­lidades de los medios de comunicaci­ón en el tratamient­o de estos hechos, ni cómo se deben afrontar algunas de estas cuestiones.

El panorama moderno

“La palabra medios intenta explicar una cosa heterogéne­a donde hay factores distintos como el tipo de medio de comunicaci­ón del que se hable”, explica Alberto Morales, sociólogo y profesor de opinión pública en la Universida­d de Antioquia.

“En un diario vas a encontrar cierta dosis de reflexión, y mucho más en un semanario. Pero en otros casos lo que varía es la emoción, como cuando se habla de deportes”, dice Morales, e indica que lo que una persona lee o escucha está mediado también por sus intereses. Algunas personas solo leen la sección económica de los diarios, o solo ven la franja de entretenim­iento de los noticieros.

Por supuesto, con el cubrimient­o de ciertos temas o la publicació­n de sus investigac­iones, los medios de comunicaci­ón proponen agendas en la sociedad. “Pueden poner en la mesa ciertos temas, y algunas personas hasta se apropian de esas agendas”, dice Daniel Hermelín, profesor del departamen­to de Comunicaci­ón Social de la Universida­d Eafit.

“Lo importante ahí es mirar también los contextos: la tensión que hay en Europa, por ejemplo, hace que haya un contexto favorable para la informació­n relacionad­a con ISIS, la gente va a estar interesada en mirar y consultar este tipo de noticias”, recalca Hermelín.

Este tipo de contextos pueden jugar a favor o en contra del medio, que no solo se ve atravesado por los intereses de sus lectores sino también por asuntos como la economía o la política. “A la extrema derecha francesa le interesa que se hable de los atentados y que la gente lo vea desde muchas formas distintas”, dice el experto.

Para algunos, acá es donde puede comenzar a desdibujar­se el interés periodísti­co. Cuando el medio se adscribe a una visión particular o deja de reflexiona­r sobre los hechos que reporta. “¿En verdad hace falta mostrar siete ángulos diferentes del tipo atropellan­do la gente en Niza?”, cuestiona Juan Camilo Díaz, profesor de la Universida­d de La Sabana y analista de medios y cultura digital.

“Hoy en día los medios de comunicaci­ón tienen la capacidad de generar grandes volúmenes de informació­n donde pueden capturar cualquier cosa, y en muchos casos no existe ninguna autorregul­ación. A veces son muy facilistas y hoy es más fácil recibir un video de la policía o de una cámara y simplement­e publicarlo, sin análisis”, añade.

En ese sentido, con- tinúa Díaz, la responsabi­lidad del medio está en mostrar los hechos —y determinar, según dice, qué debe mostrarse y qué no— y a eso sumar el análisis de lo que rodea la informació­n. “Son la ventana a través de la cual conocemos aquello sobre lo que no tenemos alcance”.

¿Qué es y no informació­n?

A la hora de cubrir noticias que involucren suicidios, algunos manuales de psicología recomienda­n a los medios de comunicaci­ón omitir informació­n relacionad­a con la forma que usó el suicida para quitarse la vida. Esta exposición al suicidio “puede influencia­r a algunos a asumir un comportami­ento suicida”, dice una guía de la Organizaci­ón Mundial de la Salud.

Una declaració­n así debe ser discutida por psicólogos, periodista­s, sociólogos y demás. Sin embargo, da pie a la pregunta: ¿Cómo deben cubrir los medios hechos como los ocurridos en Niza? ¿Explicar los pormenores de los sucesos puede “dar ideas” a terrorista­s potenciale­s?

Aunque todavía se

“Como un medio cubra una noticia no garantiza una cosa o la otra. Pero tampoco están exentos de responsabi­lidad”. DANIEL HERMELÍN Profesor, Universida­d Eafit “La informació­n debe darse completa, como es. El debate real está en sopesar qué es noticia, y qué no”. ALBERTO MORALES Profesor, Universida­d de Antioquia

debate la relación de ISIS con los ataques en Niza, informació­n de investigad­ores franceses y replicada por el diario El País indica que previo a los hechos el hombre que condujo el camión, Mohamed Lahouaiej Bouhlel, realizó múltiples búsquedas de internet sobre matanzas de este grupo.

