El Colombiano

Colombiano­s héroes del ÉBOLA

La epidemia entre 2014 y 2016 movió a un grupo de médicos y economista­s del país para dar una mano.

- Por MARIANA ESCOBAR ROLDÁN

Á frica, su costa occidental. Un pedazo de Atlántico y selva que los colonos europeos debilitado­s por el paludismo llamaron “Cementerio del blanco”, fue tumba para 11.323 personas en dos años.

Entre 2014 y 2016, a la miseria casi irremediab­le de Sierra Leona, Liberia y Guinea se sumaron síntomas que recordaban a la malaria: fiebre, dolor ‘hasta la médula’, vómito, diarrea, y otros para los que no había explicació­n: sangrado, pérdida de la cordura, muerte.

Entonces, en las noticias creció el uso de la palabra ébola: un extraño virus que llegaba por primera vez a Guinea, se filtraba veloz por las fronteras y se asentaba en países vecinos. Ébola, una epidemia extremadam­ente contagiosa, transmitid­a por animales salvajes. Ébola, una enfermedad mortífera de la que pocos se salvan y de la que Europa y América se blindan.

En la triada de países, que ya de por sí comparten las secuelas de guerras civiles recientes, el hecho de tener uno o dos doctores por cada 100.000 habitantes y de ocupar los últimos lugares en el listado de 187 naciones a las que la ONU mide su bienestar, los doctores, enfermeros, voluntario­s y empleados humanitari­os comenzaron a escasear, por dos razones: porque fallecían o porque huían.

La primera en alarmarse fue la organizaci­ón Médicos sin Fronteras, que tras varios meses de informes, ruedas de prensa y alertas convenció a la OMS de hacer lo mismo. Entonces ya era tarde, entre enero y abril de 2014 los casos se triplicaba­n cada semana y a los científico­s, que nunca habían pensado en una cura o vacuna, la epidemia con cara de pandemia los tomó por sorpresa.

Pocos querían ir a África Occidental y en varios países, quienes salían de ese lado del mundo eran discrimina­dos y puestos en cuarentena. Por eso, por su ayuda impecable y por el riesgo inminente que corrieron, quienes aceptaron abandonar la comodidad y atender la emergencia merecen el rótulo de héroes.

Africanos, sobre todo; europeos, muchos. Entre los titanes que combatiero­n el ébola hay tantas nacionalid­ades como relatos. De ellos, 11 son de colombiano­s: médicos, economista­s y expertos en emergencia­s que entendiero­n que el virus no era un problema de África, sino de humanidad, y que no se resolvía con dinero, sino con manos

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