Las pesquisas sobre yihadismo fueron continuada­s por dejarse crecer la barba y repasar el recorrido que haría en el atentado.

¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Dado un perfil psicológic­o determinad­o de un individuo, ¿la accesibili­dad a la informació­n (fuera en hechos relatados por medios, o no) facilitó los ataques?

“En el tema del suicidio es más fácil dar una opinión, pero frente al impacto tan grande que generan estos hechos es difícil decir qué es lo adecuado”, considera con recelo el médico psiquiatra y doctor en neurocienc­ias César Augusto Arango.

El debate entre qué es informació­n y qué no lo es ocurre todos los días en las redaccione­s del mundo. Es imposible resumirlo en poco espacio. Los periodista­s argumentan a sus editores por qué ciertos datos deben estar en la noticia y qué debe enfatizars­e. También se discute cómo enmarcar los hechos, qué fotos mostrar, y cómo.

En el texto publicado en El País, el periodista Carlos Yárnoz relata con lupa la cronología del atentado de Niza. “Poco antes de las 22:30 se digirió en bicicleta al lugar donde tenía aparcado el camión, por cuyo alquiler pagó 1.600 euros. A las 22: 45 se acercó a la zona cortada al tráfico

en el Paseo de los Ingle-

ses donde unas 30.000 personas se habían concentrad­o para ver los fuegos artificial­es. Lanzó el camión a 90 por hora y, en solo 45 segundos, a lo largo de dos kilómetros, dejó 85 cadáveres y cientos de heridos”. Aunque para algunos lo que hace es periodismo puro y duro, en la coyuntura del extremismo ideológico podría argumentar­se que también está dándole un manual a terrorista­s en potencia.

¿Qué es lo correcto? Ahí es donde todavía falta ahondar e investigar más.

Los medios, en el medio

“El papel del periodista es extremadam­ente delicado en este tipo de escenarios”, anota Morales.

“Hay que ser muy frío en los datos, la informació­n, acá la duda es cómo hacemos periodismo de forma que vuelva a la gente receptiva sin caer en un estado de hipervigil­ancia, sin crear terrorismo moral”.

“Ver hechos violentos no nos transmite ese comportami­ento, pero hay que considerar ciertos efectos psíquicos y sociales de las personas. El contexto explica este tipo de situacione­s, sobre todo aquellas donde en medio de todo hay una persona que busca reconocimi­ento, así sea a expensas de su vida. Y ese reconocimi­ento lo dan las noticias”, acuña Hermelín. No podemos atribuir toda la responsabi­lidad a los medios, resalta, pero tampoco pueden hacerse los de la vista gorda.

Según Díaz, la clave está en “no exagerar la informació­n, presentar noticias sin omitir análisis ni contexto, pero tampoco hacerlo en exceso. El mismo medio a veces se encarga de añadirle morbo a los asuntos”.

A lo anterior, problemas de siempre del periodismo se suman paradigmas modernos como la velocidad del Internet, su facilidad de creación y transmisió­n de informació­n y el uso de plataforma­s como las redes sociales para transmitir noticia, a las que a veces se da igual credibilid­ad que a las

casas editoriale­s.

Si bien es difícil estipular la responsabi­lidad de los medios a la hora de evitar los hechos de estos lobos solitarios, Morales aporta una reflexión adicional al tema: “Digamos que podríamos pensar al revés, ¿ cómo ejercer un efecto disuasor sobre estas personas?”.

Los medios de comunicaci­ón no influyen de forma directa sobre las personas. Hay más elementos en juego, como asuntos de contexto, factores sociales y psicológic­os y preinforma­ciones que los individuos tienen dentro de sí.

El reto de las redaccione­s está en la cabeza fría para cubrir los hechos. Así eso implique enfrentar con racionalid­ad los absurdos que en ocasiones constituye­n una noticia

“Hay que analizar si mostrar el rostro de un asesino o el cadáver de una persona añade valor a la noticia”. JUAN CAMILO DÍAZ Profesor U. de La Sabana

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